DOCUMENTOS SOBRE EVA DUARTE DE PERON 


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María Eva Duarte de Perón / Evita. Argentina 1919-1952

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HISTORIAS, ANECDOTAS y TESTIMONIOS 

Evita en el Hogar de Tránsito Nº 2, hoy Museo Evita, Lafinur 2988, Buenos Aires

Fotografía tomada en el Hogar de Tránsito Nº 2, hoy Museo Evita, Lafinur 2988, Buenos Aires, Argentina. En ella vemos, al lado de Eva Duarte de Perón, Evita, al funcionario chileno Carlos Ibáñez del Campo.


La palabra historia tiene un doble significado ya que se refiere a hechos del pasado de la humanidad, y al mismo tiempo a la historia escrita como producto de la investigación del historiador. Es decir, se refiere a hechos acontecidos antes de ahora, y al mismo tiempo a la historia escrita como resultado de la investigación correspondiente.

Historia es lo que sucedió y la narración de lo que sucedió.

El historiador siempre narra desde una toma de posición. Toda narración está teñida por la posición epistemológica, metodológica e ideológica que el historiador puede tener.

La objetividad está en juego. Ser objetivo para un historiador significa honradez en la elección de las fuentes y no dejar de lado las que no gustan, ser veraz.

La manipulación de la historia se expresa tanto en lo que se dice, en lo que se calla o en lo que se oculta, es a veces una manera de mentir, para influenciar.

La información es un medio poderoso de poder. La historia no es una ciencia exacta, porque no es aséptica, y lo que difunden los medios de comunicación tiene que ver esencialmente con los condicionamientos que imponen los dueños de esos medios de comunicación, la sociedad o el sistema.

Vampiro, loca, prostituta, espía al servicio de Hitler, ambiciosa, ofídica, extravagante, vengativa, ladrona ...

Santa, samaritana, intuitiva, solidaria, abnegada, laboriosa, sacrificada, voluntariosa, mística ...

La personalidad de Eva Perón fue desfigurada por el chisme, la difamación y la injuria, pero también por la adulación y la afabilidad.

Evita ha marcado la historia del siglo XX.

Eva Perón, de quien el periódico New York Times de Nueva York, USA, ha dicho: " She was the most extraordinary woman in Latin America ", vivirá para siempre en la memoria colectiva.

Muchas de las siguientes anécdotas, opiniones, testimonios e historias han sido transmitidas verbalmente, por tradición oral. Otras pertenecen a libros, a diarios, a periodismo radial y televisivo y a breves entrevistas.

Indiscutiblemente, Evita fue, hizo y es historia.

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En 1947, durante la gira europea, luego de visitar España y ciudades de Italia, la fatiga terminó por recluir a Evita en Rapallo, una villa italiana cerca de Roma, donde vivía la colectividad argentina más importante. Seis días de descanso le permitieron recuperar energías y abandonar Italia, no sin antes conocer Génova.

Su itinerario incluyó Lisboa y allí se produjo la inesperada entrevista con el príncipe español Juan de Borbón, heredero del trono, a quien Evita quiso conocer a pesar de las sugerencias diplomáticas. - No es conveniente, señora. Después de los agasajos recibidos en España, a Franco no le va a caer bien que usted visite a este señor...  - Yo voy donde me da la gana y no tengo que pedir permiso a nadie. Si al gordo no le gusta, mala suerte.

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Mientras Evita asistía a las brillantes recepciones de España e Italia, en Buenos Aires se seguían con interés las reacciones que despertaban su anunciada visita a la reina de Inglaterra.

El Foreign Office había anunciado su esperanza " de que la señora María Eva Duarte de Perón visite Londres, donde será objeto de las cortesías debidas a su condición de esposa del Jefe de Estado de un país amigo, aunque la invitación no revista carácter oficial ". Allí comenzó la sórdida guerra de cablegramas, llamadas telefónicas y comentarios periodísticos en torno a la probable visita a Inglaterra. Los diarios londinenses iniciaron sus conjeturas.

El Daily Express puntualizó: " La señora de Perón ha sido invitada a conocer el Palacio de Buckingham, pero no a alojarse en él ". Un consejero de la Embajada argentina en Londres, Gervasio Videla Dorna, fue enviado para explicarle a Evita que " para la fecha convenida los Reyes no estarán en Buckingham sino en Sandringham".

En la Cámara de los Comunes se escuchaban frases como ésta: " es horroroso pretender que rindamos pleitesía a quien fue recibida triunfalmente por el franquismo y sus pelotones de fusilamientos ".   Un legislador laborista, Lord Stralbolgi, la defendió: " Es lógico que esa señora vaya a España. Es su madre Patria. Yo la comparo con Eleanor Roosevelt ".

The Observer editorializó: "¿ Por qué no se protestó cuando llegaron los dos buques cargados de carne argentina, que envió la señora de Perón en la última Navidad ?". Todo eso desencantó a Evita, quien no imaginó que hubiera que discutir tanto su presencia. O la recibían oficialmente, o no iba. Hasta último momento mantuvo la esperanza de que los Reyes británicos abandonarían su residencia escosesa y bajarían a recibirla en Londres el día de su llegada.

El Embajador argentino en Gran Bretaña, Ricardo de Labougle, habló por teléfono a Rapallo para convencerla: - Inglaterra la invita semioficialmente, señora. La Reina no estará para su llegada pero ha prometido invitarla a tomar el té en el Palacio de Buckingham. - Dígale a la Reina que si no es capaz de invitarme oficialmente, yo no tengo interés en conocerla. - Pero señora, es normal que la reciban así. No hay ningún motivo para desairarla... - Si digo que no voy, no voy. 

El diálogo se cortó abruptamente y recién 10 días después, el 21 de julio, el Foreign Office anunció oficialmente que la visita había sido " cancelada por la propia interesada ". Pero ese mismo día, Evita llegaba a París y resplandecía con su traje blanco y su sombrero de paja en el aeropuerto de Orly, mientras el canciller francés Georges Bidault se inclinaba reverentemente para besarle la mano. Poco le importaba el anuncio inglés en momentos en que recibía agasajos y compartía la mesa con el Presidente Vincent Auriol en el fastuoso castillo de Rambouillet, residencia presidencial de verano. 

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La emotiva evocación de Carlos María Antequeda, jefe de los guardaespaldas de Evita: " Ella tenía una capacidad de trabajo asombrosa y un entusiasmo increíble por lo que hacía. Jamás he visto una voluntad tan férrea. Empezaba a las 8 de la mañana y se detenía a las 2 de la tarde para comer algo liviano, ensalada y alguna fruta; después no paraba hasta las 11 de la noche. Si había algún problema sindical regresaba a las 5 de la mañana. Nos agotaba a todos: seguían ese ritmo diez policías, y yo al pié del cañón. No me extrañé cuando circularon rumores de que estaba anémica. Claro que  nunca imaginé que tenía cáncer ". 

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Irma Cabrera de Ferrari, mucama de Evita desde 1946 hasta la muerte de esta en 1952, sólo ve en la intimidad doméstica de Evita un motivo para exaltar su grandeza, desinterés y generosidad.

"Yo vivía en Mercedes y fui recomendada a un militar de la custodia presidencial, quien me presentó a la señora. Al verme, Evita me aceptó inmediatamente. Recuerdo como en un sueño que ella y Perón me prepararon la habitación, un cuarto contiguo al dormitorio de ellos.  ¿Está conforme?, me preguntó Perón. Si necesita algo, no tiene más que pedirlo, me rogó Evita. Ambos eran de una humildad increíble.

Recuerdo que un día, mientras besaba a una mujer enferma con llagas, le acerqué un frasco con alcohol para que se desinfectara. ¡ Me quiso matar ! Fue la única vez que se enojó conmigo. Tiró el frasco. Creí que me iba a dejar en la calle...

En muchas oportunidades yo le pedía que descansara más. Su ritmo de trabajo era terrible y a muchos nos costaba seguirlo. Ella invariablemente me respondía lo mismo: Por todo lo que me falta hacer es demasiado lo que duermo.

Nunca quiso hacer tratamiento alguno para tener descendencia, aunque adoraba a los niños. Tampoco la ví nunca cocinar, pero ella me contó que cuando vivía con Perón en el departamento de la calle Posadas solía hacerlo.

Evita era muy elegante. Los vestidos franceses sólo los usaba para ir al Colón o para las grandes recepciones.  Le gustaban los sombreros y usaba zapatos a medida.  Me regalaba los que dejaba de usar.

Todos los días llegaba para ella gran cantidad de flores. Evita me ordenaba distribuirlas entre las iglesias de la zona.

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De Erminda Duarte, hermana de Evita, en su libro Mi hermana Evita: Cierta vez,  en Tucumán, se acerca una viejita con un pollo cocido, tapado con una servilleta. Evita se lo agradece tirándole un beso. Una de las colaboradoras se le acerca y le dice: " Señora, por favor, no irá usted a comer eso..."       "¡ Cómo ! - se enfurece Eva - ¿ no tenés vergüenza ? Una abuela, una anciana mujer de este pueblo me trae con todo amor y respeto este pollo que quién sabe lo que a ella le ha costado, ¿ y vos me venís a decir que lo tire ?  ¡ Esta noche comeremos este pollo y es la última vez que venís conmigo en un viaje !

Un día se presenta una señora muy mayor ante los encargados de conceder las audiencias con Evita. Era cara conocida, como que ya había estado unos días antes. Los empleados le dicen: " - Mire, abuela. La señora no podrá recibirla hoy. Tiene mucho trabajo. – “Yo no quiero nada... Sólo quería verla a Evita. Por favor, déjeme verla..."  Eva Perón con el oído atento, ha escuchado el diálogo. Se asoma a la sala de espera y hace pasar a la anciana, cuando esta se va, lleva consigo una máquina de coser. Al fin de la jornada, el empleado de audiencias se acerca y le dice: " Perdone, señora... Yo no quería dejar pasar a la viejita porque en este mes ya ha venido dos veces y aprovechándose de su bondad ha conseguido dos máquinas de coser en vez de una. Se aprovecha de su bondad." Eva, con enérgica convicción, le responde:  " Mirá... a estas pobres, durante siglos les han negado todo... ¿ entendés ? Y ahora, vos te hacés problema porque agarra dos veces una misma cosa; al fin y al cabo sólo lleva un instrumento de trabajo. "    Una visitadora social comprueba más tarde que la presunción generosa de Evita no había sido defraudada: madre e hija pedaleaban en las dos máquinas. 

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De Juan Perón, en su libro “Del poder al exilio”: Desde que Eva comenzó a trabajar en la Fundación, perdí practicamente a mi mujer. Nos veíamos de a ratos y velozmente, como si habitáramos en dos ciudades distintas. Eva pasaba muchas noches en sus tareas y regresaba al alba. Yo, que de costumbre salía de la Residencia a las 6 de la mañana para ir a la Casa Rosada, la encontraba en la puerta, un poco cansada pero siempre satisfecha de su fatiga. Un día le dije: Eva, descansa y piensa que también eres mi mujer.  Ella permaneció seria y me respondió: Es justamente así que me doy verdadera cuenta de que soy tu mujer.


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De Paco Jamandreu, modisto y vestuarista:

“Mi primer contacto con Evita fue en Abril de 1944; ella era estrella de radio mientras yo recién comenzaba mi carrera, vistiendo a muchas artistas de las películas de la época, incluso extranjeras. A raíz de esto me llamó. Recuerdo que fue un sábado a la tarde.

Desde el primer momento me pareció sensacional, una mujer maravillosa, increíblemente hermosa. El trato conmigo fue siempre muy cordial, ella me tuteaba pero yo la trataba de usted.

Entonces me preguntó acerca de los vestidos que le haría. Le contesté que lo que le haría sería un tailleur en cuadrillé. Este tailleur es el que todos se refieren como la segunda piel de Eva, puesto que se repitió muchísimas veces, algunas con terciopelo en el cuello, en los botones..., es la imagen que tiene todo el mundo de Evita, con ese tailleur. Era en tela Príncipe de Gales, blanco y negro, con un cuello y botones en terciopelo.

Después me pidió un traje para el Colón, no iría con Perón, lo haría sola en un palco vecino, pero estarían todos pendientes de ella al conocerse su amistad con él. A éste le siguió otro traje muy importante prácticamente para terminar su vida radial; con este se presentó en Radio Belgrano cuando era la mujer más escuchada del país con tres audiciones diarias, era todo dorado, de lamé, que iba a usar con una orquídea en la cabeza. Entonces llamé para decirle que esa orquídea no tenía nada que ver con el vestido. Luego de darme la razón, se la sacó y no la usó. Este traje fue repetido, ya en el 50, para otra función del Colón, y era drapeado con una larga cola que se usaba como chal.

Yo no era sólo el que la vestía, tenía una amistad. Me trataba como un chico, puesto que la conocí cuando tenía sólo 17 años. Fue siempre amiga, nunca le pedí nada para mí, pedí por mucha gente y siempre me lo concedió. Fue muy amiga mía, muy confidente, nos acercó mucho el hecho de que ambos sufrimos en nuestros respectivos pueblos natales. También conocí a Perón ese día, causándome una gran simpatía. Me amparaba mucho, me aconsejaba, me decía que haga esto, que haga aquello, que ahorre, que no salga mucho de noche, que tenga cuidado con quien me meto, y un móntón de cosas... 

Evita siempre estaba preocupada por la pobreza, por la tristeza, por la angustia de la gente, muy interesada por la política mundial, por lo que Argentina significaba a nivel internacional en ese momento.

Eva marcó una época en la moda y se vestía como las grandes figuras de la época. En el fondo prefería la ropa sencilla, pero durante un tiempo, usó ropa maravillosa pues decía que tenía que dar la imagen ante el pueblo y ante el mundo de un país rico y poderoso como lo era en ese tiempo Argentina. Pero para su vida de trabajo, de concentraciones, usó siempre la ropa muy sencilla.

Eva era muy amable con su personal de servicio y tajante con los que estaban en los puestos muy altos, se hacía lo que y cómo lo quería o no se hacía. Les demostraba y les gritaba las cosas directamente en la cara a los que debía. Exigía lo que debían dar pero no era arbitraria. Fue discutida por mucha gente que no estaba de acuerdo. Lo que la gente decía sobre su persona le importaba muy poco, no era mujer de detener su camino por nada. Ni siquiera me preguntaba, como lo hacían grandes figuras entre los artistas y de la alta sociedad, qué me habían comentado del vestido, o de cómo había lucido. Sólo me preguntaba sobre el vestido que se pondría, las alhajas que le combinarían, pero nunca preguntaba de la ropa de los demás.

Siempre iba a donde quería. Estaba muy segura de su camino a seguir, tal es así que, cuando estaba enferma, lo que más le preocupaba era el porvenir de Perón, del peronismo y del pueblo. La publicación de su libro La razón de mi vida obedece a dejar un legado que tuviera Perón al lado. Pensando bien las cosas, a la muerte de ella fue que el peronismo comienza con sus problemas. Eva, que en ese momento fue resistida por muchos no lo es por nadie en este momento.

Tengo los trajes que me regaló Perón, cuando comencé a coleccionar cosas de ella. Lo que hago es llevarlos por el mundo junto mi colección en los diferentes países por los que voy, como homenaje a la mujer más elegante. En mi libro Evita fuera del balcón, cuento numerosas anécdotas. Era de muy poco comer, galletitas, verduras, té. Al ser yo un muchacho joven tomé muchas enseñanzas, lamentablemente si yo hubiera tomado más consejos de ella otra cosa hubiera sido mi vida. Me dejó enseñanza de amor, de constancia, de fuerza de voluntad, de resignación."

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De Susy Kent, locutora y animadora:

"Conocí a Evita en 1943, cuando ambas íbamos a ensayar por las mañanas a Radio Belgrano, por entonces ubicada en la calle del mismo nombre. Me acuerdo del radioteatro que hacía, "La muchachita del Paraná", de Juan José Vargas.    Me llamó la atención su cutis, que yo comparaba a un pétalo de magnolia. Un cutis irreal. Ella me pareció tímida.

Fui testigo del encuentro con Perón en el festival del Luna Park, por las víctimas del terremoto de San Juan. Yo estaba a unos cinco metros; Evita estaba sentada junto al coronel Imbert, cuando llegó el coronel Perón, de uniforme blanco, impresionante. Imbert se levantó de su asiento y le presentó a Eva, al tiempo que le cedió su butaca. Al lado de Evita estaba Rita Molina.

Tiempo después, cuando ella pasó al horario de las 22.30 en Radio Belgrano, Perón se hizo presente en la emisora. Aun más, se refirió a ella con estas palabras: "Estamos junto a una gran estrella del radioteatro argentino."  Yo por esa época trabajaba con Silvio Spaventa en la misma radio y me acuerdo de un detalle gracioso. Las flores llegaban en modo abundante en cada debut. Un día, Don Jaime Yankelevich, luego de manifestar que debía hacer un presente a Evita, le pidió a Spaventa un canasto de flores de los que habían llegado, le colocó una tarjeta suya y lo envió al estudio en que Evita Duarte debutaba."

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Del escritor e historiador Fermín Chávez : 

"Se ha gastado bastante tinta sobre lo que Eva Perón esperaba del Papa Pío XII, durante su gira europea, hasta la distinción máxima de un marquesado pontificio. Román Lombille habla de un memorial llevado al Vaticano por un sacerdote argentino, ilustrado con diversas fotografías de Evita Duarte en sus días de artista, para contrarrestar el deseo de la viajera, el cual habría determinado que el Papa se lo negase. Sin embargo, el Padre Hernán Benítez, quien había desempeñado una misión confidencial ante el Pontífice y, en este caso, era asesor de Evita, sostiene que el Papa le brindó una recepción " en nada menos lucida que la dictada por el protocolo vaticano para las reinas ", lo que invalida, por infundada, aquella expectativa.  Por su parte, Mary Main dice que Eva Perón llegó 20 minutos tarde a la audiencia, pero acepta que que ésta " duró la media hora usualmente concedida a las mujeres de los mandatarios extranjeros ".  Lo cierto es que Eva Perón le habló al Papa de la obra social iniciada en la Argentina por su marido y que Pío XII le obsequió un rosario de oro al despedirse; y que, un día después, pudo recibir en la embajada argentina ante la Santa Sede, en nombre de Perón, la Gran Cruz de San Gregorio Magno otorgada por el Papa al mandatario argentino".

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De José María Rosa, historiador:

"Yo, como historiador, comparé a Evita con una figura de la historia universal: Theodora de Bizancio. Esta, como Eva, era actriz. Ascendiò a emperatriz al casarse con Justiniano, el hombre que hizo Bizancio, que era un pueblo poderosísimo, capital de Constantinopla. Theodora se parecía en todo a Evita. Era muy querida por el pueblo humilde de Constantinopla y Bizancio, pero no por la aristocracia, debido a su origen de actriz y a su enconada defensa por el pueblo. Tuvo grandes luchas contra la aristocracia, pero finalmente se impuso. Además, siempre hubo a su lado destacadas personalidades, como el general Narces y el general Belizario. En Constantinopla, capital del imperio Bizantino, aùn hoy se la recuerda a pesar de haber muerto mil quinientos años atrás, por ejemplo, a partir de esos hechos cuando el pueblo la protegiò contra el ejército. Los oficiales de éste se rebelaron contra Theodora, pero ella se defendiò, y con ayuda del pueblo, se impuso a ellos tras una batalla de dos días en el viejo hipòdromo del lugar. Theodora, además, dejò grandes cosas de recuerdo. Entre ellas, obras de arte, hizo construir la catedral de Santa Sofía que está entre las más hermosas del mundo. Asimismo, ayudò a codificar el mismo Derecho que hoy estudiamos en la Argentina, el Derecho Romano, elaborado en principio por Justiniano junto a un grupo de peritos. Y entonces, es como si la historia se volviese a repetir mil quinientos años después. Es posible que Eva, ni siquiera haya oído hablar mucho de Theodora. Pero la similitud entre ambas, me resulta realmente notable".

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De Mateo Llull, compañero de colegio de Evita:

"Eva Perón vivió en Quiroga, mi pueblo, alrededor de 1926. Quiero recalcar que la familia Duarte antes de vivir en Junín habitó durante dos años en mi pueblo, que en ese entonces contaría con 3.000 habitantes.

Muchos de los recuerdos y los testimonios de esa época se pierden, ya que la figura de Eva Perón era intrascendente. Distinto hubiera sido si su figura hubiera pasado por allí con toda la fuerza y el esplendor que adquirió años más tarde.

Ellos eran una familia de pueblo chico, de pueblo de campaña y se mantenían gracias al aporte de uno de los yernos que pertenecía a la intendencia, al no contar los Duarte con los medios económicos suficientes como para subsistir.

Cursamos con Evita en el mismo colegio. Mientras yo terminaba el sexto grado ella lo hacía en primero, cinco años exactos de diferencia.

Una vez instalada en la Secretaría de Trabajo y Previsión dependiente del Ministerio de Trabajo, Evita se encargó de mandar ropa, alimentos, medicinas y toda la ayuda necesaria, tanto a Quiroga como a Los Toldos, como una prueba irrefutable de su paso por allí."

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De Rogelio Papagno, dirigente sindical:

"He conocido personalmente a Evita, tuve la suerte de compartir con ella algunos de sus momentos en que beneficiaba con sus aportes a los trabajadores, a los niños, a los marginados hasta ese momento. Es por eso que han quedado impregnados en la mente y en el corazón de todo el pueblo argentino su humildad y su sentimiento, respetados, incluso, por sus adversarios.

Una vez recuerdo que estábamos en la Secretaría de Trabajo y Previsión del Ministerio de Trabajo, eran aproximadamente la 23.30 horas. Le pregunté sobre la posibilidad de dejar para otra jornada el trabajo ya que la cola que se formaba en las afueras del Ministerio era interminable. Ella respondió terminantemente que hasta que no atendiera hasta el último trabajador o compañera que estuviera en la cola, no se iba a dormir.

También era una mujer muy guapa cuando había que hacer frente a las distintas situaciones. En una oportunidad en la Unión Ferroviaria, en los talleres grandes de la Unión Ferroviaria, había estallado un conflicto. Gran sorpresa, inolvidable sorpresa para todos los trabajadores allí reunidos que ascendían a 5.000. Evita se plantó en medio de la asamblea, clarificó las cosas y levantó el paro, en un gesto que solamente una mujer con una gran visión lo puede hacer, una mujer con una captación de poder y de un carisma increíble.

Tampoco otorgaba privilegios a nadie. Siempre con esa humildad que la hizo grande rechazaba a embajadores y altos funcionarios, los cuales querían entrevistarla, mandándolos a esperar junto al pueblo.

A sus detractores les restaba importancia. Ella creía que el peor castigo que se le podía dar a esos señores era darle soluciones al pueblo, y el pueblo está diciendo que lo mejor que tuvimos fue Evita.

Hoy, gracias a Dios, hay chicos que por la edad no tuvieron el placer de conocerla, sin embargo conocen la historia de Evita a través de sus padres, y eso sigue como una cadena que no cejará con el correr de los años.

Que muchos compañeros, compañeras, mujeres y hombres argentinos traten de imitarla por el bien y la felicidad del pueblo".

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De Marysa Navarro, en su libro Evita:

"General Viamonte (estación Los Toldos) es un pequeño pueblo de la provincia de Buenos Aires, con casas chatas y calles arboladas que muy pronto se pierden en caminos de tierra. Como muchas otras poblaciones de la República Argentina, Viamonte nació alrededor de una estación. Fué inaugurada en 1893 y en aquel entonces se la llamó Los Toldos por hallarse próxima la toldería del famoso cacique Ignacio Coliqueo. En ese paréntesis del mundo, en el campo La Unión, el 7 de mayo de 1919, vio la luz Evita."

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De Fortunato Banegas, sindicalista y escritor: 

"Ví por primera vez a Eva Perón, aunque en forma fugaz, el 17 de octubre de 1945, era yo obrero de una curtiduría de pieles en la Capital. En esa jornada abandonamos nuestras tareas a eso de las 9 y nos unimos a otros trabajadores con rumbo hacia la Plaza de Mayo. Enterados del traslado del Coronel Perón desde la isla Martín García hasta el Hospital Militar decidimos caminar a ese lugar al que arribamos al mediodía. En la vuelta del camino a la Plaza, a la altura de Pacífico por la Avenida Santa Fe, encontramos un grupo de personas discutiendo sobre la actitud a tomar. Entre ésa gente reconocí a Eva Perón, ya conocida por muchos argentinos por la ayuda que ella había prestado en los trágicos días del terremoto de San Juan. No llegué a percibir lo que decía, sin embargo noté en su rostro mucha fuerza de voluntad y firmeza; de a ratos su rostro empalidecía y se encendía, segùn el tenor de las palabras, para recobrar su fisonomía habitual. Ese fue el primer encuentro con Evita, luego a través del tiempo y en otras circunstancias, no sólo la volví a ver sino que llegué a conversar y debatir con ella temas concernientes al orden social en la Fundación que ella creara de Ayuda Social. Ya en año 1952 comenzó en Evita el decaimiento físico más visible. Tanto es así que mis encuentros, y los encuentros de todos los trabajadores con ella, fueron menos frecuentes. Sólo asistía a alguna reunión llevada por el General Perón o por sus colaboradores más cercanos. Evita era un ser con virtudes difíciles de encontrar en otras personas, con un entrañable amor a sus semejantes, tremenda voluntad para solucionar los problemas, y, por sobre todas las cosas, un cariño infinito por los más pobres. Hecho que demostró siempre con sus actos y no sólo con palabras. Con frases es fácil demostrar; ella lo demostraba con hechos. Con los niños y ancianos tenía un cariño especial y esta devoción se le notaba en el rostro; un sentimiento de amor muy profundo, no fingido. Eva debió haber sido tocada por la mano de Dios para ser como fué. Que su amor sirva a todos sus semejantes."

 

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Del padre Hernán Benìtez, confesor de Evita: 

"Aún cuando dejó de ser pobre, hablaba con los pobres como otra pobre más, como una de tantos, sintiéndose hermana del pobre. Por eso podìa hacer caridad, no humillando al pobre, sino reparándole de la tremenda injusticia entrañada en que deba en el  mundo hacerse caridad. Por eso el pobre la amaba apasionadamente. La amaba, aunque ella no le diera nada. No renunció a las riquezas, pero renunció al orgullo frente al pobre que crea las riquezas. No renunció a los honores, pero tampoco los aprovechó para escapar a su clase social, dejando a los sumergidos en el atolladero. Fue fiel a su pueblo. Fiel, porque amó al pobre y fiel porque condenó al rico. No a este por ser rico, ella también lo era, sino por ser enemigo del pobre, ella no lo era. He aquì el secreto de por qué la acompañó siempre, antes cuando vivìa y después de muerta, el amor de los pobres y el odio de los ricos. A sus dádivas y favores a los pobres podrán dársele todas las interpretaciones malévolas que se quiera: demagogia, resentimiento, vanidad, ambición electoral ...  ¡ y cosas peores ! Pero a su amor a los pobres  no cabe buscarle un origen turbio."

  

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De Aquiles Saùl Valenti, herrero y primo de Evita: 

"A mi prima Eva la llamábamos "La Chola". Era una chica sana que en Junín pasó su segunda y verdadera infancia. Puedo asegurar que Evita nació en la estancia "La Unión", un campo cerca de Las Tolderías, a 20 kilómetros de Los Toldos. Mi prima fue una mujer maravillosa. Por la diferencia de edad, yo era mucho menor que ella, no éramos muy amigos, pero mi señora fue compañera de la escuela primaria de las hermanas de Evita"

  

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De José Pablo Feinmann, profesor, filósofo y escritor:

El primer acto, políticamente revolucionario, del peronismo, es la decisión de Perón de casarse con Evita. Es la decisión de este militar argentino de casarse con una actriz, en esa década del cuarenta en la cual ser actriz era sinónimo de marginalidad y pecado; sobre todo dentro de la mentalidad del Colegio Militar. Con la muerte de Evita, Perón pierde a su principal compañera; Perón pierde a su principal cuadro auxiliar de conducción. Es muy posible que algunas cosas no hubieran ocurrido, es muy posible que la historia hubiera, en algunos aspectos, cambiado. ¿ Qué hubiera ocurrido con nuestra historia si Evita no hubiera muerto cuando murió, en el 52 ? Esta es una pregunta que no se puede contestar.

  

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De Adolfo Pérez Esquivel, Premio Nobel de la Paz:

Yo vengo de una familia muy pobre. Mi padre era trabajador, estaba enfermo y necesitaba jubilarse. En ese entonces le escribo una carta a Eva Perón; a la semana recibimos la visita de una asistente social y gracias a eso mi padre consigue la jubilación.

  

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De Félix Luna, historiador:

Creo que lo que más va a quedar en la imagen de Eva Perón, respecto de la memoria colectiva, es esa figura llena de terrible integridad; es decir, una mujer que no se dejó sobornar por todas las galas que significaba ser la mujer del primer magistrado, sino que asumió un papel totalmente nuevo y totalmente revolucionario en cuanto a la figura misma; no a lo que dijo o a lo que hizo.

  

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De Beatriz Grosso, psicóloga:

No hay duda de que las experiencias vitales dejan profundas huellas en la personalidad. Cuando estas experiencias son dolorosas, en algunos casos, anulan; en otros, como en Evita, los impulsan a luchar apasionadamente contra un medio injusto.

  

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De José María Castiñeira de Dios, poeta:

Como nos enseñó Neruda, " Dios me libre de inventar cosas cuando estoy cantando". Estoy diciendo mi verdad. Ese día, que quiero recordar ahora, un momento de la vida de Eva Perón, llega una mujer con el labio comido; le pregunto al médico qué era eso y era un chancro sifilítico; y en ese momento yo me tiré sobre el escritorio para establecer distancia entre esa mujer y Evita; y Evita tiró un brazo, me colocó hacia un costado, se paró, la besó y la invitó a ir con ella a la residencia presidencial.

  

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De Ernesto Sabato, escritor:

Yo nunca fui peronista. Pero eso no me impide, por el contrario, me obliga a reconocer todo lo que el movimiento tuvo de trascendente. Por otra parte, desde chico ansié la justicia social y con todos los defectos del movimiento peronista esa justicia social se instauró. Cualquiera sea la opinión política que se tenga si se es una persona honrada, debe reconocer que Evita marcó una época importante de la vida nacional. Por su fuerza, una especie de fuerza de la naturaleza, por su empeño, por su tenacidad, por su fervor revolucionario, incluso por su muerte, una muerte cruel que llevó con enorme entereza.

  

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De Graciela Maglie, socióloga:

Evita es una figura que ha suscitado tantas polémicas que recorriendo lo que se ha escrito respecto a ella, lo que han escrito sus adversarios, sus adherentes, sus propagandistas, los estudiosos con aspiraciones de objetividad, uno puede recoger una infinita cantidad de imágenes de Evita. Desde la Evita malvada, la resentida social, la ambiciosa de poder, la fastuosa hollywoodense, la mártir, la santa, la puente entre Perón y el pueblo, el ángel guardián del conductor, la interlocutora válida de la clase obrera, la Evita revolucionaria, y la lista podría seguir, sin duda. Entiendo que más allá de estas imágenes, algunas consolidadas como mitos, verdaderamente, lo que singulariza a Evita es que fue una mujer que ocupó un lugar muy importante en la estructura del poder político en una sociedad caracterizada por una fuerte desigualdad entre los sexos, entre otras desigualdades, obviamente; poder cuya legitimidad, cuya fuente de legitimidad, sin duda, habremos de buscar en el afecto, en el reconocimiento, en el fervor, en el recuerdo de los sectores oprimidos que se sintieron expresados y representados por ella.

  

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De Myriam Vargas, secretaria gremial:

Mis recuerdos ... A fines de julio de 1952, yo trabajaba en la Central del Patrimonio de la Fundación Eva Perón, la única División Central que no estaba en Paseo Colón 533, que era la Sede Central de la misma. Funcionábamos arriba del London Boston, en Avenida de Mayo y Perú, justo en la esquina, y ocupábamos los últimos tres pisos. Recuerdo que yo subía a la azotea y desde allí, bajo la incesante llovizna que caía, se veía perfectamente las coronas que cubrían la entrada de la Secretaría y tapizaban todo el piso. Era como estar a su lado, mi pensamiento lo estaba. Me sentía vacía, perdida, qué haríamos sin ella. Evita recibió en vida infinidad de obsequios, preciosas joyas y condecoraciones, miles de regalos de un pueblo agradecido, de Gobiernos, de altos mandatarios y personalidades del mundo, joyas que a su muerte los opositores criticaron. A la caída del gobierno peronista, en 1955, mientras en la residencia presidencial, Agüero y Austria, se incineraban millones de cartas para Evita, la gente seguía escribiéndole como si ella no hubiera fallecido. Hice una promesa, hasta el último instante de mi vida he de hacer conocer su vida, su obra, su amor.

  

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De Jack Anderson, periodista:

Tengo la impresión que Evita estaba sujeta a controversias. Tenía amigos y enemigos, pero contaba con el apoyo de la clase trabajadora, había conquistado sus corazones. Pero había ofendido a los poderosos, a los ricos, a los oligarcas y a los militares. Sólo la ví a distancia, pero desde allí me pareció ser una mujer con una fuerza de voluntad fuera de lo común quién creció en una clase humilde y se hizo por sus propios medios debido a su encanto. Pienso que ella tenía ambición de poder y respetabilidad. Ambas cosas la logró, sin duda, pero sin perder esa belleza, ese encanto y esa femineidad que revestía un carácter de acero. Evita tenía un carácter de acero.

  

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De Isidoro Rapado, fotógrafo:

Fuí fotógrafo del general Perón durante muchos años y tuve la suerte de compartir viajes con Evita, como nosotros la llamábamos: la Señora. Ella era muy ocurrente en sus cosas y actuaba siempre de una forma muy enérgica. Pero con mucho respeto y amor hacia los pobres.

  

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De Sara Gallego, asistente de montaje:

Los Estudios San Miguel eran una cosa completísima porque ahí se hacía de todo: se revelaba, se copiaba, se hacían los trucos ... El vestuario sirvió para muchas películas, incluso para La Pródiga, que dirigió Mario Soffici ... Pero antes de esa película hubo ese problema de La cabalgata del circo entre Evita y Libertad Lamarque pero eso es de dominio público. En realidad no pasó nada. Solamente que Libertad era la máxima estrella del cine nacional, y alguien recomendó a Eva Duarte para filmar porque había escasez de película durante la guerra y dijeron que ella podía conseguir celuloide. Pero qué pasaba. Llevaba mucho tiempo maquillarla porque era muy bonita pero no era fotogénica. Y hacía una audición de radio a las 10 de la mañana. Entonces, de repente, Libertad estaba lista y la Duarte no. Eso pasó durante días hasta que Libertad protestó. Era una estrella máxima y no la podían hacer esperar. Un día entró al set a las 2 de la tarde y le preguntó al iluminador: " Francis, ¿ qué hora es ?". " Las dos de la tarde ", contestó el muchacho. " Teníamos que filmar a las 12 ", dijo ella. Y de ahí ya empezó la rivalidad. Eso fue todo lo que pasó. No hubo tal cachetada, como dijeron. Lo que pasa es que Libertad lo dijo en voz alta y la Duarte lo escuchó ...

  

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De Ernesto D´Agostino, maquillador: Fuí maquillador de Evita durante la filmación de La cabalgata del circo, y llegué a "cambiarle la cara", cinematográficamente hablando. Lo de la famosa cachetada de Libertad Lamarque no existió nunca.

  

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De Mario Soffici, director de cine:

En la segunda quincena de mayo de 1944 había comenzado la filmación de La cabalgata del circo, protagonizada por Libertad Lamarque y Hugo del Carril, secundados por Orestes Caviglia, Juan José Míguez y Armando Bo, entre otros. Era una historia que contaba episodios circenses, en la que Chila ( Evita Duarte ), hija menor del empresario del circo, celaba a Nita ( Libertad Lamarque ), pretendiendo ambas a un mismo hombre, Roberto ( Hugo del Carril ). En el curso de la filmación tuvo lugar un incidente entre Evita y Libertad Lamarque que iba a ser agrandado por demás. Se dijo que Libertad le había propinado una cachetada, lo que habría dado lugar a una enemistad indeleble. No es verdad. Ocurrió que, un día, Evita llegó tarde a la filmación y Libertad Lamarque que era una profesional muy exigente y a la vez muy cumplidora en los horarios, le recriminó su atraso, al tiempo que le endilgaba un abuso propio de quien se sentía protegida por un alto funcionario. Evita se comió el reto sin chistar, pero después sucedió algo que la Lamarque no había previsto: un día ella también se atrasó, y esto alimentó la réplica de quien había sufrido aquella reprimenda. En la próxima jornada de filmación Evita se retrasó más de lo que Libertad había cometido. Y en las jornadas venideras se entabló una competencia para ver quien llegaba más tarde. La contienda sólo tuvo fin cuando le pedí a Hugo del Carril que interviniera. " Hugo - le rogué - usted que es amigo de las dos ayúdeme ". Y así pude proseguir con el trabajo del filme, notablemente retrasado.

  

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De Libertad Lamarque, actriz, en su libro Autobiografía, editorial Javier Vergara, Buenos Aires, 351 páginas, año 1986.

El carácter decidido, fuerte y valiente de Eva Duarte, demostrado a través de sus actuaciones al lado del entonces coronel Perón, para enfrentarse a situaciones difíciles con hombres y mujeres del país, no queda muy claro cuando se da por cierto que le di una cachetada. Reconstruyamos la escena: Le di una cachetada. ¿ Y la indefensa Eva, temblando de dolor ... se llevó la mano a la cara ?  Y ... díganme, ¿ se quedó llorando ? ... ¿ Una mujer alta y fuerte, contra un tapón como soy yo ? ¿ Alguien puede aclararme este melodrama ? ... ¡ A mí !  ¡ que soy la reina de la lágrima ! ¡ Qué pesado me resulta hacerme eco de habladurías de comadres !

En cuanto a esa versión del triángulo amoroso Eva, Perón, Lamarque, cabe recordar que por esas fechas , y desde  muchos años antes, yo vivía un verdadero drama en mi vida: conseguir mi divorcio de Romero en Montevideo, la separación legal, y tenencia de mi hija en la Argentina. Yo tenía a quien querer, y mucho, tenía mucho que perder ... un paso en falso en mi conducta y hubiera perdido la patria potestad de mi nena. Por otra parte si se recuerda la personalidad arrolladora de Perón y su sonrisa "gardeliana" y su uniforme militar, sólo se puede pensar, para él, en una mujer como Eva.

Muchas veces pienso que si Eva no hubiera llegado a ocupar el puesto de primera dama de la República Argentina, a mí jamás se me hubiera negado toda la razón que me asistió en ese desdichado e inconsistente asunto; sólo se trató de incumplimiento de trabajo de una actriz de reparto, en perjuicio de una cumplida profesional con responsabilidades de auténtica estrella. Habíamos comenzado a filmar La cabalgata del circo con bastantes dificultades, pues no se conseguía en todo Buenos Aires gasolina para los autos, por lo que con tristeza dejé el mío durmiendo en casa. Fue muy incómodo tener que viajar en tren, maquillada, a las ocho de la mañana y llamando la atención de la gente. Muchas veces Hugo del Carril, nuestro siempre querido Hugo, haciéndome un gran favor, me pasaba a buscar con su coche a mi casa, pues le quedaba muy de paso para ir a trabajar juntos, cuando él también tenía llamado, aunque no siempre coincidíamos en nuestros horarios.

Como todos los días, los artistas debíamos estar a las 10 de la mañana, listos para filmar, sin excusas, o sea, maquillados, peinados, vestidos y desayunados, además de tener bien estudiadas las escenas a filmarse, son obligaciones ineludibles, de todos y cada uno de los que formamos parte de ese maravilloso mundo del cine. Mi hermana Aurora era la encargada del vestuario de actores y actrices en general; nos encontrábamos las dos en mi camarín ...  - Ya me van a llamar  -  le dije  - voy a vestirme ...  - Te aconsejo que esperes, y te apuesto a que hoy tampoco vendrá la Duarte. No te pongas el corset ni las botas, se te hará muy largo el día y el cansancio se refleja en la cara.   - No, llevamos sin filmar tres días por su culpa, estoy segura de que hoy vendrá, y si llegan a llamarme y yo no estoy lista, me muero. Vamos, ayúdame a vestir. - Voy a dar una vueltecita a ver si llegó Eva  - me dijo Aurora.

Miro el reloj ... las 11, comencé a ponerme nerviosa. Tampoco ese día se filmó ... porque, según dijeron, ella ya se había retirado, muy cansada.

¿Quién puede hoy, honestamente jurar que no fue cierto que estuviera cansada?  ¡ Nadie ! ... En ese tiempo es probable que ya hubiera empezado a sentir los síntomas de su terrible mal.

Otro día debíamos filmar una escena juntos Hugo del Carril, Eva y yo, que, como siempre, la esperaba desde hacía horas. De pronto me llaman: Vamos señora, ya está todo listo para empezar. Salgo inmediatamente, llego al set y veo a Hugo de pie, frente a la cámara, ella no estaba. Y esperamos ... y esperamos ...  no quiero mentir cuánto tiempo, porque con los nervios del momento los minutos se hacían horas. De pronto la vemos llegar, lentamente. Como no saludó, lo hice yo por ella, y al tiempo que doblaba lo más que pude mi cintura en una exagerada y gran reverencia, desahogué toda mi rabia en un potente, áspero y desgarrado  ¡ Buenas tardes ! , que intranquilizó a las paredes, y creo que paralizó a los presentes. Se hizo un silencio mientras yo la miraba desafiante ... Ella, con una imperceptible y serena sonrisa, suspiró profundo, apenas elevó sus hombros, se frotó las manos lenta ... suavemente ... y miró sin mirar, a uno y otro lado ... En ese momento " vino al quite " nuestro director Mario Soffici, se acercó timidamente, y dijo: ¿ Está lista, Evita ? ¿ Podemos comenzar ? ¿ Sí ?

La empresa decidió dar fin a tantos inconvenientes cambiando la hora de filmación, los llamados ya no fueron a las 10 de mañana, sino a las 2 de la tarde, después del almuerzo. Esto me perjudicó en mi trabajo de radio y en presentaciones personales de varieté, ya no lo pude hacer, y llegaba a mi casa en la noche, cuando el resto de la familia dormía. No recuerdo cuántos meses duró la filmación, pero desde luego mucho más de lo lógico y deseado. No volví a violentarme por nada, no volví a tener enfrentamientos con ella, no la miraba, ni ella a mí, pero sin desplantes.

¡ Tendrán que creerme si digo que no hubo tal cachetada !   Hay algo que confieso: yo ofendí a Eva Duarte; fue cuando ya a punto de terminar la película, rechacé su amistad en dos oportunidades, la primera cuando el productor Machinandearena y el director Soffici llegaron a mi casa sin previo aviso, con un recado muy especial. " Libertad, Eva quiere ser su amiga y pide que la invite usted a su casa a tomar el té ", a lo que contesté " Lo siento, no puedo ".  Al día siguiente, en el camarín, fue mi hermana Aurora la encargada de insistir: " Me manda Eva que te diga que quiere ser tu amiga y que fijes el día y la hora que puedas invitarla a tu casa a tomar el té " ... Mascullé entre dientes una mala palabra, y nunca obtuvo mi respuesta. ¡ Esta sí que fue una verdadera ofensa que pudo herir tal vez su amor propio y orgullo !  ¿ No es más lógico pensar que aquella actitud mía, que aquel frío rechazo, pudo haberme hecho acreedora de un castigo y no una cachetada ?  ¿ A quién favoreció ese infundio ?  ¡ A nadie !  ¿ De qué cerebro nació ?  ¡ Nunca se sabrá !

     

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Del  Dr. Alfredo Gómez Morales, ministro de Finanzas:

Diría que Evita fue una mujer, en sus aspectos personales, tremendamente humana. Con sus extraordinarias y casi excepcionales virtudes y también con sus defectos, lo que formaba su personalidad única pero, al fin y al cabo, integral. No era verdaderamente producto de una ficción o de una actitud. Podría ser actriz en otro sentido, pero en el sentido de su actuación, era natural y auténtica.

La conocí a Evita a fines del año 1948, principios de 1949. El grupo económico, formado por el Dr. Cereijo, Ares, Barros y yo, reemplazó al señor Miranda, quien de alguna manera, se retiró a fines del ´48; este equipo fue convocado por Perón para reemplazarlo en su gestión, y fue allí donde tomamos contacto con Evita.

He tenido oportunidad de conversar con ella muchas veces. Si nos llamaba, si nos citaba, concurríamos por algo, y para hacer algo, nunca para una plática de sobremesa. No perdíamos el tiempo en tratar frivolidades, sino que íbamos directamente al caso concreto.

Ella tenía una especie de ficha mental, con respecto a cada uno de nosotros. Es decir: como buena mujer, no sólo nos comprendía, sino que nos intuía. Nunca me sentí obligado a guardar ningún secreto con ella, que no pudiera ser planteado a Perón también. En ese sentido no hacía distingos: lo que yo podía decirle a Perón, también se lo podía decir a ella. Una de las funciones que Eva cumplía era la de desglosarle los problemas, los intríngulis a Perón, para cuando llegaran a él, el asunto quedara prácticamente resuelto. La parte dura la afrontaba ella, sobre todo en los temas gremiales. Procuraba facilitarle en todo la tarea, para que Perón pudiera hacer de árbitro y que la decisión fuera lo más sencillo, lo menos escabrosa posible.

La tarea dura, y no siempre grata, la asumía ella. Nunca pensé que para complacerla, tenía que hacer cualquier cosa. Siempre pensé que para satisfacerla, tenía que hacer lo que a mí me parecía que estaba bien. Me entendió siempre en ese sentido. Nunca he tenido ningún problema. Yo no creo que hubiera secretos entre Evita y Perón. Mi experiencia me dice eso. Lo que ella buscaba, siempre, era allanarle el camino a Perón. Encarnaba una suerte de institución muy típica en ciertos países de derecho anglosajón, de peticionar por el pueblo. Alguien que atiende todos los problemas del sistema, que no encajan ciento por ciento en las previsiones administrativas. Recibía una vez por semana a todos los peticionantes, y si el dinero que estaba asignado no alcanzaba, salía a la antesala, donde estaban esperando para hablar con ella, ministros o no ministros, y les pedía la contribución. A los que tenía más confianza, les pedía la cartera y la devolvía prácticamente semivacía.

A mí nunca me ha pedido la cartera para sacarme un peso, es más, en una oportunidad pasó a mi lado sin pedirme nada y le sacó a otro la cartera, donde tenía un fajo grande de billetes  -  como mil pesos  -  que en ese entonces era mucha plata. Cuando pasa Evita a mi lado otra vez me dice:  " ¿ Cómo debe hacer éste para andar con tanta plata ? ", haciendo el típico gesto de robo. Ella tenía una mezcla de sagacidad, con intuición, de rapidez mental, con naturalidad.

Aunque la intención haya sido que no fuera así, en los hechos, cambió. Porque la función de Evita no pudo ser reemplazada ... El propio Perón, en un momento dado, quiso hacerlo, concurriendo y asumiendo en la Secretaría las tareas que hacía Evita, pero se cansó, se desilusionó, y efectivamente, dejó de hacerla. En el futuro, justamente eso que hacía ella, brilló por su ausencia. Yo diría que se produjo un cambio y que quedó un gran vacío que no pudo cubrir nadie.

     

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De Julia Prilutzky Farny, escritora :

En vez de hablar sobre los sentimientos que ella despertaba en los demás, prefiero hablar del amor que ella tenía por los demás. Y esto se puede explicar con gran claridad, contando realmente cómo era un día de Eva en la Subsecretaría.

Llegaba sobre la tardecita. Caminaba entre dos filas de gente que la estaba esperando. Tenía una cualidad muy notable: de los grandes políticos, una cualidad que tenía Yrigoyen: la gran memoria para los rostros, los hechos y los asuntos. Mientras caminaba, iba diciéndole: " Fulano, el asunto de tu hermana ya está arreglado ". " Fulanito, lo que me pediste ya está arreglado ". De modo que cuando llegaba a su despacho, que podía estar en el Salón Dorado, a veces, o en el salón más chico, ya había despachado cincuenta asuntos por el camino, que los tenía perfectamente claros. Bueno, allí las cosas seguían, todo el día, con un detalle muy notable, que yo siempre cuento con un poco de envidia. Eva hacía las fichas asistenciales personalmente, y las hacía de memoria. Tengo que reconocer, que después de muchos años de haber trabajado en el problema y de los años de universidad, yo nunca he conseguido hacer una ficha asistencial de memoria. La cosa continuaba, la gente entraba, salía, todos se iban con el problema resuelto, lo que es muy importante.

No quedaban cabos sueltos. No quedaban cosas para resolver después, para otra audiencia ... No. Entraba una mujer con sus chicos y se resolvía el problema de la familia, el trabajo, la casa ... 

Me voy a apartar un poco del asunto, para contar lo que es el pueblo. Un día, ella le había resuelto a una mujer el problema de la casa, de la vivienda. La mujer volvió, y yo la paré un poco y le dije: " Pero ya está resuelto ", a lo que me contestó: " No, si me permite, le quiero ofrecer algo a la señora". Y le dijo: " Señora, como yo ya tengo mi problema resuelto ... y tengo unas chapas, nuevecitas, están buenas, yo se las quiero obsequiar, para que con esas chapas, se le pueda dar a otro más pobre que yo ". Esa era la respuesta inmediata.

Bueno, las horas continuaban, las cosas seguían: había un momento en que, no nos dimos cuenta entonces, sino mucho después, en que Eva se levantaba, claro, era lógico, había pasado muchas horas sentada, atendiendo gente, hablando, tomando té, nada más. Y de pronto caminaba, atendía, volvía a sentarse. Y en un momento dado, ya muy tarde, muy sobre la primera madrugada, voy a tratar de explicarlo: se ve que en ese momento, el cansancio y, como pensamos después, como nos dimos cuenta después, los dolores era fuertes ya, ella se apoyaba en una silla, como si fuera un reclinatorio.

Muchas veces me han preguntado cuál es la imagen más brillante que conservo de Evita y suponen que voy a contestar alguna entrada al Colón, con una capa de armiño ... No. La imagen más brillante, más entrañable, más fuerte, más importante que conservo de Evita es la de verla reclinada y atendiendo gente hasta cualquier hora de la madrugada.

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De Rodolfo Livingston, arquitecto:

En mi juventud era antiperonista. Cuando tenía más o menos 20 años era antiperonista. Todo el ambiente que me rodeaba era antiperonista: en la facultad, mis padres ... Decían que Eva Perón era " una resentida social ", que era una mujer que tenía mucho odio. Ahora que rememoro aquello, me doy cuenta que también querían que se muriera. ¿ Le deseaban la muerte ! También me parece recordar claramente un sentimiento que nunca me atrevía a expresar con palabras, que tampoco me animé a decírmelo a mí mismo; un sentimiento de disconformidad. Yo estaba contra Eva Perón, pero, en realidad, no estaba convencido del todo. Nunca dije que simpatizaba, pero no podía desear que muriera de cáncer. Había una incomodidad mía cuando salí con tantos otros cretinos de la época a tocar bocina. Tocando bocina, festejando la caída de Perón ... ¿ Yo hice eso ? Mi cuerpo hizo eso, pero había una incomodidad interna que ahora siento todas las veces que no digo exactamente la verdad, que no digo lo que siento. Lo que me propongo ahora, lo que trato en la vida, porque a veces niego las cosas, niego mi tristeza, es no negar nunca más lo que siento. Era antiperonista, pero no lo era desde lo profundo de mi ser. Recapitulo sobre si Eva Perón era una mujer resentida y pienso que quizá tuvo odio, porque era un ser humano, no era una santa; pero ese odio fue proporcional al inmenso amor que tuvo por el pueblo. Creo que, quizás odió tanto a los opresores del pueblo, que existían y existen hoy, como amó al pueblo. Y ahora digo que fui un tonto en esa época, porque quien no se da cuenta es un tonto. Yo no me daba cuenta y ahora recupero la imagen de una mujer a la que admiro profundamente. Eva Perón fue una mujer que vivió todos sus sentimientos con intensidad. Y sus sentimientos fueron sumamente nobles.

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De Leopoldo Marechal, escritor:

Los que seguimos de cerca la obra cumplida por Eva Perón en la Fundación que llevara su nombre, advertimos en ella dos caracteres que difícilmente se dan juntos en instituciones de las misma índole: " el calor personal " que ponía Eva Perón en sus trabajos y que brotaba espontáneamente de su tierna humanidad y a la vez de su conciencia revolucionaria; y el estilo " no burocrático " , mejor sería decir " antiburocrático ", de su obra social, ya que se aplicaba directamente a la materia viva de los humildes y en función " realista " de sus necesidades conocidas aquí y ahora. El futuro, que sin duda recordará y juzgará el destino admirable de esta mujer, advertirá que no usufructuó ella de las circunstancias, sino que las circunstancias usufructuaron de ella, como lo hace invariablemente la historia con las " vocaciones " o llamados individuales que la historia usa y con los cuales realiza o pone " en acto " sus acontecimientos posibles. Eva Perón escuchó ese llamado y respondió a él con heroica fidelidad. ¿ Y qué provecho sacó de las circunstancias ? La vigilia, el cansancio, la enfermedad, la muerte.

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De Ricardo Halac, cronista y dramaturgo:

Eva Perón, ¿ fue buena o fue mala ? Parecería que durante un tiempo fue mala y ahora es buena sin remedio. Parecería que durante un tiempo fue una santa para los humildes y que a medida que fue cuajando en el molde se transformó en un héroe de bronce. El primer problema - problema que irrita a algunos hasta la locura - es por qué un personaje público tiene que ser malo o bueno. ¿ Porque entra en un mundo de leyenda, donde los actores son malos o buenos, como en los cuentos ? Pero la historia no es fantasía. Es una realidad donde acertamos y nos equivocamos, y que debemos precisar para saber por dónde transitar en el futuro. Rosas fue un tirano cuando se sustentó en un sistema de delación y miedo y un patriota cuando defendió la soberanía contra los ingleses y franceses. Perón fue lúcido cuando abrió las puertas de la sociedad a una clase obrera desposeída y cayó en la trampa cuando se dejó adular por un entorno mediocre, que al final determinó su renuncia en 1955. En el orden internacional, Napoleón fue un hombre que adelantó su época en la medida que difundió los beneficios de la Revolución Francesa por Europa, pero sembró la confusión y el atraso cuando se coronó Emperador. En algunos casos las virtudes suman más que los defectos, en otros es al revés. Evita es uno de los pocos personajes históricos que surgen de capas muy humildes y llegan a esos lugares desde donde se puede empujar los destinos de una comunidad. Eva Perón fue hija natural y soportó grandes privaciones en su infancia. Estuvo " marcada " por una sociedad prejuiciosa. Era adolescente cuando vino a Buenos Aires y hubo muchos anónimos personajes que la ayudaron a sobrevivir hasta que hizo pie en su carrera de actriz y conoció a Perón. La forma de amor que unió a los dos no fue la típica. Uno vio en los ojos del otro un destino social, más allá del que los podía unir en matrimonio. De ahí la desprolijidad con que llegaron a la unión legal. Después aparece la Eva primera dama; la Eva de las joyas, los tapados, los perfumes, las diatribas contra la clase alta de la sociedad, y la Eva de los humildes, capaz de atender hasta altas horas de la noche hasta el más minúsculo problema planteado por un desposeído. Acá viene el segundo problema: ¿ sus defectos empañan sus logros ? Creo que todo la potencia; su pasado va enriqueciendo su futuro; a medida que gana en experiencia obtiene mayor lucidez; y es así que finalmente logra transformarse en un personaje clave de un momento decisivo de la historia argentina. En ella hubo mucho amor; sólo así se explica que haya trascendido a las generaciones futuras; porque el odio finalmente pudre y sólo el amor fortalece. Si asombran la fuerza y el coraje de Eva Perón, emociona hasta las lágrimas su amor por el pueblo. Intenso, renovado, verdadero. Surgía de su apasionado corazón y se irradiaba hasta el corazón de cada hombre y cada mujer que lo recibía . Dio y recibió mucho amor. Su vida fue una entrega total a una causa de justicia y dignificación de la clase más desprotegida y explotada. Nunca se podrá decir que había egoísmo y ambición personal en lo que hacía. Ahí está el relato de Perón: " El día antes de morir, me mandó llamar porque quería hablar a solas conmigo. Me senté en la cama y ella hizo un esfuerzo por incorporarse. Su respiración era apenas un susurro. Me dijo balbuceante: " No tengo mucho por vivir. Te agradezco lo que has hecho por mí. Te pido sólo una cosa más ... " Su frente estaba brillante de transpiración y volvió a hablar en tono más bajo: " No abandones nunca a los pobres ... " No cabe pensar que frente a la muerte alguien pueda seguir manteniendo una farsa. Es honesto, pues creer que Eva Perón no mintió, que no lo hizo en los últimos instantes de su vida, cuando recomendó a Perón que no se olvidara de los pobres. De esos " descamisados " que ella había amado y por los cuales trabajó incansablemente. Indudablemente, los amaba de verdad.

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Del Dr. Ramón Cereijo, ministro de Hacienda:

Evita fue realmente un nexo entre el gobierno y los trabajadores. Ella recibía en su despacho a todo el mundo. Desde allí conocía verdaderamente lo que pasaba en el país y con ese respeto que le tenía al general Perón le transmitía la información y lo ubicaba. Es precisamente cuando muere Eva Perón que el Presidente carece de esa información tan valiosa que le permitía zanjar cualquier dificultad dentro del gobierno. Mi imborrable recuerdo: En una oportunidad se le acerca un hombre enfermo de lepra, todos quieren apartarlo pero ella le da un beso. Cuando le preguntan por qué ha hecho eso, responde: " Porque es la única alegría que puede llevar esta persona en este momento ".

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De Arturo Jauretche, escritor y político:

Eva Perón fue una artista mediocre que de pronto se encontró con un país por escenario. Pero una mujer común no lo hubiera llenado y habría fracasado ante el país. Como ser de excepción, brilló y duró como una llamarada y tanto ardió, que se quemó en su propio fuego. Es como si hubiera nacido y muerto en los pocos años de su vigencia, como si su existencia hubiera sido nada más que un tránsito. Fue, sin duda, una mujer de excepción pero es difícil, por más excepcionales que fueran sus condiciones y por más favorable que le fuera el azar, concebir que lo que fue, representó y representará sea la expresión simple de su personalidad. Hay seres en los que se mete la historia y se expresa a través de ellos como si quisiera símbolos vivos que inútilmente la inteligencia trata de explicar. Diciendo esto, se nos asoma inmediatamente el recuerdo de Juana de Arco. Cuando se dan estas ocasiones, puede tratarse de una modesta campesina o de una actriz mediocre: son los hechos que se conjuran, para encarnarse en un ser que los resume.

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De Cristina Alvarez Rodríguez, sobrina nieta de Evita:

Una vez, en la provincia de Río Negro, una ancianita se me acercó, me abrazó llorando y me dijo: " Yo la conocí ... yo la ví ... yo la ví ..." Fue conmovedor. Para esa mujer, Eva es parte de su familia.

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Indice de anécdotas

Textos cortesía de Carlos Vitola Palermo de Rosario, Santa Fe, República Argentina.


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Esta página está dedicada a mi esposa Dolors Cabrera Guillén, fallecida por cáncer el día 12 de marzo de 2007 a las 18.50 y por seguir su última voluntad, ya que conociéndome, antes de morir, me hizo prometerle que no abandonaría la realización de mis páginas web.

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