DOCUMENTOS SOBRE EVA DUARTE DE PERON 


Eva Ibarguren EVA IBARGUREN EVA DUARTE EVA PERON EVA PERON EVA PERON EVA PERON

María Eva Duarte de Perón / Evita. Argentina 1919-1952

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HISTORIAS, ANECDOTAS y TESTIMONIOS 

Evita en el Hogar de Tránsito Nº 2, hoy Museo Evita, Lafinur 2988, Buenos Aires

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De la Dra. Griselda Tessio, abogada, licenciada en Ciencias de la Educación, política:

Democracia o autoritarismo: por allí pasa la contradicción fundamental de las sociedades modernas.

En la construcción de la Argentina como Nación los hombres de 1880 forjaron un modelo de país basado en los derechos civiles y la imperiosa invención de la identidad nacional relacionada fundamentalmente con la educación pública. El universo de las leyes y de las palabras que explicaban la República ingresaron al siglo XX luchando por la conquista de los derechos políticos; éstos llegan de la mano de la ley de sufragio universal y el acceso de los sectores medios al mundo político con el ascenso de Yrigoyen. Finalmente, con el gobierno de Perón, los derechos sociales, que venían siendo reclamados y formulados por vastos sectores sociales y políticos, alcanzan su institucionalización en leyes y cambios en la economía y la cultura nacional.

Muchos momentos difíciles debieron atravesarse, contra privilegios consagrados e intereses corporativos no sólo instalados en el Estado sino en la sociedad civil. Desde levantamientos militares, dictaduras, violación de los derechos humanos hasta golpes de estado económicos.

Los años ´80 significaron el intento por recomponer una sociedad democrática. El gobierno de Alfonsín encarnó los deseos de paz y de desechar la violencia y la fuerza como recursos.

Necesitamos recomponer el tejido social, recrear un proyecto de país que incluya a todos, recuperando instituciones esenciales y posibilitando nuevas formas de participación ciudadana. Hace mucho tiempo que miramos, a veces sin ver, el estrago del hambre y el crimen de la injusticia, la pobreza y sus enfermedades, la puerta cerrada del futuro para muchos hombres y mujeres.

Construir una democracia es, sin duda un compromiso que nos involucra, a la sociedad política y a la civil.

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De Pablo Mendelevich, docente, titular de la carrera de Periodismo y Comunicación de la Universidad de Palermo, periodista y escritor, articulista en diario Perfil, autor del libro El país de las antinomias, Ediciones B, 272 páginas, año 2008:

Que la idea de la vuelta permanente forma parte esencial de la iconografía peronista, lo sabemos bien todos los argentinos que en los sesenta estábamos cursando la infancia o la preadolescencia. Varios millones tuvimos nuestro primer asomo a la vida " política " cuando el paisaje callejero de fútbol de barrio por doquier, delantales blancos, zorros grises, vigilantes de la esquina y muchísimos menos autos que ahora ( las Estancieras, los Reanult Gordini, los Di Tella, los Rambler, algún Valiant ) se completaba con paredes, cualesquiera, que tantas mañanas aparecían pintadas con dos letras: una generosa V corta mayúscula, y por encima de ella, como si la V la contuviera, la P de Perón. Logo, que si fuera contemporáneo, animaría entusiastas tertulias semiológicas sobre liderazgo y virilidad.

Nuestros padres, millones de padres, cumplieron en algún momento con la tarea de explicarnos que la P adentro de la V quería decir " Perón vuelve ", aunque a partir de allí las enseñanzas se bifurcaban. Los papás que en las décadas anteriores habían estado del lado del antiperonismo llevaban la peor parte. Tenían que decirles a sus hijos que el tal Perón era un señor prohibido, alguien que había sido presidente años atrás y que, de malo, había hecho y aquello ( variaría, seguramente, el acento sobre la calidad moral del " segundo tirano prófugo ", como lo llamaba entonces el diario La Prensa ). Ante la curiosidad infantil, en un solo acto los papás de extracción antiperonista convalidaban la veda dispuesta por las autoridades sobre el dueño de la P y la clandestinidad de los pintores. Más difícil debía ser explicar la V: el tiempo verbal de la V. ¿ Cómo que vuelve ?, tuvieron ( tuvimos ) que haber preguntado miles de chicos, haciendo rodar el sentido común que nos es dado cuando nacemos y que, en muchos casos, gastamos demasiado rápido. Pregunta infantil obligada: ¿ y cuándo vuelve ?.

Vaya uno a recordar los malabarismos dialécticos de nuestros padres para salir del atolladero, con una gama que iba desde el " quedáte tranquilo que no va a volver nada ", hasta explicaciones más complejas sobre cómo se amalgaman en la vida la intención, los objetivos, la pasión y la esperanza.

Tal vez con voz más susurrada, los papás peronistas, en cambio, hacían profesión de fe, se les iluminaba el rostro, evocaban los años felices, transmitían el ideal, repasaban el presente histórico del verbo y cerraban el diálogo con la promesa ilusoria - ¿ o la certeza ? - de que, efectivamente, algún día el general volvería.

De más está recordar que la historia premió a los que traducían las infinitas pintadas con la V y la P con ilusión y castigó a los que pretendían leerlas como manifestación irreverente de delirio místico. Es que para unos y para otros, " Perón vuelve " ( consigna que en los setenta la Juventud Peronista deslizaría a los términos de una promo: " Luche y vuelve " ) de alguna manera significaba volver ( sic ) a invertir la antinomia, nunca erradicarla. Significaba revancha.

Perón consiguió que su decenio, en especial el primer gobierno, quedase grabado a fuego en la memoria de millones de obreros y en la de su entorno social - la mitad de la población o algo más - como la mejor época individual y colectiva que a ellos les había tocado, prosperidad generalizada que sólo la oligarquía, con su malicia constitutiva, había hecho abortar. En el otro medio país Perón logró un efecto igual de potente, pero de sentido opuesto. Había dejado impresa sobre este grupo no menos vasto la idea de que aquella época de imposiciones, libertades conculcadas y persecuciones debía ser superada a cualquier costo. Los más intransigentes, a quienes se empezó a llamar gorilas, sentían un odio visceral frente a los peronistas y su ruidosa parafernalia y éstos se ocupaban de estimular el odio del que eran objeto, como si la segregacíón por parte del " enemigo " atornillara sus verdades.

En este sentido jugó un papel significativo la verba inflamada de Eva Perón, con sus insultos cotidianos a la oligarquía, a los " contreras " o a los vendepatria, que siempre desaguaban en compensatorias reverencias a la grandeza de su esposo.

Así funcionaba la democracia en la Argentina de posguerra. Era una antinomia en estado puro, una retroalimentación sinfín de antagonismo. Inevitable y, una vez en el juego, podría decirse, algo gozosa. Ambos bandos odiaban con el permiso estimulante que el régimen y el ambiente otorgaban.

Por eso, cuando la escapada antinómica de 2008 incluyó, también, una voz femenina inflamada, que junto a la de su marido llegó a denunciar más de una vez por día a los " golpistas " de la " oligarquía ", las reminiscencias fueron electrizantes. Ni Cristina Kirchner con rodete se parecía mucho a Evita ni Néstor Kirchner emulaba el carisma del general Perón, pero la partición de la Argentina en dos y algunas ornamentaciones ambientales bastaron para que resplandeciera con furia aquel pasado agridulce. Agrio para quienes dicen que el mundo es otro y no tienen buen recuerdo del cisma argentino, dulce para los que sienten que vale la pena el antagonismo si se trata de reponer tiempos felices.

Desde un comienzo los peronistas - no los militantes, los más politizados, los más leídos, como en el modelo anarquista, sino los de baja o nula contextura política - tuvieron una perseverancia asombrosa, venían equipados con un fervor que no se parecía al de los partidarios de otras ideas. Fervor no exento de jactancia ni, muchas veces, de rencor. Creían, idolatraban, adoraban, así como pasaban de juzgar lo excelso a lo execrable sin escalas. Fuertes elementos emocionales y también fragmentos de una exótica religiosidad profana regularían para siempre su adhesión , entremezclado todo con enunciados políticos mutantes, organizados por un inmenso pragmático: Perón. Esa mística iba a transcurrir después de 1955 sobre el verbo de la cohesión peronista. El verbo volver.

Pero la partición del país en dos terminó muy mal. Atrasó el desarrollo, engendró nuevas clases postergadas y consolidó enfrentamientos que desencadenarían una guerra civil larvada en los años setenta. No porque se hubiera recogido en los setenta el remanente del peronismo - antiperonismo - a esa altura algo desdibujado - sino por una simple letra, asunto de conjunciones que vino para quedarse: se consagró la democracia excluyente, uno o los otros, en desmedro de la incluyente, unos y los otros. Las " o " fraguaron con el resistente cemento de las antinomias de variada intensidad que se sucedieron con Rosas, Yrigoyen y Perón.

A cambio de la prosperidad de amplios sectores de la población antes marginados, el respeto por las minorías, base de toda coexistencia pacífica, fue demolido. Ya durante la antinomia radicales - conservadores, con el fraude descarado a la vista, el pluralismo había sido un proyecto de cartón. Pero luego la " Revolución del 43 " abolió el fraude y Perón, que por cierto cambió el perfil de los beneficiarios, perfeccionó estruendosa y ampulosamente el formato nosotros, sí; ellos, no. Lo hizo mediante una rara combinación de comicios limpios, enormes y frecuentes movilizaciones, democracia al borde de la legalidad, cierre de caminos a la alternancia en el poder. En definitiva, formalidades democráticas en pleno funcionamiento bajo una declamación revolucionaria que consideraba enemigos - conspiradores a los opositores. ¿ No es acaso una contradicción participar de un sistema legal que admite a esos otros y a quienes a la vez se denuncia todos los días como enemigos del pueblo ? Sí, claro, la misma contradicción presente en los intermitentes diálogos de la presidenta Cristina Kirchner con la dirigencia del campo, a la cual media hora antes y media hora después se trataba como golpista, boicoteadora de la mesa de los argentinos, enemiga del pueblo.

La costumbre de no respetar a las minorías recibió otra doble capa cuando el antiperonismo tomó el poder. El gran error político de los antiperonistas consistió en creer que podía haber una democracia con medio país proscripto ( " minorías " en verdad abultadas ), sobre la base de que Perón y los peronistas serían escindidos el uno de los otros. La " Revolución Libertadora " fue incapaz de procesar las reformas sociales de Perón y de construir una alternativa políticamente eficaz. El odio se impuso. Todo lo peronista era malo.

Hoy se hace foco en la prohibición, dispuesta por Aramburu, de nombrar a Perón, decreto grotesco que al menos tiene la virtud de graficar el grado al que había llegado la intolerancia. En el contexto de 1955, esa medida era vista como contrafóbica: el fanatismo que exudó durante nueve años y medio la propaganda peronista y la hostilidad organizada desde el Estado contra la oposición tenían, quizás, un peso equivalente a la idea tribal de que si nadie nombraba al líder adorado, el culto hacia su persona iba a encogerse.

Lo de buscar el empate remite a la visión deportiva de la historia, pero también evoca a la ley del Talión, que en el Antiguo Testamento enuncia la justicia retributiva ( no confundir con la justicia redistributiva ), según la cual, la propinación de daños mutuos idénticos garantiza cuentas ajustadas. Eso estaba bien en la Edad Antigua. El Código de Hammurabi, que regía la vida de los mesopotámicos a la vera del Tigris y del Eufrates, decía ( escrito sobre una piedra, en babilonio antiguo ), cosas así: " Si un arquitecto hizo una casa para otro y no la hizo sólida, y si la casa que hizo se derrumbó y ha hecho morir al propietario de la casa, el arquitecto será muerto ". Otra ley ampliaba: " Si el derrumbe hizo morir al hijo del propietario de la casa, se matará al hijo del arquitecto ".

Pero entre Hammurabi y la " Revolución Libertadora " pasaron unos 3.740 años. En ese lapso, la civilización procuró que la venganza y la justicia exhibieran alguna diferenciacíón. Además el concepto de reparación histórica, que - como todos los golpes militares - la " Libertadora " enarbolaba, ni siquiera tenía por qué aproximarse al derecho penal. No era un tribunal sino un gobierno.

Tal vez fue la simplificación de la historia emergente del enfoque antinómico lo que nos acostumbró a las preguntas que empiezan con qué es peor. ¿ Qué es peor ?, ¿ el culto a la personalidad que significa bautizar todo lo público con los nombres del presidente y de su esposa, incluso La Pampa ( " provincia Eva Perón " ) y el Chaco ( " provincia presidente Perón " ) ?, ¿ o prohibir que su nombre se pronuncie ? ¿ Qué es peor ?, ¿ un pequeño puñado de muertos por la Policía del peronismo, el comunista Juan Ingalinella entre ellos ?, ¿ o las barbaries del bombardeo del 55 y de los fusilamientos del 56 ?

Llegó a considerarse pertinente la medición en el cementerio de la potencia antinómica de cada bando. O a analizarse un proceso histórico de confrontaciones sucesivas con la simpleza de una pelea callejera y a distribuirse culpabilidad e inocencia según quién fue " el que empezó " y quién el que reaccionó.

Los golpistas y adherentes de 1955 durante años habían acopiado rencor, producto, en parte, de una mentalidad clasista y segregacionista que repudiaba a " los negros " y, en otra parte, de la irritación que generaban la propaganda jactanciosa y hostil del peronismo, la obligatoriedad de afiliarse al partido para trabajar en el Estado, el culto obligatorio a Evita, el maltrato pertinaz a todos los que no eran propios, las persecuciones. El sector damnificado veía al gobierno 1946 - 55 como un régimen dictatorial, que ganaba elecciones pero no respetaba la ley, o la respetaba de manera ocasional. Lo cual, fuera del discutible concepto de dictadura, era más o menos cierto. Pero el remedio resultó nefasto: se pretendió curar un exceso con otro exceso.

Algunos de esos flashes parecen hoy familiares. Cierto racismo larvado, la división tajante entre propios y ajenos, la irritación de los sectores medios con la pareja gobernante, la percepción de que hay un aparato ganador de elecciones que no refleja con fidelidad las apetencias colectivas, o por lo menos no representa lo que la clase media urbana encuentra en sus entornos retroalimentados. Todo en dosis reducidas, quizás, pero en conjunto, por primera vez, fuertemente evocativo de la Argentina de hace 60 años. En particular, tiene un increíble aroma a déjà vu la notoria irritación que provoca la presidenta Cristina Kirchner en algunos sectores de clase media, sea porque sus costosas carteras de marca - remake de las joyas de Evita sin el glamour de Evita - no condicen con su proclamada " opción por los pobres ", sea por su estilo crispado que no consigue enamorar a muchedumbres de obreros o por la impresión de que ella aceptó someterse a las crispaciones de su marido.

La proscripción del peronismo durante casi 18 años no sólo dinamitó el argumento de la búsqueda de salubridad democrática sino que renovó la antinomia, claro que con sentido inverso, lo que tiñó más al sistema de parcial. En otras palabras, si la antinomia peronismo - antiperonismo sólo hubiese sido una patología de los dos primeros gobiernos peronistas, resultado de la concepción schmittiana de un general que se dedicó a la política, habría tenido, quién sabe, un carácter incidental. Al espejar la antinomia original, en cambio, lo que consigue la " Libertadora " es consolidar la idea de un Estado antinómico. El problema se vuelve endémico. Y en términos políticos, dicho sea de paso, los " libertadores " ( sic ) obtienen el resultado opuesto al que pretendían, como lo sabrán las Fuerzas Armadas el día de la reposición del peronismo en el poder, formalizada al cabo del equivalente a tres períodos presidenciales de seis años ( que no existieron ) por otro general - Alejandro Lanusse -, a la sazón antiperonista de la primera hora.

El peronismo seguirá siendo el peronismo , con el movimientismo polivalente a cuestas y con todas sus contradicciones, más algunas nuevas. Incluso se habrá robustecido por la misma proeza del retorno. El antiperonismo, en cambio, definido en función de aquello que quería superar, delatará desde su misma identidad prestada, la incapacidad para cristalizar la superioridad republicana que decía pretender.

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De Teresita Ferrari, periodista y escritora:

Nadie en el mundo demostró con una claridad tan plena que el dolor y el rencor se pueden transformar en éxito, amor, solidaridad y voluntad. Esa mujer se llamó Eva Duarte de Perón. Su nombre atravesó la historia del siglo y seguirá en la memoria colectiva en un tiempo que no puede medirse.

Recorrió el mundo representado al país y deslumbrando con su gracia y elegancia. El mismo Christian Dior le pidió vestirla e inventó para ella el famoso rodete.

Renunció con valentía a la vicepresidencia del país cuando vio que las Fuerzas Armadas la repudiaban. Hizo escribir sus memorias cuando todavía era muy joven. También fue autoritaria y despectiva con los que no se decían peronistas.

En medio del fragor de su batalla política y social empezó a tener síntomas de un cáncer, pero nunca quiso escuchar a los médicos y se desangró trabajando por sus " descamisados ", como prefería llamar al pueblo.

El 26 de julio de 1952, a las 20.25, Evita entró en la inmortalidad.

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De la Prof. Raquel San Martín, periodista, redactora del diario La Nación, docente de la Universidad Católica Argentina:

En todo relato histórico hay personajes principales y silenciados, escenarios privilegiados y oscurecidos. Las mujeres solían estar en el segundo grupo, del que con empeño las viene rescatando la renovación del campo historiográfico, acompañada del avance de los estudios de género en la manera de mirar el pasado.

En esa línea se inserta el libro Mujeres, entre la casa y la plaza, de la socióloga e historiadora Dora Barrancos, editorial Sudamericana, año 2008, quien logra sintetizar en 200 páginas un siglo y medio de historia argentina, en el que rastrea la participación de las mujeres y su politización, señalando figuras destacadas y analizando el desarrollo en el país del concepto de feminismo, pleno de contradicciones.

A tono con el objetivo de la colección Nudos de la Historia Argentina, a la que pertenece, el libro se propone presentar el tema en forma de divulgación y con una escritura que evita marcas académicas, pero sin perder el rigor científico y la precisión teórica. Así, la voz de la autora - siempre convincente, nunca complaciente - guía al lector por un viaje cronológico que en realidad es una excusa para desarticular las nociones de sentido común que acompañan la presencia femenina en la historia del país.

Las páginas demuestran una creciente politización y una activa participación pública de las mujeres, el paulatino reconocimiento de sus derechos, los cambios en las costumbres y en el acceso a la educación. También rescata a algunas mujeres de participación destacada, como Alicia Moreau, Eva Perón, Julieta Lanteri, Clotilde Sabattini, las Madres y Abuelas de Plaza de Mayo y la hermana Martha Pelloni, entre otras.

Saludablemente, Barrancos aclara de entrada que el libro " no se compadece con la neutralidad ", y ese principio queda demostrado. Por un lado, cuando la sucesión de datos deja en evidencia cómo el lugar de las mujeres en la historia argentina ha sido presa de una ambigüedad recurrente: una sociedad que " pretende el reconocimiento de la modernización " pero " exhibe sin fisuras sólidos valores patriarcales ". Por otro, en el último capítulo del libro, en el que, instalada en el presente, las autora advierte que " las mujeres ya ganarían mucho si la Constitución y las leyes se cumplieran " y pasa lista a las situaciones en las que se mantiene la desigualdad: el trabajo, la participación política, el derecho a la identidad sexual, la violencia doméstica, la libertad de procreación, la explotación sexual. Como dice Barrancos, más allá de las injusticias estatales " la sociedad continúa presa de un sistema de ideas que cree en la " naturaleza subalterna " de las mujeres ". Cuando la historia ilumina un pasado oscurecido, esa luz puede prolongarse hasta el presente.

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De Mabel Müller, docente, defensora de los Derechos de la Mujer, diputada de la Nación:

Si Evita viviera, hoy no habría piqueteros pidiendo por un plato de alimentos.

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De Marina Denoy, escritora:

Evita necesitó apenas siete años de vida pública para convertirse en mito.

En su breve paso por la acción social, que coincidió con la primera presidencia de Perón ( 1946 - 1952 ), Evita creó una fundación de asistencia para mujeres, niños y ancianos, además de lograr la instauración del voto femenino.

Cuando en 1946 Perón accedió a la presidencia, Eva se ganó el favor de las desatendidas masas de trabajadores, agitando las consignas de justicia social, soberanía política e independencia económica que su esposo había convertido en banderas del flamante Partido Justicialista.

A pesar de que nunca tuvo un cargo gubernamental, Evita actuó de hecho como ministra de Salud y Trabajo, y sirvió de intermediaria para que el gobierno otorgara inéditos beneficios sociales a los trabajadores.

Los militares que derrocaron a Perón en 1955 se apoderaron del cadáver embalsamado de Evita y lo ocultaron en un cementerio de Italia, temerosos de que se convirtiera en centro de veneración de los proscriptos peronistas. El cuerpo de Evita fue devuelto a Perón, luego de 15 años, en Madrid. Desde 1974 descansa en el cementerio de la Recoleta.

El Dr. Raúl Alfonsín, abogado, político radical, presidente de Argentina ( 1983 - 1989 ) ha definido a Evita: " Una gran luchadora por la justicia social que realizó una importante tarea ".

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De Oraldo Britos, legislador nacional:

Evita fue quien reivindicó la lucha por los derechos políticos de la mujer cuando la sociedad era bastante machista.

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De Américo Tanno, político:

Evita trascendió el espectro meramente político para convertirse en un mito inolvidable. Evita ya no pertenece a una parcialidad política, les pertenece a los humildes que siempre fueron sus incondicionales, a los intelectuales que la asimilan ahora frente a los grandes transgresores de la historia, a las feministas que recuerdan los derechos de las mujeres postergadas, a la izquierda que ve en ella a una verdadera revolucionaria.

El amor de su pueblo la evoca santa y el odio de los mediocres la convirtió en mártir.

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De María Lucrecia Monteagudo, legisladora:

La historia pocas veces tiene la capacidad de generar personas de tamaña capacidad. Evita vive en aquellas personas que dan la pelea día a día, ella es un símbolo de los argentinos que va más allá de los partidos políticos.

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Del Museo Evita, Lafinur 2988, Buenos Aires, Argentina:

El Museo Evita abrió sus puertas el 26 de julio de 2002 al cumplirse el 50 º Aniversario del fallecimiento de Eva Perón.

El Museo Evita se ha convertido en un hito turístico - cultural de la Ciudad de Buenos Aires, visitado no sólo por los argentinos, sino también por miles de turistas de todo el mundo.

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De Cristina Morató, fotógrafa, escritora y periodista, licenciada en Ciencias de la Información por la Universidad Autónoma de Barcelona, vicepresidenta de la Sociedad Geográfica Española, en el lujoso trabajo Mujeres de leyenda, del famoso semanario español ¡ HOLA !, fundado por Antonio Sánchez en 1954, una fascinante obra con más de 500 fotografías, en el que se narran las deslumbrantes historias de 7 mujeres cuyas vidas se han convertido en todo un mito del siglo XX, 426 páginas, profusamente ilustrado, año 2008, España:

Bucear en las apasionantes historias de estas célebres mujeres que durante décadas ocuparon las páginas de las revistas ha sido - lo confieso - una de las aventuras más intensas y gratificantes de mi vida profesional. Los nombres míticos de Eva Perón, Coco Chanel, María Callas, Jacqueline Kennedy, Wallis Simpson, Audrey Hepburn y Bárbara Hutton - romances y escándalos aparte - simbolizan el triunfo de la voluntad y la lucha de unas mujeres que consiguieron, gracias al duro trabajo y a una personalidad fuera de lo común, convertirse en auténticos íconos del siglo XX.

Mujeres de leyenda - con sus luces y sus sombras - que nos siguen cautivando, porque nos demuestran que los cuentos de hadas existen, aunque no siempre tengan un final feliz.

Todas ellas han pasado a la Historia gracias a su tenacidad, a sus dotes artísticas, a la pasión que sentían por lo que hacían y en ocasiones al destino que marcó su existencia.

Mujeres excepcionales, más allá del éxito, la fama y el poder.

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De Eduardo Sánchez Zinny, pintor e historiador, autor del libro antiperonista y pro " Revolución Libertadora " titulado El culto de la infamia - Historia documentada de la segunda tiranía argentina, impreso en Artes Gráficas Bartolomé Chiesino S.A., 647 páginas, Buenos Aires, año 1958:

Eva Perón fue la abanderada del peronismo. Nadie podrá desconocer la tenaz labor de esta mujer por el triunfo del régimen al que dedicó sus energías y su vida misma.

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Del Cnel. Federico Gentiluomo, militar y escritor, autor del libro titulado Perón, el Ejército y la Iglesia, colección Biblioteca Extra, ediciones Liber Líberat, editor Carlos Augusto Brandon, 127 páginas, Buenos Aires, año 1970:

Aun en nuestros días, pese a todo cuanto ha ocurrido, hay, en la generalidad de las personas, alguna confusión en lo que respecta a ciertos términos usados al referirse al movimiento popular encabezado por Perón.

Perón es un verdadero fenómeno histórico; el Peronismo un estado emocional; y el Justicialismo, una postura intelectual.

Perón, que aparece en el escenario nacional en 1943, trasciende, sorpresivamente, de la esfera castrense, para convertirse, en poco tiempo, en un líder, indiscutido e indiscutible, de las clases populares argentinas.

No se trata de simpatizar o no simpatizar con Perón. De creer o no creer en él. De seguirlo y apoyarlo, o de combatirlo. De amarlo o de odiarlo. Se trata, simplemente, de que ese hecho es real. Y por lo tanto, constituye un verdadero fenómeno histórico del que no se puede prescindir.

El peronismo es la corriente, el conglomerado, la amalgama de millones de hombres y mujeres de todas las edades y de todas las categorías, que lo erigieron en jefe, lo proclamaron líder, lo exaltaron hasta el endiosamiento durante su gobierno y que, una vez derrocado, con una consecuencia y lealtad no conocida hasta la fecha, lo siguió, reconociéndolo por jefe absoluto y único, obedeciéndolo y amándolo apasionadamente, más allá de toda medida del bien o del mal, del acierto o del error, del triunfo o del fracaso. Es evidente que tal afecto sólo puede responder a un estado emocional de las masas que se manifiesta fanáticamente por impulsos a la obediencia a sus órdenes y disposiciones, a la fe en sus resoluciones y en su genio, y a la irrenunciable esperanza de que encontrará el camino de la victoria final.

Pero más allá de ese estado emocional, liberado de las influencias psíquicas, para apoyarse en especulaciones mentales, sobre bases científicas, hay otra variante que representa una verdadera postura intelectual: el Justicialismo, que condiciona un movimiento doctrinario sociopolítico cuya vigencia es indiscutida desde que sus postulaciones, ya sea por aplicación, adaptación o simple coincidencia, están siendo enarboladas como rectoras del reordenamiento que las circunstancias exigen y eso, no sólo en el ámbito nacional, sino del mundo entero.

En ese orden de factores resultan tres imágenes de Perón: Perón hombre, Perón mito y Perón idea.

Las tres imágenes de Perón, distintas la una de las otras por sus manifestaciones y sus efectos, condicionan la base para estudiar y entender este fenómeno histórico argentino, y pueden constituir, si se procede con sinceridad y sin pasionismos, el camino para el esclarecimiento y posterior comprensión.

Si tanto los que militamos en el Justicialismo, y somos peronistas, como los antiperonistas ( anti-justicialistas hubo pocos ) observamos con ecuanimidad estas tres imágenes, encontraremos, sin duda, coincidencias promisoras, sin que nadie deba forzar su conciencia o sus creencias o su amor propio, para aceptar o rechazar aquéllo que comulgue, o no, con su propia manera de ver las cosas.

Un pensador argentino dijo, con todo acierto, que " es histórico lo que sucedió una vez y para siempre ". Y eso es lo que realmente importa, porque es lo único que se incorpora a la evolución y que reciben, como herencia, las generaciones que nos siguen.

La imagen de Perón hombre es , posiblemente, la que provocó el mayor enfrentamiento entre los argentinos. Esa imagen, que enfervorizó a las multitudes, concitó también los mayores odios en ciertos sectores de la ciudadanía.

Y ambos estados emocionales son los que retardan la oportunidad para el diálogo constructivo en busca de soluciones. Y es, como en todos los acasos, el sentimiento de odio, que deviene rechazo, el que más trabas pone para el diálogo. Creemos que este estado de cosas podría sufrir substanciales modificaciones si se comprendiera el desdoblamiento de las tres imágenes de Perón. Claro está que no es fácil establecer una diferenciación entre ellas, que haga posible aceptar alguna y rechazar otras, de acuerdo a las inclinaciones de cada observador. Lo natural es aceptar en conjunto las tres imágenes o rechazarlas en conjunto. No obstante, lo más consciente, sería lograr su diferenciación y tener la suficiente entereza para rechazar lo que se supone rechazable y aceptar lo que es aceptable.

Después de todo, y dejando a un lado cualquier exageración, si tomamos la imagen Perón hombre nos encontramos - como ocurre en todos los casos de personajes de gran magnitud - con un ser como todos los otros seres humanos. Con virtudes y defectos. Con grandezas y bajezas. Con capacidad para el bien y para el mal. En resumen, con un ser como todos los otros seres. Que nació, creció, se educó y evolucionó como todos los otros hombres. Y que como todos los otros hombres supo despertar simpatías y antipatías, amor u odio, admiración o desprecio. Y si alguna diferencia ofrece con los demás hombres, está en el factor cuantitativo, producto de la amplitud del escenario en que actuó y de la intensidad de la acción.

Resulta lógico, en consecuencia, que en este sentido pueda, como ocurre a todos los hombres, ser aceptado o rechazado. Que se sobreestimen o sobestimen sus virtudes; que se disminuyan, toleren o magnifiquen sus defectos, según la corriente de simpatía que despierte. Pero, cuando el hombre trasciende a la esfera de la idea, ya no es legítimo ni es honesto, ni tampoco constructivo, trasladar a esta esfera la simpatía o la antipatía, el amor o el odio que despertó el simple hombre como tal. La historia está saturada de ejemplos al respecto, y podemos afirmar que si no se hiciera tal diferenciación, el camino del progreso, en todos los órdenes, estaría huérfano de grandes personajes que por la acción de sus ideas fueron los motores propulsantes de tal progreso. Y esto tendría que servirnos de ejemplo aleccionador a los argentinos. Ni San Martín, como hombre, pudo eludir esta realidad del amor y del odio, de la simpatía y la antipatía, del apoyo o el rechazo, de la alabanza y la diatriba.

Al hacer estas adquisiciones no estamos colocando a Perón en ninguno de esos casos. Esa es tarea que corresponde a cada uno de los argentinos de acuerdo a sus sentimientos. Cada uno, desde la ubicación que tenga, pueda comprender la verdad y la justicia de nuestras conclusiones. Nos limitamos a ser objetivos.

Juan Domingo Perón abraza desde muy joven la carrera de las armas. Se trata, muy probablemente, de una cierta determinación vocacional, a juzgar por el fervor con que se entrega, los éxitos que obtiene en su transcurso, los conocimientos que acumula, los trabajos profesionales que realiza, y el prestigio que adquiere luego como profesor, especialmente en la materia de Historia Militar. Así alcanzó el grado de coronel de la Nación, apreciado en su capacidad profesional y en sus condiciones de hombría de bien por la mayoría de sus camaradas, tanto compañeros como superiores y subalternos.>p> Hasta aquí la imagen exclusiva de Perón hombre se nos ofrece en la primera parte de su vida, durante la cual se va preparando para otro destino muy distinto, que comienza a realizarse, sorpresivamente, en la revolución del año 1943.

Fue siempre de tendencia nacionalista, sentimiento que se debe haber afianzado en su espíritu durante su estadía en Italia, donde posiblemente, comienza a tomar forma y a afianzarse en su mente el pensamiento político que luego tratará de imponer.

Hemos dicho que Perón fue siempre de tendencia nacionalista. Debemos aclarar, ahora, que el nacionalismo que abrazamos en la juventud, los que ya hemos pasado el medio siglo, levantaba, como estandartes, los conceptos de Soberanía Política e Independencia Económica. No podemos, en consecuencia, atribuir a Perón la paternidad de tales estandartes sin falsear la verdad. Lo original, determinante y exitoso que trae Perón, y que lo llevará al pináculo de la popularidad y del poder, es otra cosa.

En las postulaciones y en las luchas nacionalistas anteriores a 1943, que enarbolan las dos banderas ya citadas, hay una ausencia tremenda: la dimensión humana. Era, realmente, un nacionalismo declamatorio, nutrido en el liberalismo, que concebía la patria como una abstracción y al Estado ( en el concepto nación y no gobierno ) como una simple dimensión geográfica, donde el pueblo seguía siendo objeto del quehacer nacional, tanto en sus manifestaciones políticas como económicas. Así es cómo se explica su impopularidad y su accionar simplemente teorizante, desde que reproducía y pretendía actuar, una vez más, sobre una abstracción. En este caso la triple abstracción de patria, estado y nación, dentro de la cual los conceptos de soberanía política no tenían otro sentido que los límites geográficos y la independencia económica ningún otro alcance que el referente a la autodeterminación para seguir la tendencia principista liberal, capaz de hacer el milagro de lograr países ricos con pueblos miserables.

Los hechos posteriores inmediatos a 1943 prueban que Perón entra a esa revolución consciente de que, en todo Estado, o en toda Nación, además de la dimensión geográfica, existe una dimensión humana que se desarrolla dentro de aquélla y que, sin su presencia, como sujeto, la tal dimensión geográfica deja de tener sentido y, en consecuencia, la soberanía política y la independencia económica no tienen tampoco ninguna razón de ser. En cambio, adquieren vigencia plena cuando se comprende la dimensión humana desarrollándose integralmente dentro del marco de la tal dimensión geográfica porque, entonces sí, el Estado ofrece todas las características de una realidad existencial, es decir, histórica.

Y comprende más todavía, pues ya que esa dimensión humana debe realizarse plenamente, es indispensable que todas las células " hombres " que la componen, se desarrollen, también, integralmente, en el legítimo usufructo de todo lo que la soberanía política y la independencia económica permiten dentro de la dimensión geográfica.

El concepto de Justicia Social se ha incorporado al quehacer nacional. Las postulaciones del nacionalismo teórico han sido completadas por la raíz filosófica de una ideología político - social incipiente y que se apoya en las tres conocidas banderas: Justicia Social, Independencia Económica y Soberanía Política.

Y es ahora cuando Perón rompe las ataduras que lo ligaban a los esquemas profesionales y trasciende al ámbito nacional para aferrarse a los esquemas populares.

Esta es otra verdad irrefutable. Y no interesa, como hecho práctico, que el nervio dinámico que ha movido a Perón sea un impuslo idealista o un sentimiento egoísta de ambición por el poder. Lo cierto es que, al tomar conciencia de la realidad existencial de la dimensión humana, la incorpora resueltamente al quehacer nacional y la proclama como base de una doctrina. Y esa realidad es la que nos interesa, totalmente desnuda de las intenciones del hombre, como tal, que la produce.

Cada argentino es dueño de inclinarse, según su forma de ver a Perón hombre, hacia cualquiera de las dos interpretaciones. Lo que nadie puede negar es el hecho objetivo, concreto, que devendrá acción y realizaciones, que cambiarán, en pocos años, la fisonomía social argentina, lo que se produce por la simple razón de que la dimensión humana es una realidad y la Justicia Social una necesidad perentoria e irrenunciable de esa dimensión humana.

Vamos a aceptar, por un momento que, como lo sostienen los detractores y opositores, Perón fue un demagogo. Después de todo la demagogia no es un procedimiento tan repudiable si la obra que se construye a su estímulo lo justifica por los beneficios que aporta a la comunidad. Y no cabe duda que los beneficios que la obra de Perón dejó en el aspecto social, son innumerables. Y son históricos, en el sentido de que fueron algo que sucedió una vez y para siempre. Y esta afirmación es vigente por más que a partir de setiembre de 1955 se los haya venido desestimando permanentemente con retaceos y trabas de toda naturaleza. Se han incorporado a los usos y costumbres argentinas. Han devenido, pues, derecho, aunque el derecho positivo no los haya recogido aún en toda su amplitud y en todos sus alcances y manifestaciones.

Y ese es el secreto de la influencia de Perón hombre sobre el pueblo. Mejor dicho, sobre el sector del pueblo mayoritario que conformó el mocimiento peronista. Y hacemos esta aclaración porque no podemos dejar de lado a la otra parte del pueblo; la que se opuso, combatió y derrocó a Perón. No debemos caer en el error tan común de circunscribir el concepto pueblo a un determinado sector de la ciudadanía. Creemos, en cambio, que el pueblo es la totalidad de la dimensión humana que se desarrolla en una determinada área geográfica. Desde este enfoque, la acción de Perón debía necesariamente, provocar dos efectos antagónicos en el pueblo.

Desde que la sociedad argentina estaba arbitrariamente concebida y realizada ( como cuestión definitiva ) en tres clases, en cuyos extremos se encontraba, por un lado, una minoría económicamente poderosa, o poderosamente fuerte por abolengo, y, en el otro, una mayoría absoluta paupérrima y sin fuerza alguna por falta de recursos, de abolengo y de organización. Resulta así evidente que, quien se apoyara decididamente en cualquiera de esos extremos para su accionar político, tendría la adhesión de éste y la oposición del otro.

Perón elige, para su trayectoria política, el apoyo de la clase indigente. Esto le da una mayoría que implica, en un principio, nada más que un apoyo cuantitativo. Pero levanta una oposición de mucha menor importancia cuantitativa esto sí pero, superior cualitativamente, en cuanto a su conformación intelectual, posibilidades económicas y organización. Minoría que probará, oportunamente, que el odio puede ser tanto o más determinante que el amor.

Hay pues, en principio, una desventaja para Perón, que tiene precedentes. Ya, antes que él, otros políticos han pretendido apoyarse en ese extremo paupérrimo, en esta millonaria corriente popular, y han fracasado. Algunos supieron el fanatismo de las masas, pero no lograron hacer de esa masa una fuerza organizada. Otros, la gran mayoría, porque el pueblo no les creyó y no los siguió por más acción demagógica que intentaron y más frondosas plataformas electorales que presentaron.

Carne de comicio, desde muchos años, la masa popular era incrédula, con una incredulidad que la había arrastrado a la resignación y a la indiferencia total a la acción política. Y permanece ajena a esa lucha en la cual, los que realmente se enfrentan, son los dirigentes que han hecho de la política una profesión y una manera de vivir.

Perón comprendió esa realidad y sintetiza ese saber en aquel famoso slogan: " Mejor que decir es hacer. Mejor que prometer es realizar ". Tal vez pueda verse demagogia en su fondo. Pero era un slogan que respondía plenamente a la realidad imperante. Y tomará plena vigencia como verdad en cuanto se concreten las primeras realizaciones.

Además, Perón, sabía cómo poder liberar a la dimensión humana del acatamiento a su papel de objeto para convertirla en sujeto. Sabía que frente a esas minorías todopoderosas que van a ser sus encarnizdas enemigas, solamente la organización del proletariado puede darle el equilibrio de fuerzas y convertirse en el arma de la historia. Porque comprende eso es que se lanza, de inmediato, a la organización sindical, que propicia y desarrolla. Con tal organización no sólo tendrá en sus manos una verdadera fuerza política sino económicamente capacitada para la acción.

Y otra cosa más: el aglutinamiento de los obreros en sindicatos hace comprender, inmediatamente, a los trabajadores que, por primera vez, las promesas van a cumplirse y que las postulaciones teóricas son ahora, una realidad alcanzable.

No puede extrañar, entonces, que por ese camino haya surgido un apoyo inmediato, ya que con ese apoyo podía significar la concreción de esperanzas muchas veces postergadas. Y cuando así sucede, el apoyo se convierte en fe. Y la fe en bien entendido fanatismo. Y Perón sabe estimular esa fe. El fanatismo se prolonga y se acrecienta día a día.

Simultáneamente, Perón actúa sobre la llamada clase media que, en la Argentina, es numerosa y reúne la mayoría de los elementos intelectuales, ya que no de los dirigentes, status que aún mantiene, como un privilegio, la oligarquía.

Así va logrando Perón conformar las distintas ramas de su movimiento, sumando a lo gremial, lo político y femenino, con lo que obtiene una indiscutida mayoría dentro de la cual cuenta con todos los escalones de la sociedad.

Es un avance demasiado profundo, dentro del viejo panorama nacional, que comienza a conmover los cimientos de la vieja construcción, amenazando con el aniquilamiento de intereses creados, de privilegios y beneficios derivados de esas mismas circunstancias. Por tal razón se ha de cumplir, acá también, la ley física que establece que a toda acción corresponde una reacción de la misma magnitud y en sentido contrario.

La obra de Perón, en el orden de la Justicia Social, promueve reacciones en dos sentidos: en los capitales lesionados en la disminución de sus ganancias, y en el mundo " social " de la oligarquía, que se siente " repugnada " por el crecimiento de los " cabecitas negras " o " descamisados " que comienzan a invadir, al aumentar sus posibilidades económicas y facilitárseles el acceso, los lugares que hasta entonces fueron privativos de la " gente bien ". Y, aunque esto, visto a la distancia y cuando ya la mentalidad, especialmente en la juventud, ha evolucionado mucho, parece una exageración o una puerilidad, fue uno de los elementos de juicio de mayor peso para volcar opiniones en contra de Perón y de su régimen.

Es que, hay que insistir en ello, se trata de trata de una verdadera conmoción en la manera de vivir argentina que, por un lado eleva a los sumergidos y, por el otro, estimula la reacción de los que todavía suponen y sostienen la existencia de privilegios de fortuna y abolengo que no pueden ser vulnerados por la plebe, a la cual condenan por in aeternum a vivir postergada.

A tales impulsos, la corriente que acusa a Perón de demagogo y ambicioso de poder, crece en su oposición, primero, y en su odio, después, hacia quien culpan de atropello a privilegios y derechos que legítimamente les corresponden. Y están sinceramente convencidos de ello. Esa es una resultante de la educación que hemos recibido los argentinos durante muchas generaciones.

El antagonismo, violento y destructor, ha hecho su entrada en escena. Y, desde entonces, las pasiones encontradas jugarán un papel de primera magnitud cerrando todo camino al razonamiento y a la comprensión. Es una guerra a muerte en la que Perón hombre, por ser el factor desencadenante, está destinado a ser la víctima principal. Y, como en todas las guerras, para cada bando el enemigo es la síntesis de todo lo malo mientras ellos, lo son de todo lo bueno.

Y Perón idea queda subyacente bajo tantas pasiones desatadas, y en cambio, toma vigencia Perón hombre.

Las obras realizadas, los cambios operados en la forma de convivencia, los avances profundos en el camino de la Justicia Social, y todo aquello que presupone un afianzamiento doctrinario que conduce a un nuevo orden, dejan de tener importancia para los sectores en pugna. Para el peronismo, enfrentado a la reacción, es más importante la exaltación del Jefe que todo lo demás. Y el estribillo de la canción partidaria llena todos los ámbitos del país: " Perón, que grande sos ". Para la oposición, enfrentada a Perón más que al peronismo, todo lo realizado es falso o es inexistente, menos " los atentados al pudor " que ocurren en la UES, los latrocinios y la persecución de opositores, con monstruosas anécdotas imaginarias que van circulando por todo el país como si pretendieran ser un dique de contención para aquel " Perón, que grande sos " que cantan a los gritos millones de hombres y mujeres.

Se odia a Perón hombre y eso basta para combatirlo en todos los terrenos y en todas las armas, rechazando sin más todo lo que de él venga, aunque se trate de aciertos.

Se ama a Perón hombre y eso basta para enzalsarlo hasta el endiosamiento aceptando sin más todo lo que de él venga, aunque se trate de errores.

Es el drama de Perón hombre adquiriendo toda su crudeza y convirtiéndose rápidamente en el drama de la nación toda.

Paralelamente intervienen otros factores que agravarán, más aún, el antagonismo, ya que van a exacerbar tanto el odio como el amor. Uno de ellos, el más importante, es la presencia y la acción de Eva Perón que, en su corta trayectoria, desarrolla una labor tan intensa y tan exhaustiva que la convierten en un ser excepcional y en un personaje de gravitación decisiva, conjuntamente con ello, en una de las causas más importantes del enfrentamiento. La clase humilde la eleva a los más altos pedestales, agradecida a los innumerables favores recibidos. La " clase bien " la desprecia y la combate sin piedad, porque no le perdona su origen, su encumbramiento, su preferencia por la plebe y su extraordinaria belleza y distinción.

El otro factor lo constituye el encumbramiento de dirigentes extraídos de las clases humildes que choca a ciertos sectores y hasta es tomado como incalificable atropello por la élite, acostumbrada a usufructuar todos los cargos y puestos de jerarquía dentro de la administración nacional.

Y es así como el proceso que se desarrolla alrededor de Perón hombre, en tanto el gobernante realiza su obra, va creando el clima propicio para la Revolución de setiembre de 1955 que lo derrota y lo obliga a exilarse, pero que no lo vence, desde que no anula su vigencia ni su influencia determinante.

Tal es el proceso del gobierno de Perón en sus manifestaciones exteriores, gestoras del panorama de conjunto y desencadenante de todo lo que tendría que acaecer después de la caída del gobierno peronista.

Si observamos, sin ideas preconcebidas, apreciaremos que, en relidad, en ese panorama los hechos que conforman el antagonismo de epílogo violento, tiene el carácter de anecdóticos, en tanto que en la acción de fondo, se va desarrollando una nueva concepción del Estado y de su estructura, y se plasma una doctrina destinada a lograr innumerables conquistas en el orden social. Pero esa acción de fondo estaba destinada a ser silenciada primero, por el apasionamiento de la lucha, después por medidas coercitivas de los gobiernos y, por último, por los detractores interesados, entre los cuales no solamente debemos tener en cuenta a la corriente liberal, sino también a la comunizante, enemiga ideológica natural del Justicialismo.

No obstante la esencia ideológica y la doctrina están ahí, en un entremezclado de postulaciones y realizaciones que se elaboran al mismo tiempo. Todo ello condiciona una verdad que se desconoce, en su momento, en sus verdaderos alcances, por la enconada oposición de los enemigos y por un dejarse estar, en este aspecto, de los partidarios confiados a la genialidad del jefe, de los fanáticos ya prisioneros del estado emocional por el entusiasmo con que ellos despiertan a la realidad de un progreso material, espiritual y moral que los ha elevado y dignificado.

Sólo después de la caída de Perón ese fanatismo llamará a la realidad a los partidarios y los amalgamará en una masa impresionante dispuesta a la lucha, en todos los terrenos, en defensa de una doctrina a la que ahora, se aferran con verdadero fervor, aún cuando todavía no la conozcan mucho ni la entiendan, cabalmente, y el retorno de su líder.

El proceso Perón hombre debía, necesariamente, epilogar en forma dramática. La circunstancias concurrentes a su advenimiento y su acción posterior vulneraron las leyes naturales de los procesos evolutivos que dan por resultado los grandes cambios estructurales y las revoluciones sociales.

Tal proceso evolutivo señala tres etapas que pueden ser perfectamente diferenciadas y que podemos denominar así: etapa del filósofo ( idea ); etapa del héroe ( acción ) y etapa del estadista ( derecho ).

Es un proceso que se desarrolla a los largo de muchos años durante los cuales, cada etapa, hace su curso normalmente a cargo de un hombre distinto. Y no se proyectan, necesariamente, sin solución de continuidad. En oportunidades pasan muchos años antes de que aprezca el hombre ( héroe ) que levantando las banderas de las postulaciones doctrinarias del filósofo que lo precedió, se lance a la acción para conquistar el poder e, instaurar desde él, con vigor y pujanza revolucionaria, el nuevo orden. En el ínterin, otros hombres tomarán las ideas del filósofo, las discutirán y desarrollarán, hasta hacer de ellas una determinada conciencia pública, proclive a la llegada del nuevo héroe.

Tampoco resulta normal o común que quien inicia la acción, y plasma en hecho histórico la revolución, pueda cumplir la etapa del estadista, que debe llevarla al derecho positivo como último acto de ese proceso. Acto indispensable, por cierto, porque revolución que no deviene derecho, no está realmente realizada ni impuesta.

En el caso de Perón las etapas se precipitan, se atropellan, se mezclan, se confunden. Y es un solo hombre el que las realiza y en un solo período. Como el filósofo no ha precedido al héroe, ni han seguido al filósofo los que discuten y desarrollan sus ideas hasta formar una conciencia pública, resulta que la filosofía de la revolución social que se quiere imponer desde el gobierno al que se ha llegado, sólo está en el espíritu y en el intelecto del que pretende realizarla, aún cuando sus motivaciones estén latentes en la realidad del momento histórico y en el subconsciente de un pueblo que se está asfixiando dentro de moldes que ya no pueden contener sus necesidades, sus aspiraciones y sus derechos postergados.

Es lógico, entonces que, cuando tal hombre advenga al poder se encuentre huérfano de colaboradores formados en esa nueva filosofía y educados en esa ideología que aún no se ha plasmado y que el gobernante tendrá que ir desarrollando a medida que gobierna.

Es posible que, por tales razones, cuando Perón cae, su doctrina, que ya existe en plenitud, no puede realizarla en un cuerpo orgánico y haya que entresacarla de sus numerosos escritos ( incluídos los firmados por " Descartes " ), conferencias, discursos y mensajes. Tampoco la encontramos expuesta como tal, con criterio científico, en ninguna de las obras escritas durante el gobierno peronista. Pero sí podemos construirla hilvanando las conclusiones de muchos de esos textos. Indudablemente, eran muchos los factores adversos. Por eso, ahora, a la distancia, comprendemos que el fracaso de Perón hombre era una determinante de todos esos factores concitados en su contra. Y no hemos considerado aún al capital internacional que se vió seriamente amenazado por el avance profundo de las conquistas sociales y por la categoría de sujeto del quehacer económico que iba adquiriendo, cada vez con mayor vigor, el movimiento gremial.

Como contra - partida tal vez podamos decir que el fracaso de Perón hombre era una condición indispensable para que, en el juego de flujos y reflujos, se impusiera Perón idea.

Y nos afirma en ello al concluir que el desconocimiento exprofeso del desarrollo doctrinario fue un medio destinado a restarle continuidad, como un recurso de defensa para mantener un estado de cosas que convenía, por una parte a los intereses capitalistas y, por la otra, a los políticos de la oposición, que no podían ver con buenos ojos el avance de una corriente ideológica que amenazaba su permanencia como tales.

El peligro que implicaba la doctrina Justicialista para los intereses creados lo vieron todos. Y por eso su accionar para evitarlos. Lo que al parecer nadie comprendió, en sus verdaderas dimensiones, es que, en tanto se desgastaba hasta el agotamiento la imagen de Perón hombre, se iban echando las bases para el nacimiento del mito, que era por cierto, como decretar la permenencia ideológica.

Tal vez lo intuyeron los que prepararon y ejecutaron la " Revolución Libertadora " y por eso tomaron ciertas medidas que, a la postre, iban a dar el espaldarazo a la imagen Perón mito.

Hasta la Revolución del 4 de junio de 1953 la gran mayoría de los hombres que integran los cuadros de jefes y oficiales del Ejército son de tendencia nacionalista, aun cuando haya muchos matices en su interpretación y muchos se aferren al nacionalismo dogmático de los conservadores que informó la participación de la institución en los hechos del 6 de setiembre de 1930.

De cualquier forma los conceptos de Soberanía Política e Independencia Económica habíanse hecho carne en la formación espiritual e intelectual de los integrantes del Ejército. Y ese estado espiritual, proclive a todo lo que coadyuvara a convertir esa expresión de deseos en una realidad, fue, posiblemente, factor determinante para el éxito de la logia que se conoce como GOU, creada, organizada y dirigida por Perón hasta su intervención en el derrocamiento del presidente Ramón Castillo y posterior instauración de un gobierno militar en el cual, Perón hombre, iniciaría su camino político.

Estaría demás decirlo, pero es bueno recordarlo, que para aquel entonces Perón contaba con el apoyo decidido y franco de los cuadros del Ejército, y muy especialmente del grado de Teniente Coronel hacia abajo, por su reconocida solvencia profesional y por el prestigio que le había dado una inteligencia verdaderamente privilegiada que no había pasado desapercibida por ningún integrante del Ejército.

Y ese apoyo, sin fisuras, por lo menos exteriores, se prolonga hasta el 1º de Octubre de 1945, en que se produce el primer alzamiento contra Perón, germen, indudablemente, de la corriente opositora que irá creciendo paulatinamente desde entonces con la misma intensidad con que crece su fuerza política.

¿ Qué ha ocurrido ? Desde la Secretaría de Trabajo y Previsión el futuro Líder ha comenzado a llevar a la práctica sus planes. Y ya comienza a definirse su camino, su trayectoria y a tomar consistencia en hechos concretos su pensamiento. La imagen de Perón idea va tomando forma. Y cunde la alarma en los espíritus y mentes que temen a los cambios fundamentales, que huyen de las innovaciones y creen que el mundo en que ellos han nacido y se han educado, es el mejor de los mundos, y que no hay nada que hacer como no sea mantener a toda costa los status existentes. Los que no entienden la evolución se alarman. Y en esa reacción de los timoratos ante la historia comienza a dibujarse, también el drama de Perón hombre.

Molesta a muchos la centralización en manos de Perón de tantas funciones que lo hacen dueño, prácticamente, del poder: Ministro de Guerra, Secretario de Trabajo y Previsión y Vice Presidente de la República. Esto concita oposiciones. Lleva inquietud a los espíritus el predicamento que va adquiriendo, día a día, sobre la masa trabajadora. Y a muchos camaradas, aferrados a determinados principios éticos y de comportamiento social de los integrantes de las Fuerzas Armadas, disgusta profundamente la relación, cada vez más estrecha, de Perón con la actriz Eva Duarte. Y se oponen a tales relaciones, hasta el extremo de que algunos harán cuestión de: o " ella " o " ellos ". Y como Perón se queda con Eva Duarte ese grupo de camaradas le retira el apoyo. Algunos se alejan simplemente y no intervendrán más. Otros, resentidos, se sumarán a los opositores.

Sí, es lo anecdótico privando sobre lo conceptual e histórico lo que desencadena los hechos. Pero en el fondo ya está la cuestión ideológica planteada. Dos caminos se bifurcan, el uno hacia el pasado ( fuerza conservadora ); y el otro hacia el futuro ( fuerza renovadora ). Y el punto de bifurcación es Perón, en su imagen hombre, por más que sea la semilla de su idea la que hará germinar a la larga la lucha ideológica.

Hoy, cuando la evolución ha desterrado muchos de esos prejuicios, las cosas se ven en otra forma. Hace décadas era diferente.

Por otra parte, Perón hace poco o nada para evitar esos resultados de los primeros enfrentamientos. Se siente firme. Fuerte. Aprecia en su verdadera importancia el apoyo de los obreros que ha conseguido y que él sabe como acrecentar. Tiene fe en su capacidad. Ha planeado su acción e intuye su destino. Esas pequeñas cuestiones anecdóticas lo tienen sin cuidado. Porque, afanado como está en llevar adelante las cosas trascendentes, no vé o no intuye la importancia que tendrán en su vida las cosas anecdóticas. No se ha puesto a meditar que la oposición levantará frente a la imagen de Perón idea, que él quiere conformar, la imagen de Perón hombre hábilmente atacada, anecdóticamente, para anular la otra. Y, lo que es peor aún, no valorando la importancia de estas cosas, Perón coadyuva, y coadyuvará siempre, para dar elementos anecdóticos que la oposición convertirá en proyectiles contra la imagen Perón hombre.

El 17 de octubre de 1945 Perón realiza el despegue del que ya hemos hablado, abandonando los esquemas profesionales, para entrar, definitivamente, en los esquemas populares. Es su gran triunfo. Tiene a su frente y a su órdenes una imponente masa dispuesta a apoyarlo contra todo evento. Y sabe bien que a sus espaldas hay un ejército cuyos cuadros de jefes, oficiales y suboficiales, le son adictos en su inmensa mayoría, porque están consubstanciados por sus postulaciones iniciales, y participan de su intención de reivindicaciones populares y nacionales.

Pero este triunfo significa, paralelamente, la derrota de los primeros grupos opositores, entre los que se cuentan algunos camaradas, de los cuales varios continuarán en servicio activo. La semilla de la discordia está sembrada. Y así, el drama Perón hombre comienza a dibujarse, también, en el seno del Ejército, en el mismo sentido que en el medio civil. Y no solamente por esta semilla de resentimiento, sino también por la influencia de su propia acción natural.

Y no puede ser de otra manera. Los esquemas populares lo van absorviendo y el quehacer político irá transformando rápidamente su contenido y continente. Las modalidades y las manifestaciones exteriores de su personalidad irán cambiando. Y todo eso lo irá alejando, cada vez más, y pese a sus deseos y conveniencias, de la esfera y modalidades castrenses, porque será atraído, irremediablemente, por la actividad popular a medida que avance en su gobierno. El liderazgo político, y más aún el popular, exige otros procedimientos y otros modales muy distintos a los que impone la jerarquía militar. La moderación en todo y para todo, la parquedad en la palabra y en la acción, la gravedad en el trato diario; y hasta la forma de vestir y comportarse del jefe militar, van dejando lugar a lo grandilocuente en el gesto y en el discurso; a las ambigüedades y medias palabras en el quehacer político, a las sutilezas en el obrar con colaboradores y opositores, a las exageraciones y a la exaltación; a los modismos y giros jocosos, en los discursos, que gustan, halagan y entusiasman a las masas. Y también, hasta modifica su forma de vestir, con algunas exageraciones que son tomadas como genialidades por sus adictos y como excentricidades y ridiculeces por sus enemigos. Y, es así que, aquél que comprendió la dimensión humana y se liberó de los esquemas profesionales para remontarse a los esquemas populares, enarbolando la bandera de la Justicia Social, se va alejando, cada vez más, sino en el contacto diario, que lo sigue manteniendo, en la conformación intelectual, psíquica y ética, de los integrantes de las fuerzas armadas. Este alejamiento, provocado por la natural trayectoria del gobernante y del patriótico, le resta al hombre el medio social propio dentro del cual se ha educado y desarrollado, cimentando sus amistades más íntimas. Y esto viene a agravar uno de los aspectos menos observado y de la mayor importancia en el drama de Perón: la soledad de Perón hombre. Y como es la presencia de la imagen de Perón hombre, con su extraordinaria capacidad para despertar pasiones, ya sean de amor o de odio, la que cubre el escenario nacional, son precisamente todos esos hechos, de carácter prácticamente cotidiano, de puro contenido anecdótico, los que provocarán y estimularán, también dentro del Ejército, las corrientes de simpatía o antipatía, de apoyo o rechazo, según sea la postura inicial, o la sensibilidad de cada uno.

La consecuencia de haber atropellado las etapas de los procesos de las grandes revoluciones sociales comienza a hacerse sentir.

Durante varias generaciones la mentalidad argentina se nutrió en la fuente liberal, asimilando principios con carácter de inmutables e invulnerables, que adquirieron categoría de dogmas, slogans y frases hechas, en los cuales, como en los principios divinos, había que creer nada más que por el imperativo de la fe. Y, como tales, defenderlos contra todo y contra todos, puesto que, cualquiera que los desconociera o atentara contra ellos, venía a ser un disolvente, un anarquista o, más tarde, un comunista, que debía ser desterrado, sin contemplaciones, de la escena política e intelectual del país.

Los status sociales alcanzados en la organización del Estado Argentino eran una determinación de esos principios inmutables, que era menester respetar acatando los designios de la naturaleza que había dispuesto, sabiamente, que algunos hombres nacían, por su rango, para mandar y otros para obedecer. Y esta diferenciación era notoria, principalmente en lo que hace a la clase obrera, a la " plebe ", que había que mantener en su puesto cono mano férrea para evitar sus desplantes, sus atropellos y sus rebeldías.

La oligarquía argentina vivía cómoda en sus privilegios, y los poderosos, económicamente, tranquilos dentro de un sistema que les permitía el disfrute máximo de las utilidades, puesto que estaba librando a su arbitrio establecer jornales, ocupación, despidos y precios.

Los hombres que forman el Ejército pertenecen también al todo social argentino. No pueden, pues, liberarse de su influencia, pese a su formación castrense, por cuanto, ésta también, está informada por la corriente principista que regula sociedad. Los estados intelectuales y emotivos de la sociedad se transmiten, en consecuencia, a la esfera castrense.

Si analizamos, ahora, las fuentes de reclutamiento, antes de 1943, del Ejército, podemos decir que un 60 % corresponde a la clase media; un 25 % a la clase superior y un 15 % a la clase baja. El predominio de la clase media es notorio. Pero esta media tiene por origen y por vocación dos direcciones. Por un lado, la dirección oligárquica ( los que están próximos por nacimiento y los que quieren pertenecer a ella ). Por otro lado, la dirección popular ( los que de ella han venido por ascenso y los que simpatizan con las clases más humildes por sentimientos o por educación familiar ). Estamos, pues, en presencia de un mosaico que nos indica cómo serán las reacciones en ese antagonismo de amor y de odio que levanta la imagen de Perón hombre. Y dan dimensiones a las posteriores reacciones de los integrantes de las Fuerzas Armadas. Y, explica el porqué, en su momento, la " Revolución Libertadora " purgó exhaustivamente los cuadros.

Pero en ese mosaico hay un factor aglutinante que, durante algunos años, mantendrá la unidad: es el sentimiento nacionalista que, como ya lo hemos dicho, predomina decididamente en el Ejército.

Tal vez sea ésta una de las razones fundamentales de la diferencia cuantitativa en favor de Perón en los acontecimientos del año 1955. Si juzgamos por la gran cantidad de jefes y oficiales que perdieron su carrera ese año por mantenerse leales al gobierno, y por los pocos que fueron gestores y realizadores de la " Revolución Libertadora ", hemos de reconocer que, hasta el último momento, Perón hombre contó con el apoyo del Ejército.

Podemos observar que en el Ejército se produce, como no podía ser de otra manera, el mismo fenómeno que en el pueblo. Perón hombre es el que concentra la atención y define las actividades, pese a la insistencia de un adoctrinamiento - posiblemente equivocado en sus métodos - con el cual se pretende hacer comprender la trascendencia de Perón idea.

Debemos agregar que, frente a esa acción adoctrinadora - fundamentalmente la que encara la Secretaría de Prensa y Difusión - que se diluye en una propaganda mal dirigida, puesto que se basa en la exaltación, la alabanza desmedida y, también en lo anecdótico; la oposición, con más habilidad y sutileza, aprovecha los yerros cometidos para aumentarlos de su propia cosecha lanzando una fecunda campaña de contradoctrinamiento, basada en la difamación, la ridiculización de personajes y, fundamentalmente, en crear fantasmas que provocarán temores decisivos y determinantes, como en le caso de las milicias obreras cuya sola mención era suficiente para provocar una airada y enconada resistencia en el seno de las fuerzas armadas o del estado corporativo, a imagen de la Italia de Mussolini, enjuiciando a Perón de fascista.

Entre tanto, Perón hombre, sigue adelante con sus realizaciones y continúa plasmando su doctrina. Comprende la marea que se va levantando bajo sus pies, pero confía en sus fuerzas. Y se limita a prevenir, hasta amenazar, en sus discursos, a la oligarquía, a la que responsabiliza como cabeza visible de la oposición creciente. Actitud combativa en la palabra que es secundada por la agresividad, cada vez más enconada de Eva Perón que, en sus últimos años de vida, consciente de su fin y angustiada por ganarle tiempo al tiempo, libera todas sus potencias interiores, como pretendiendo aniquilar, sólo con ellas, a las fuerzas que sabe hacen peligrar la obra de Perón.

Pero las amenazas que no devienen acción, sólo sirven para exacerbar los odios. Y como en el fondo Perón pretendía atraer, convencer, más que reprimir, avanzando con verdadero vigor revolucionario que impone arrancar de cuajo los obstáculos que se imponen a ese avance, los resultados serían adversos.

En una observación de imparcialidad de esta modalidad, que se repite continuamente, hemos de concluir que Perón idea es más profundamente revolucionario que Perón hombre.

Y ese vigor para arrancar de cuajo los obstáculos que se oponen en el camino, que no empleó Perón, lo utilizaron, y en demasía, los gestores, ejecutores y usufructuadores de la Revolución Libertadora. Aunque los resultados obtenidos no sirvieron para detener el avance de la causa popular, ni aniquilar Perón idea, y menos aún desterrarlo del país como lograron hacerlo con Perón hombre.

Ya por el sistema de ataque empleado el 16 de junio de 1955 podemos deducir, sin temor a equivocarnos, la tónica que los impulsaba y que los equipos dirigentes de la subversión contra el régimen peronista era plenamente conscientes del poder de la masa obrera y del vigor que les daría el fanatismo por su líder. Y comprendían que su derrocamiento podía desembocar en un gran caos, posiblemente en guerra civil - en la que no llevarían la mejor parte, por cierto - si no se tomaban, oportuna y decididamente , medidas preventivas o represivas, con la dureza necesaria para hacer abortar todo intento de reacción.

Por si al drama de Perón hombre le faltara algún condimento, ya en las postrimerías de su gobierno adquiere tremenda virulencia el que se dió en llamar " Problema religioso argentino ", que no fue tal, ya que, lo que realmente existió fue un enfrentamiento provocado artificialmente bajo el pretexto, primero, de algunas medidas, del gobierno y, segundo de una persecución religiosa, que no existió, ya que solamente se tomaron algunas medidas que eran atribuciones legales del Poder Ejecutivo.

Desde un principio, la alta Jerarquía Eclesiástica estuvo abiertamente con Perón quien, fiel a su declarado credo católico, consciente de la fe religiosa para la educación moral de los pueblos y, posiblemente, también, por su conocimiento sobre el poder y forma de actuar de la alta Jerarquía, debió haber pensado de tenerla como aliada y no como enemiga.

A medida que Perón avanzaba en sus realizaciones, más se entregaba a la causa popular, y más virulencia tomaba la oposición de la oligarquía y el capitalismo. Y sabido es que la Jerarquía Eclesiástica en Argentina estuvo, siempre, en muy buenas relaciones con ellos.

El enfrentamiento de la Iglesia Argentina con Perón hombre era inevitable en tanto la oligarquía y el capitalismo siguieran siendo sus enemigos.

La ley de divorcio; de hijos extramatrimoniales; de profiláxis; de enseñanza religiosa y, por último el fantasma de la separación de la Iglesia del Estado ( como ya lo había sido el de las milicias obreras ) fueron nada más que factores desencadenantes de alejamiento, separación y oposición.

Hemos afirmado que la acción del adoctrinamiento peronista no fue ni eficiente ni hábil y estamos convencidos de que, aun cuando tal adoctrinamiento hubiera sido eficiente y hábil, lo mismo el juego terrible de las pasiones encontradas hubiera mantenido sumergido a Perón idea, y el drama de Perón hombre hubiese seguido su curso para llegar al mismo desenlace.

Lo ocurrido con la Iglesia asevera nuestra conclusión, era el único ámbito de la comunidad argentina preparado, desde años atrás, intelectual y espiritualmente, para comprender las postulaciones doctrinarias del Justicialismo.

Y aun en el supuesto de que tal comprensión no hubiera sido suficiente para aliarse con Perón, no se entendería, si no es a la luz de las conclusiones que llevamos extraídas, una alianza con los sectores que, en la hora de su advenimiento al poder, venían a destruir todo lo construído, sin respetar siquiera las mismas conquistas materiales y espirituales logradas por la Iglesia y dejando librado a un movimiento gremial, compuesto por millones de hombres, a la penetración ideológica extremista y foránea y a las reacciones anticatólicas. Todo lo cual implicaba, desde un punto de vista práctico, un mal negocio. Y, desde el punto de vista espiritual, la pérdida de muchos millones de creyentes.

Pero la historia nos prueba, con su crudeza objetiva, que las conductas de los hombres aislados o en conjunto, presentan muchas incongruencias. Cosa que reconoce, siempre, como causa, la primacía de la pasión sobre el razonamiento.

Y esto es historia y no anécdota.

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De Alejandro Stilman, escritor y periodista, editor del suplemento Viajes, diario CLARIN, Buenos Aires:

El mundo está lleno de casas pero, cuando se viaja, uno no entra en ellas. Lo habitual es ir a hoteles.

Salvo, claro está, que nos reciban residentes, por lo general todos vamos a hoteles, establecimientos que nos recuerdan de manera clara que uno sólo está de tránsito.

Los hoteles son eso: embajadas de la no pertenencia. Las casas, lo contrario. Y ese inmanente sentido de pertenencia impregna a sus moradores y aun a los viajeros que andan de paso: es que se mira distinto hacia afuera desde la ventana de una casa, porque se mira " desde adentro ". En cambio, el " adentro " de los hoteles siempre está viciado de " exterioridad ". Dejo correr estas sensaciones pensando en las casas ajenas a las que cualquiera puede entrar y en las que se experimenta una curiosa familiaridad. Son las que están cargadas de resonancias musicales, políticas, literarias y que te sorprenden al doblar la esquina, un fascinante plano de historias y tiempos cruzados. Ahora que el mundo es tan angosto, vale la pena visitar esa región hecha de las vidas y las obras de gente que dejó marcas que nos marcan. ¿ De qué hablo ? ¿ De las casas de quiénes ? Respondo: de la de Perón, en Lobos; de la de Evita, en Los Toldos; de la de Carlos Gardel, en el Abasto; de la de Domingo Faustino Sarmiento, en San Juan ... Y podemos salir de la Argentina y visitar la de Salvador Dalí, en España; la de Anne Frank, en Holanda; la de Marie Curie, en Polonia; la de Frida Kahlo, en Méjico; la de Elvis Presley, en Estados Unidos; la de Pablo Neruda, en Chile; la de Edith Piaf en Francia ...

Cada uno, seguro, sabe a cuál le gustaría entrar.

Para conocer el solar natal de Evita, clickear, por favor, aquí:

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De la Lic. María Gabriela Mizraje, escritora, poeta, narradora, profesora e investigadora, en el libro Mujeres - Imágenes Argentinas, ediciones del Instituto Movilizador de Fondos Cooperativos ( IMFC ), colección Desde la gente, 128 páginas, Buenos Aires, año 1993:

María Eva Duarte de Perón (1919 - 1952 ), eligió dentro de la política al trabajo con los sindicatos, las actividades asistenciales, la fundación del Partido Peronista Femenino. En 1947 logró que las mujeres obtuvieron los derechos políticos que anhelaba Alicia Moreau de Justo. A ellas se dirige asegurando que la meta conjunta debe ser " la voluntad de elegir, la voluntad de vigilar, desde el sacro recinto del hogar, la marcha maravillosa de su propio país ", y decidiendo ser " la compañera Evita ".

Ese nombre y su cuerpo constituyen un mito, y el fervor que despierta convierte el momento de su muerte en un duelo para multitudes.

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De Carlos Strasser, abogado y politólogo argentino, doctor en Ciencias Políticas de la Universidad de Berkeley, California, investigador del CONICET, profesor emérito, escritor, autor del libro Democracia y desigualdad, editorial CLACSO ( Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales ), Buenos Aires, 216 páginas, año 2000:

Lo ocurrido en la Argentina desde 1983 obliga a un balance ponderado. Pero lo que debemos apreciar más que nada es que llevamos ya 25 años continuos viviendo bajo la Constitución y las leyes así como eligiendo y cambiando, para mejor o peor, periódicamente a nuestros gobernantes. No es poca cosa. Excepto que uno olvide lo que tuvimos durante décadas antes de 1983: golpes de estado, bombardeos, proscripciones, fusilamientos, masacres, desapariciones, la dictadura del Proceso y la aventura de las Malvinas. Prácticamente el día y la noche.

Y es bueno reconocer el valor de lo que hemos alcanzado en términos de libertades si se repara en que a la vez tenemos, sobre todo de un tiempo a esta parte, una sociedad que simultáneamente envía señales preocupantes de descomposición. El régimen político constitucional perdura a pesar de una pobreza tan alta como extendida, una desocupación que ha pasado de una generación a otra, con la pérdida de la cultura del trabajo o la escuela y la incorporación multiplicada de las conductas más penosas y cruelmente insociables. Algún observador podría decir que nuestra democracia no ha dejado de jugar con fuego.

No obstante todos los progresos ocurridos al cabo de los siglos XIX y XX, el contexto social de la política, que es sobre-determinante, sigue siendo uno de tremendas desigualdades sociales. Aunque la expresión parezca démodée, continuamos viviendo en sociedades de clase, incluso si las clases y las sociedades de clase mismas han cambiado mucho sus rasgos en las últimas décadas. Aun en estado de derecho, consiguientemente, en medio de la desigualdad y la sociedad de clases los ciudadanos que fundan la soberanía popular - que eso es la democracia, guste o disguste; cada cual elige - son o pueden ser ciudadanos en muy distinto grado, y hasta no serlo. Luego, las autoridades electas pueden a su turno no sentirse muy obligadas a representarlos, como se supone que deben hacerlo. También esto hace posible, y sucede a menudo, que los invoquen a su libre arbitrio, quizás siguiendo algún libreto ideológico.

Las sociedades de hoy no sólo están pobladas por millones de personas y ocupan espacios vastísimos, sino que, por eso mismo, combinado con los enormes desarrollos habidos en cada orden de la vida - culminando con los más fantásticos entre todos ellos, los tecnológicos comunicacionales -, se han vuelto enormemente complejas. Y así también se han vuelto en proporción los estados y los asuntos de gobierno, que ya son cuantiosos, y poquísimos de ellos están al alcance de la comprensión final de un ciudadano. Los actores y los vehículos de la economía, la política y la cultura se han transformado no menos que multiplicado: son organismos, organizaciones, agencias, empresas multi y trans-nacionales, multimedios, pools, etcétera, muchos de ellos parte de redes mundiales. La pregunta es entonces ¿ cuánto gobierno del pueblo es así posible ?

Las democracias han devenido poco más que estados constitucionales con competencias electorales. Pero al día siguiente de cada elección, como apuntó Rousseau hace 250 años hablando de Inglaterra, los que deciden y mandan son los gobiernos, del signo que sean. Y, pasando a nuestros países, a la mayoría de los gobiernos apenas si los controlan o contrapesan un poco la oposición política, cuando existe y tiene peso, y otro poco la opinión pública es un reemplazo entre veleidoso, confuso y digitado de los partidos políticos hoy en crisis. Y cuando digo " hoy " digo el mundo de hoy, tal como se ha reestructurado las últimas décadas. Insisto: no caben dudas acerca de cuánto, pese a todo, hemos mejorado políticamente. Pero tampoco celebremos de más, hay razones de peso para no idealizar lo que existe. Todavía hay que extraer a millones de la pobreza, liberarlos de la dependencia política y el clientelismo, convertirlos en ciudadanos de veras, personas con derechos efectivos, el mínimo social necesario de educación, información, libertad real, autonomía. Si de democracia hablamos, es obvio que aún hay que robustecerla y ampliarla.

Argentina no ha logrado madurar suficientemente una cultura política democrática auténtica.

Aquí, demasiada cuestiones siguen dando para la pura competencia, la pelea, el vedetismo, la lucha despiadada por el poder, y por los fondos que requiere esa lucha.

Lo que está fallando de raíz es el liderazgo representativo. El líder no es ese demiurgo que constituye al pueblo por su cuenta e inspiración, el líder es sobre todo un emergente, alguien a quien amplios sectores reconocen como suyo, como " uno de los nuestros ", uno que habla por nosotros y obra por todos. No es Moisés, no es ningún iluminado: es un representante. Alguien que tiene la capacidad, la posibilidad de expresar más clara o agudamente que el grueso de sus representados los sentimientos, los deseos, los problemas, los intereses y las demandas de la población.

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De Susana Fitere, escritora, en el libro Mujeres ( II ) - Imágenes Latinoamericanas, ediciones del Instituto Movilizador de Fondos Cooperativos ( IMFC ), Buenos Aires, colección Desde la gente, 127 páginas, Buenos Aires, año 1997:

La larga historia de las mujeres de América Latina, desde los días de la Conquista al siglo XXI es, fundamentalmente, la historia de la sumisión y la liberación. Por eso importan tanto los testimonios de " las sin voz " y de las múltiples maneras que tuvieron para expresarse: desde cartas y documentos personales hasta las formas más elevadas de la escritura, como la poesía.

Juana de Ibarbourou, Evita Perón, Sor Juana Inés de la Cruz, Isabel de Guevara, Delmira Agustini, Iverna Codina, Mirta Yáñez, Rigoberta Menchú Tum ... son algunas de las voces de esa significativa lucha de las mujeres que manifestaron su derecho a la vida, a la dignidad, al respeto por su condición humana.

Algunas lo hicieron desde el discurso y el accionar de la política; otras, desde la literatura o la canción popular; pero todas, al fin, desde su experiencia como mujeres de este Nuevo Mundo, que heredaba los resquemores, miedos y prejuicios que llegaron del otro lado del mar.

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De Marcelo Bustamante, fotógrafo y articulista del diario La Capital de Rosario:

Evita, la inevitable.

Frente al histórico Monumento a Eva Perón en avenida Lucero y Lituania, pleno sur de la ciudad de Rosario, un gran mural sobre una pared del edificio del Sindicato de la Carne refleja la pasión sin límites. La esposa del creador del Justicialismo acentúa cada día más su presencia en el imaginario popular de los argentinos.

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De Marcos Mayer, periodista, docente y escritor, en el libro El Peronismo - Historias de una pasión argentina, ediciones del Instituto Movilizador de Fondos Cooperativos ( IMFC ), colección Desde la gente, 126 páginas, Buenos Aires, año 1994:

Eva Perón se ha constituído en el mito de la mujer que venida desde el llano llega al poder y lo dota de una carnalidad de la que hasta entonces carecía.

Evita, endiosada en el régimen peronista, se va convirtiendo, con el paso del tiempo, en la figura humanizada del poder, y su destino la convierte en un personaje a ser trabajado por la literatura desde distintos ángulos, como mujer, como heroína, como mito trágico o como un fantasma permanente.

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De Luis Alberto Spinetta, músico experimental de rock, poeta y cantautor argentino:

Nací en 1950. Mis padres muy fans de Evita.

Me acuerdo del ruido de los aviones Gloster Meteor, el bombardeo a la Plaza de Mayo. En casa nos ocultaban el diario Crítica para que no vieramos las fotos de los mutilados y de los cadáveres.

¡ Qué sarta de personajes traidores en nuestra patria ! Una sarta de hijos de puta, hermano.

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Del Lic. Diego Zigiotto, periodista, experto en turismo y escritor, autor del libro Las mil y una curiosidades de Buenos Aires - La ciudad que no conocemos, editorial Norma S.A., 460 páginas, año 2008:

El ex Ministerio de Obras Públicas ( MOP ), histórico edificio, ubicado en la avenida 9 de Julio y Moreno, estuvo a punto de ser demolido por orden del entonces presidente Carlos Saúl Menem, año 1995, pero, a raíz de las incontables protestas y reclamos, Menem tuvo que desistir de su propósito.

Allí, el 22 de agosto de 1951, Eva Perón renunció a ser candidata a la vicepresidencia de la Nación.

La película de Alan Parker, Evita, muestra a la cantante Madonna haciendo el " renunciamiento " desde la Casa Rosada, lo que es inexacto.

Desde la terraza de esa torre de 93 metros de altura, el 17 de octubre de 1951, se realizó la primera transmisión televisiva de la República Argentina y la imagen inicial que registró la pantalla fue la de Evita.


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Textos cortesía de Carlos Vitola Palermo de Rosario, Santa Fe, República Argentina.


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