DOCUMENTOS SOBRE EVA DUARTE DE PERON 


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María Eva Duarte de Perón / Evita. Argentina 1919-1952

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HISTORIAS, ANECDOTAS y TESTIMONIOS 

Evita en el Hogar de Tránsito Nº 2, hoy Museo Evita, Lafinur 2988, Buenos Aires

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De Matías Bauso, abogado, escritor, productor periodístico en documentales para History Channel, investigador de personajes históricos, en revista Todo es Historia, Buenos Aires, número 432, julio de 2003, publicación mensual fundada por el Dr. Félix Luna:

Una bala surcó su cabeza y un charco de sangre tinó de rojo las sábanas almidonadas esas madrugada del 9 de abril de 1953.

El cuerpo de Juan Ramón Duarte quedó arrodillado en el piso con el torso apoyado sobre la cama, cubierto apenas con una musculosa, calzoncillo y calcetines; el resto de la ropa descansaba sobre una silla en un rincón de la lujosa habitación. Sobre la mesita de luz, ensobrada con prolijidad y con errores ortográficos, esperaba la segunda carta dirigida a Perón y que cerraba con un " Perdón por la letra, perdón por todo ".

Fue el soltero más codiciado.

Juan Ramón Duarte nació el 10 de octubre de 1914 en la localidad de Los Toldos, provincia de Buenos Aires. Hijo natural de Juana Ibarguren y de Juan Duarte, quienes tuvieron otras cuatro hijas: Blanca, Elisa, Erminda y Eva.

Juan era el hombre de la casa. En realidad, la prematura ausencia de su padre lo dejó como el único varón en el hogar, entre cinco mujeres. El nunca ocupó ese rol, y con la sobreprotección permanente de su familia todo se le perdonaba. Tanto su madre como las cuatro hermanas colmaron de afecto y atenciones a " Pebete ", como cariñosamente lo llamaban en la intimidad. " Pebete " era " comprador ", el de buen humor permanente, el de la sonrisa adecuada y simpatía, el del saber refugiarse en el momento justo.

A los pocos años, Juana Ibarguren emigró con toda su prole hacía Junín en busca de nuevos horizontes y de alguna oportunidad que diera sosiego a sus cada vez más acuciantes necesidades. Juana, emprendedora y voluntariosa, cocinaba y cosía para afuera, hasta que, junto con sus hijas, instaló una casa de pensión.

La pensión además de ser útil como medio para subsistir, con el tiempo resultó ser la gran Celestina de las Duarte: Blanca, Elisa y Erminda, las tres hijas mayores terminaron casadas con los más encumbrados inquilinos del establecimiento.

No eran tiempos sencillos para los Duarte; era una época de privaciones. Juancito Duarte trabajó desde muy joven para paliar los apuros económicos familiares. Al principio se desempeñó como cadete en distintos negocios de la zona y luego como incipiente corredor comercial.

Ya en esos tiempos era conocido por su pasión por las mujeres. Y Juancito siempre estaba atento a su estampa de galán, a que a su saco no se le hiciera defectos en la espalda, a que sus camisas estuvieran bien planchadas y que el pañuelo hiciera juego con la corbata.

A través de contactos familiares, consiguió trabajo en Guereño como corredor y comenzó a recorrer la provincia vendiendo Jabón Radical y Cera La Señal. La vinculación comercial con la firma Guereño se prolongó durante varios años. Juancito se sentía a sus anchas como viajante. Con el tiempo, cuando pudo conseguir otros empleos  -  auxiliar del Consejo Superior de General Viamonte y auxiliar del Comisionado Municipal de Junín  -  mantuvo su trabajo como viajante. Su natural simpatía y su locuacidad convertían su labor en algo sencillo. Cada vez que necesitaba escapar de su ciudad y por alguna mujer salía a esas rutas, fatigosas para otros, pero que a él le generaban alegría e ilusión.

A mediados de la década del 30 Juancito se trasladó a Buenos Aires a cumplir con el servicio militar, poco después, su hermana Evita siguió sus pasos en su intento por construir una carrera artística.

Ambos, Juancito y Evita, procuraban darse apoyo mutuo. Desde que tuvieron que enfrentar ellos dos solos la gran ciudad, la dinámica de la relación entre hermanos siguió la lógica: eran un equipo. Aquel que podía ayudar al otro, lo hacía. La cooperación y la contención era mutua y permanente. Juan logró a través de sus contactos en Guereño que Evita hiciera sus primeros comerciales para Jabón Federal; Evita, por su parte obtuvo un puesto en la Caja Postal para su hermano y, principalmente se erigió como la carta de presentación del seductor entre las aspirantes a actrices que deambulaban por los pasillos de las radios porteñas y por los sets cinematográficos.

La gran ciudad deslumbró a Juancito. Ya no se trataba de una plaza de pueblo. Juancito recorría las calles e intentaba, conocer y recorrer todo lo que le era posible. Ese recorrido que, por esos años, comenzó por los salones de barrios de Avenida de Mayo, culminó década después en los más exclusivos clubes, restaurantes y cabarets porteños. Se instalaría con amigas en su palco privado del Tabarís, y cada noche elegiría cual sería su destino: el Marabú, el Tibidabo o el Chantecler, escuchar a Aníbal Troilo o a Juan D´Arienzo o ir a un elegante restaurante o buscar placer y emoción.

No se sabe con precisión en que fecha conoció Juan Ramón Duarte a Juan Domingo Perón. Es muy posible que tuvo conocimiento del ascendente coronel, antes del primer encuentro personal entre ambos. Las dos mudanzas en el lapso de unos pocos meses lo denotan. Juancito, primero se mudó al semipiso de calle Posadas 1567; luego, a pedido de su hermana, se instaló en el Jousten Hotel. La reciente pareja necesitaba intimidad, más teniendo en cuenta que Perón vivía en Posadas, en el mismo piso, en el departamento contiguo.

Al poco tiempo de conocer a Juan Duarte, Perón lo designó como su secretario privado. Aquel muchacho atildado y vivaz, le resultaba confiable al coronel Perón que sumaba poder con celeridad; además, Perón  -  por esos tiempos  -  se mostraba vulnerable ante un pedido de Evita, más aún si lo solicitado revestía un cariz tan personal, como lo era el destino laboral de su hermano.

Erguido, la mirada atenta, el rostro afinado por un delgado bigote a la usanza de los galanes de moda y el pelo prolijamente acomodado por la Glostora, el traje con caída perfecta, la corbata al tono y los zapatos negros que destellaban. Más allá de la gomina y el betún Juancito brillaba, de pies a cabeza. Había superado la correcta pulcritud de la infancia, inculcada por doña Juana; ahora, Juancito, decididamente, era elegante.

Su relación con Perón era de lealtad, sumisión y gratitud. Para Juancito era inconmensurable, lo veía como a un gigante. Aquellos dos pasos atrás que caminaba o que se paraba en los actos públicos, no eran mero protocolo: sentía admiración extrema por su amado jefe.

Al inicio de su relación laboral con Perón, Juancito iba de sorpresa en sorpresa. Jamás Juancito había imaginado acceder a esos círculos de poder. El trajín de Perón era impresionante, por esos tiempos Perón ejercía  -  simultáneamente  -  la Vicepresidencia de la Nación, el Ministerio de Guerra y la Secretaría de Trabajo y Previsión.

Ahora, Juancito almorzaba con embajadores, ministros, empresarios y generales. En absoluto silencio, él observaba y aprendía. Pensaba, tal vez, que merecía semejante presente. Al fin y al cabo, pensaba, se levantaba a la seis de la mañana para acompañar al ocupadísimo coronel, después de una noche regada con champagne francés en un palco del Tabarís.

En los turbulentos días de octubre de 1945, Juancito creyó que su buena estrella se había apagado. Con Perón alejado a la fuerza del poder, la gran vida se terminaba.

El final de esta parte de la historia es muy bien conocido: tras el 17 de octubre de 1945, Perón derrotó con holgura en las elecciones del 24 de febrero de 1946 a la Unión Democrática y accedió a la presidencia de la Nación, con Juan Duarte como secretario privado.

Juancito ingresó a su puesto oficial con cautela. Cumplía los horarios con rigidez y ordenó su vida personal. Asombrado por la intensa actividad diaria desplegada por su hermana Evita y rendido ante Perón, por su gratitud y fascinación, pasaba gran parte de su tiempo con la pareja, que un año antes lo había elegido como padrino de su boda.

Su nueva situación lo satisfacía por completo y su flamante tarjeta personal que rezaba " Juan Duarte - Secretario Privado del Presidente de la Nación Argentina " era capaz de facilitarle el acceso a mujeres inasibles para él hasta pocos meses atrás.

En 1947, cuando Evita encaró su viaje por Europa ( luego conocido como " La Gira del Arco Iris " ) su hermano integró la comitiva oficial. La delegación la completaban, entre otros: el P. Hernán Benítez, Lillian Lagomarsino de Guardo, Francisco Muñoz Azpiri y el edecán militar Jorge Ballofet. Las principales motivaciones de Juancito para subirse al avión fueron cumplir con los deberes fraternales de cuidado y protección inculcados por su madre y el pedido - orden impartido por el presidente de la Nación Juan Domingo Perón.

Ya en Europa, y con el correr de los días, su concepción mutó. Aquello que él vislumbraba como un farragoso viaje, resultó una experiencia única y aleccionadora. Conoció un mundo inédito para él, deslumbrante, y del que jamás pudo alejarse. El jet set y sus ventajas. Llevado por la mano del empresario naviero Alberto Dodero, conoció el Casino de Montecarlo, el Ritz de París, los mejores clubes nocturnos de la Costa Azul, las más refinadas mujeres y todo tipo de lujos y placeres.

Tal vez recién en Europa haya tomado conciencia de ser hermano de quien era. Las multitudes por las calles, las condecoraciones, los mandatarios de las potencias europeas, los palacios donde se alojaban y todas las atenciones recibidas por Evita en esos meses, inclinaron en mayor medida la relación de los hermanos Duarte. Juan, a pesar de ser el único varón y cinco años mayor que Evita, dependía y recibía protección constante de ella.

Evita tenía plena conciencia de la importancia de su misión. " Nos dijo que cada uno se cuidara y pensara lo que tenía que hacer; especialmente que tuvieran cuidado con las salidas no oficiales. Eran muchos hombres solos, y los quería prevenir; especialmente creo que se dirigía a Juancito y a Dodero. También habló de las compras y pidió mesura ", recordó años después Lillian Lagomarsino de Guardo, quien ofició de dama de compañía de la primera dama en su carácter de esposa del por entonces presidente de la Cámara de Diputados, el Dr. Ricardo César Guardo.

Pero a Juancito su naturaleza lo traicionó, las tentaciones eran demasiadas y Dodero, con su enorme poder económico y acostumbrado a no privarse de los muchos placeres que estaban a su alcance, era el compañero de juerga soñado, oficiaba, a la vez, de guía e introductor en los misterios de la noche europea y de magnánimo bolsillo, a cuenta del cual corrían las andanzas. Pero Evita no iba a permitir que nadie arruinara sus prolijos planes.

El escritor y ensayista Abel Posse afirma: " Dodero y Juan Duarte salían de putas con los oficiales. Martín Artajo, el canciller, tuvo que advertir los escándalos que estaban produciendo en el Albaicín de Granada, ya que la prensa se estaba enterando. Evita intervendría severamente, y el circunspecto canciller tuvo que oír ésta frase gritada por Evita telefónicamente a su hermano: " ¡ Hay que demostrar que somos un pueblo educado y no un pueblo de milongueros como vos. Una puta más y te volvés a la Argentina de inmediato  ".

El itinerario contempló a España, Italia, el Vaticano ( con recepción papal ), Portugal, Francia y Suiza. Franco, el Papa, los principales mandatarios europeos, los músicos y los artistas de mayor renombre del momento, fueron algunos de los que recibieron a Evita y quedaron deslumbrados con su elegancia, desenfado y bravura.

El escritor Jorge Camarasa en su libro La enviada, editorial Planeta, 289 páginas, año 1998, señala que " ... los bienes a depositar habrían sido lingotes de oro llegados a Génova por barco disimulados en un cargamento de trigo, y dinero americano y europeo, más una cantidad no precisada de diamantes que Juan Duarte habría custodiado personalmente desde Buenos Aires en un pesado bolso de cuero ". Lo cierto es que algunos investigadores vinculan a Juan Duarte con oro nazi y cuentas en Suiza.

Luego del fallecimiento de Evita, Perón por intermedio de distintos enviados especiales de su absoluta confianza ( Vicente Saadi, Jorge Antonio, Américo Barrios ) realizó averiguaciones sobre la presuntas cuentas abiertas por su esposa y Juan Duarte. Todas las pesquisas resultaron infructuosas. Años después se encontró una caja de seguridad abierta en 1952 por Héctor Cámpora y Juan Duarte con sólo unas pocas monedas adentro.

El historiador norteamericano Joseph Page sostiene que: " ... no se puede resistir la tentación de inferir que Perón creía que se había depositado efectivo en bancos suizos ".

Juan Duarte a pesar de no haber cursado estudios secundarios ni universitarios tenía una profesión: amante consumado. En esas lides era un auténtico profesional. En la época de bonanza económica, desarrolló una obsesión: las actrices. Su fuente de provisión de mujeres pasó a ser el mundo del espectáculo. Cuenta el modisto Francisco " Paco " Jamandreu en sus memorias  que el apodo de Juancito había pasado a ser " Jabón Lux ", por aquello de que " 9 de cada 10 estrellas lo usan ".

Maruja Montes, Virginia Luque, Analía Gadé, Susana Canales, Elisa Christian Galvé y muchas otras más fueron flirteadas por nuestro galán.

Sin embargo, sus dos amores más grandes fueron Elina Colomer y Fanny Navarro, por orden de aparición. En medio del triángulo Duarte - Colomer - Navarro había una cuarta " columna " era Mendy ( Amanda Colomer ), periodista pionera de los chimentos en el país. Mendy que había sido agente de prensa de la Unión Democrática, era la hermana de Elina y a través de sus chimentos molestaba constantemente a la rival de la Colomer. Es muy curioso observar cómo, con disimulo, sin nombrar a Juan Duarte porque no le era permitido, iba informando a través de su columna semanal a Fanny Navarro lo bien que le iba a su hermana Elina con Juancito.

Juancito fue siempre muy generoso con sus mujeres. Cada una de sus conquistas era agasajada con opulentos obsequios. Relojes, perfumes, flores y joyas eran repartidas por Juancito como armas de seducción.

Juancito, a pesar de tener varias relaciones paralelas, era muy celoso. Una anécdota que ilustra de buen modo esta particularidad, es la historia del accidentado estreno de Antígona Vélez, obra teatral de Leopoldo Marechal. Impulsado por Eva Perón, el notable escritor finalizó su obra, que sería estrenada en el Teatro Cervantes bajo la dirección de Enrique Santos Discépolo, con el papel protagónico a cargo de Fanny Navarro. Marechal entregó a tiempo la obra y Fanny se la llevó a Mar del Plata donde iba a pasar unos días de descanso. Los escritores Andrés Insaurralde y César Maranghello, autores del libro Fanny Navarro o un melodrama argentino, ediciones Del Jilguero, año 1997, reconstruyeron este episodio en su magnífica biografía sobre la actriz.

En medio de una pelea en la ciudad balnearia, Duarte rompió la obra; hay varias hipótesis sobre esta reacción de Juancito: que no quería que Fanny trabajara con algún actor que " le arrastraba el ala ", que él había tenido problema con otra de sus mujeres porque Fanny obtenía un papel tan relevante o una simple pelea de pareja donde, como escarmiento, Juan Duarte hizo trizas esa obra que tanto significaba para ella. Lo cierto es que enterado el dramaturgo y poeta Marechal de la pérdida de su original se rehusó a reescribirlo. Su hija mayor, María de los ángeles Marechal, confirma estos, pero agrega, que en realidad lo que se perdió fue la única copia mecanografiada; el escritor era muy pulcro con sus originales y los conservaba en perfecto estado y orden. Su negativa debe haber tenido como fundamento lo engorroso de la transcripción mecanográfica en la época y, fundamentalmente, la desaprensiva actitud adoptada ante su creación. Lo cierto es que la situación pudo llegar a buen término gracias a la intervención de Evita, entusiasta propulsora del proyecto, mediante un llamado telefónico al escritor. Marechal, ante el pedido de Evita, aceptó reacondicionar una copia para posibilitar el estreno de la obra. Eva Perón también debió haber realizado otro llamado para llamarle la atención a su díscolo hermano, tratando de asegurarse de que no interviniese más en la cuestión.

A su regreso de Europa, la situación de Juancito varió. Perón había conseguido, en sus meses de ausencia, reemplazantes eficaces para la labor administrativa específica de su cuñado. Además Juancito volvió con otras aspiraciones. Desde ese momento sus funciones se agrupaban entre aquellos actos oficiales a los que acudía en reemplazo del Presidente y las tareas confidenciales que Perón le confiaba. De todas maneras, siguió manejando la agenda del presidente pero exclusivamente para los encuentros de mayor importancia; esta tarea nunca fue demasiada ardua: el orden propio, la meticulosidad y el estilo eminentemente personalista de Perón facilitaban en gran medida este trabajo.

Su carácter afable y la relativa facilidad para contactarlo eran factores determinantes para que le acercaran todo tipo de propuestas comerciales. El manejaba la agenda presidencial y, por lo tanto, conocía a todos a quienes había que conocer, hacía favores y, ante todo, sabía como cobrarlos.

Juancito era el secretario privado de Perón, su hermana Evita era la mujer más poderosa del país ( y estaba convencido de que siempre lo seguiría protegiendo ), conocía a la perfección los meandros del poder y sabía cómo obtener beneficios y con quién compartirlos.

Y aquella cautela inicial fue desapareciendo a medida que Juancito acumulaba poder. Este muchacho simpático, confiable y confianzudo había mutado en un frío e impenetrable hombre de negocios.

Sus amigos de juergas de la juventud no fueron olvidados; Juancito los reclutó. Juancito los colocó como las caras visibles de sus emprendimientos. Fue tal la magnitud de esta compleja ingeniería de testaferros y de sociedades fantasmas, que la autodenominada " Revolución Libertadora " de 1955 no pudo concluir su tarea. Recién a mediados de la década del 60 y por vía judicial se logró la interdicción definitiva de sus bienes.

Es posible que todo empezara con la obtención de permisos de importación de autos para halagar a sus conquistas femeninas. Esos permisos ( podrían ser de automóviles, autopartes, electrodomésticos, etc. ) comenzaron, luego, a tener un gran valor de cambio; su facilidad para acceder a ellos lo ubicaban en una situación de privilegio ante cualquier negociación.

Cadenas de hoteles, el negocio de la carne, estudios cinematográficos, empresas de turismo, varios studs, campos, estancias, locales gastronómicos y muchas otras cosas más. Eso sí, nada estaba a su nombre, desde el punto de vista jurídico, era un intrincado entramado de terceros y de sociedades anónimas.

Juancito relajó los cuidados y ostentó sus logros. Era poderoso.

Pero el fallecimiento de Evita en 1952 y la crisis económica del país serían lapidarios ( en el sentido fúnebre del término, como diría Leopoldo Marechal ) para él y le mostrarían cuán cerca estaba su final.

El 7 de abril de 1953 los diarios porteños publicaron en un breve informando el alejamiento del señor Juan Duarte de su puesto como secretario privado del Presidente. También, transcribieron su carta de renuncia.

¿ Por qué renunciaba ? ¿ Deseaba dedicar todo su tiempo a su actividad privada ? Nada de eso. Juancito se estaba quedando sin aire y el cerco se estaba cerrando en torno a él. Comprendió que el respaldo del que había gozado hasta el momento le había sido retirado.

Su caída en desgracia comenzó el día que supo de la irreversible enfermedad de Evita. " Una noche íbamos en su automóvil por los jardines de Palermo y nos detuvimos en la oscuridad, para que nadie lo reconociese. Yo saqué una radiografía de un sobre y le dije: Acá está lo que descubrieron los médicos. Parece que no hay remedio. Juancito miró esa radiografía con la luz del tablero, tratando de descifrarla, y se puso a llorar. Sabía que Evita no tenía cura y pensaba que, además de perderla, si ella faltaba se le vendrían encima algunos de esos ministros que se la tenían jurada ... ", le relató su cuñado Orlando Bertolini al escritor y periodista Hugo Gambini, autor del libro Historia del Peronismo, editorial Planeta, Buenos Aires, año 2001.

En realidad, tras la muerte de Evita, casi la totalidad de los miembros de su círculo palaciego cayó en desgracia. En tan sólo unos pocos meses fueron perdiendo lugar en la vida pública hombres como Héctor Cámpora, José Espejo, Domingo Mercante y José María Freire. También, la Fundación Eva Perón mermó en su actividad y hasta las figuras del espectáculo que gozaban del beneplácito de Evita perdieron cartel. Juancito sentía ésto como una espada de Damocles pendiente sobre su cabeza.

El 29 de junio de 1952 se había difundido un documento, al que se trató de otorgar la jerarquía de testamento de Evita:

" Quiero que todos mis bienes queden a disposición de Perón, como representante soberano y único del pueblo. Yo considero que mis bienes son patrimonio del pueblo y del movimiento peronista que es también del pueblo, y que todos mis derechos como autora de La razón de mi vida y de Mi mensaje, cuando se publique, sean también considerados como propiedad absoluta de Perón y del pueblo argentino. Pido a los trabajadores y a las mujeres de mi pueblo, que exijan, por cualquier medio, el cumplimiento inexorable de esta voluntad suprema de mi corazón que tanto los quiso ".

Esta declaración de Evita carecía de los requisitos mínimos exigidos por el Código Civil para ser considerado un testamento, como tal no tenía validez legal alguna. Por lo tanto, según las prescripciones de la ley, Evita no había testado y al no tener descendientes los bienes debían ser repartidos en partes iguales entre su cónyuge Juan Domingo Perón y sus ascendientes, es decir su madre Juana Ibarguren.

Perón procuró pactar con Juana Ibarguren, sin lograr resultado alguno hasta que envió a Juancito como emisario. Doña Juana, años después del derrocamiento de Perón, declaró ante los estrados judiciales que ella cedió sus derechos sucesorios debido a que su hijo varón le rogó que lo hiciera porque de lo contrario su vida ( la de Juancito ) estaría en peligro. Asimismo, el presidente de la Corte Suprema de Justicia de la Nación suscribió una carta en la que daba fe que los herederos de Evita habían cedido sus derechos en beneficio del Presidente de la Nación.

Juancito y Héctor Cámpora realizaron un viaje a Suiza a fines de 1952. La versión oficial indicó que los motivos fueron personales: Juancito  -  que padecía de sífilis  -  fue a consultar a una eminencia médica en el tema y, Campora sólo lo acompañó para brindarle apoyo en su calidad de amigo personal. Años después se comprobó que ambos hicieron averiguaciones sobre las presuntos depósitos en Suiza y que abrieron una caja de seguridad dejando una bolsita con unas pocas monedas adentro. Los dos habían dado sobradas pruebas de lealtad a la causa peronista y a su líder.

Una usina de rumores seguía generando inquietantes historias en torno a la figura del cuñado presidencial. Es posible que en otro momento político, las presiones de la oposición respecto de este tema hubieran sido aplacadas por Perón o simplemente no les hubiera prestado atención alguna. Pero con el plan de austeridad en plena vigencia, con los salarios congelados, con el pan negro y los apagones, con la oposición que conseguía filtrar sus denuncias cada vez más ante la opinión pública y sin Evita, Perón estaba muy inquieto.

El detonante fue el desabastecimiento y el consecuente encarecimiento de la carne. La presión popular fue enorme y los contreras acusaban a viva voz que ésto era fruto de otro de los negociados de Juan Duarte, quien en los últimos tiempos también había hecho pie en el negocio de los mataderos y frigoríficos.

Apenas iniciado abril de 1953 hasta la CGT presionaba; Perón debió admitir que el desabastecimiento era real pero prometió que si era necesario él mismo saldría a carnear en la avenida General Paz y a repartir carne gratis.

El Presidente encomendó al general León Bengoa la investigación de la conducta de su secretario privado.

Apenas se enteró de que lo investigaban y que habían requerido su despacho en la Casa Rosada, Juan Duarte comprendió que su suerte estaba echada, pero pensaba que con la renuncia, más una conversación con su cuñado, todo se solucionaría.

En la carta de renuncia aduce problemas de salud como la principal causa de retiro. Los trascendidos sostenían que la sífilis estaba minando su organismo; el rumor llegó hasta el Departamento de Estado de Estados Unidos.

Tras el descubrimiento de la penicilina en el curso de la Segunda Guerra Mundial y su difusión, la sífilis era tratable, excepto en su fase terminal, que viene acompañada con severos deterioros físicos. En las fases previas, se puede detener su avance. Es probable que alguna vez Juancito se hubiera contagiado alguna enfermedad venérea y que la difusión de sus aventuras nocturnas y su estilo de vida disipada contribuyeran a desprestigiar y estigmatizar, aún más, su figura.

En los últimos meses se lo veía a Juancito demacrado y con ánimo cambiante. Pero ninguno de estos dos síntomas permite aseverar que padeciera de sífilis.

Duarte tomó conciencia de la gravedad de su situación: Perón ordenó que se presentara ante el general Bengoa, su investigador. Casi simultáneamente un mensaje presidencial emitido a todo el país concluía la defenestración del otrora poderoso Juancito:

" Hemos de terminar con todo aquél que se me demuestre que está coimeando o está robando en el gobierno. Yo no apaño a ladrones de ninguna naturaleza. Yo tengo la obligación de pensar que la gente es honrada hasta que deja de serlo, y deja de serlo cuando yo lo puedo comprobar, y cuando yo lo puedo comprobar estén seguros de que va a la cárcel, así sea mi propio padre ".

Tras el mensaje presidencial, para todos los oyentes, por primera vez en la historia argentina " padre " significó " cuñado ". Y a la mañana siguiente Juan Ramón Duarte aparecía muerto en su departamento con un tiro en la cabeza.

La versión oficial fue que se trató de un suicidio. En poco más de cuatro horas el juez Raúl Pizarro Miguens, tras la inspección del departamento de Callao 1944 ( el edificio entero había sido donado por el magnate Alberto Dodero a la Fundación Eva Perón ) donde vivía y murió Juancito, y luego del examen de varios forenses, decretó que el deceso fue causado por un suicidio. La carta fue entregada de inmediato a Perón y publicada en los diarios del día siguiente con los errores ortográficos corregidos. La causa judicial Nº 17.000 caratulada " Duarte, Juan Ramón s/suicidio " quedó cerrada definitivamente.

Los diarios del 10 de abril de 1953 publicaron elogiosas necrológicas.

Mientras tanto, en la calle, los rumores virulentos, vestidos de humoradas corrían con celeridad. Según el ingenio popular las últimas palabras de Duarte antes de suicidarse habrían sido " No tiren, no tiren "; otros afirmaban que Juancito se había suicidado pero que nadie sabía quién había cometido el suicidio. La revista Time publicó la descabellada versión que Duarte había sido detenido en Ezeiza mientras intentaba huir del país en compañía de Elina Colomer y que de allí lo habían conducido a su casa para ultimarlo.

El secretario privado y cuñado del Presidente, sospechado de graves hechos de corrupción ( al que un día antes le habían allanado su oficina y habían encontrado pruebas en su contra ), aparecía muerto con un tiro y nadie oficialmente seguiría investigando el tema; ni siquiera se hablaría de ello.

Perón se refirió a su cuñado recién en su exilio en España a principios de la década del 70 e hizo estas afirmaciones:

" Juancito era un chico muy sensible; había contraído una sífilis en sus noches de farra y estaba ya en segundo grado, le estaba atacando el cerebro y tenía dificultades para caminar. Todo esto, más las calumnias y la gran impresión por la muerte de Evita, fue combinándose hasta producir una gran depresión. Cenaba conmigo en la residencia muchas noches y a veces me decía que tenía ganas hasta de pegarse un tiro. Una noche que cenó tranquilamente conmigo, se fue a su casa y se pegó un tiro en la cabeza ".

La tesis del asesinato se consolidó en el imaginario colectivo. La detención y el silencio en los medios de comunicación, dejaron el campo libre para para que proliferaran todo tipo de versiones y suposiciones.

La autodenominada " Revolución Libertadora " conformó la Comisión Nacional de Investigaciones con la finalidad de indagar al gobierno depuesto. En el curso de las diferentes investigaciones se cometieron excesos y delitos inexplicables. El encono y el odio de los hombres de " la Libertadora " hacia Juan Duarte rayó en locura.

Una de esas comisiones tenía a su cargo investigar todo lo referido a Juan Duarte; excedidos como estaban sus miembros, intentando desentrañar el complejo económico pergeñado por Juancito, no se hicieron el menor problema cuando la Comisión Policial Nº 58 tomó carta en la investigación de la muerte del secretario privado del ex presidente, aún cuando tal intervención no estaba dentro de sus facultades.

La Comisión Nº 58 estaba a cargo del capitán de fragata Aldo Luis Molinari, secundado por el siniestro Próspero Germán Alvariño, quien se hacía llamar con el paradójico apodo de " Capitán Gandhi ".

El " Capitán Gandhi " cometió todo tipo de excesos en el transcurso de la tarea que se arrogó. El cadáver de Juan Duarte fue exhumado de su sepulcro. Vestido con el uniforme de cirujano, Alvariño ocupaba la primera fila cuando se realizaban las distintas prácticas forenses, desplazando a los profesionales y manipulando él mismo el cadáver de Juan Duarte. Luego, ordenó que separaran el cráneo y un dedo del cadáver, que quedó en su poder. Así, algunas tardes se paseaba por los pasillos del Departamento de Policía blandiendo en una bandeja lo que había sido la cabeza de Juan Duarte y cada vez que en un interrogatorio ( que solía tomar a las 3 de la mañana y donde se describía a sí mismo como " el leoncito de Dios " ) no obtenía la respuesta deseada, exhibía con morbo y sadismo el cráneo de Duarte ante la vista del azorado testigo.

La conclusión de esta truculenta y disparatada pesquisa de la Comisión Nº 58 fue que a Juan Ramón Duarte lo habían asesinado. Jamás pudieron demostrar, ni siquiera sugerir quién o quiénes habrían sido los presuntos asesinos. Todo terminó con imputaciones al juez que había dictaminado suicidio en 1953, Raúl Pizarro Miguens. Pizarro Miguens inició querellas criminales para defender su actuación y todas ellas salieron con dictamen favorable para él, condenando con firmeza lo realizado por " el Capitán Gandhi ".

Ambas investigaciones, la de Pizarro Miguens de 1953 y la de la Comisión Nº 58 de 1956, adolecieron de defectos y omisiones en sus procedimientos. Estos procesos siguieron el signo político de su tiempo y brindaron la respuesta deseada por el poder de turno.

Más de medio siglo después, la figura de Juan Ramón Duarte y las circunstancias de su muerte continúan generando más preguntas y dudas que respuestas.

Juan Ramón Duarte, aquel que el destino y su hermana Evita pusieron a convivir con los poderosos, aquel que disfrutó de las mejores mujeres y placeres, fue ese mismo Juan Ramón Duarte que terminó con una bala en la cabeza y pidiendo perdón por todo.

 

eVITA Y SUS HERMANOS
En la imagen, Erminda, Elisa, Juan Ramón, Blanca y Evita. Con simpática sonrisa, Evita con una suerte de disfraz de abejita - florista, gorrito y canastita con flores. Carnavales en Los Toldos, provincia de Buenos Aires, año 1921.

Y para conocer más sobre esta fotografía, leer, por favor, el material del Dr. Gabriel Miremont, doctor en Historia y Museología, aquí.

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De Fernando del Corro, periodista, escritor, profesor de Historia de la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA ( Universidad de Buenos Aires ) y de Historia Económica Argentina en la Facultad de Ciencias Económicas de la UBA:

El 29 de diciembre de 1936 se consumó, en la hoy Ciudad Autónoma de Buenos Aires, uno de los actos de corrupción más significativos de la historia argentina; uno de los que hicieron que los años 30 del siglo XX sean conocidos como los de " La década infame ": la prórroga de los contratos eléctricos a favor de la firma SOFINA ( Societé Financière de Transports et d`Entreprises Industrielles ).

Fue el famoso negociado de la CHADE ( Compañía Hispano Argentina de Electricidad ), el que junto con el posterior de los terrenos de El Palomar, comprados por el Estado nacional para asentar allí el Colegio Militar, constituyeron uno de los escándalos más grandes ligados con la corrupción económica en la Argentina hasta la etapa iniciada en 1976 por el Proceso militar.

Sobre ellos fue que el periodista José Luis Torres se basó para calificar el período como " La década infame ". El de los terrenos de El Palomar fue perpetrado por los militares conducidos, por entonces, por el ministro de Guerra, el general Basilio Pertiné, responsable máximo de la fraudulenta operación inmobiliaria. Pertiné fue el abuelo de Inés Pertiné, la esposa del ex presidente Fernando de la Rúa; del almirante Basilio Pertiné, ex directivo de Yacyretá que en su momento recibiera acusaciones de fraude contra el Ente Binacional.

El negociado de la CHADE, empresa que luego se denominó CADE ( Compañía Argentina de Electricidad y más tarde SEGBA ( Servicios Eléctricos del Gran Buenos Aires ), fraccionada y privatizada por Carlos Saúl Menem, fue votado en el entonces Concejo Deliberante de la ciudad de Buenos Aires dominado por los radicales. El hecho mereció de parte del entonces presidente de la Nación general Agustín Pedro Justo el siguiente comentario : " Es el primer caso de un partido que se corrompe desde la oposición ".

Cada concejal de la Unión Cívica Radical ( UCR ) y los demás que los acompañaron habían recibido un soborno por prorrogar la concesión de la CHADE a favor del grupo SOFINA, de capitales del Reino Unido de la Gran Bretaña e Irlanda del Norte, por 40 años. Algo que en transcurso del debate en el entonces Concejo Deliberante fue denunciado por el legislador José Fernando Penelón, del Partido Concentración Obrera, escisión del Partido Comunista. Ese dinero sirvió luego para la construcción del edificio partidario de la calle Tucumán al 1600, actual comité porteño, según fue denunciado en su momento.

Siendo presidente el general Pedro Pablo Ramírez, en 1944, ordenó la investigación de los hechos, tarea que encargó al coronel Matías Rodríguez Conde, con quien colaboraron Juan Pablo Oliver y Juan Sábato. El " Informe Rodríguez Conde " fue lapidario, pero algún tiempo después desapareció.

En medio de los debates del Concejo Deliberante un joven dirigente radical correntino denunció los hechos y fue herido de bala. Algo menos de 22 años después se convirtió en presidente de la Nación; se trataba de Arturo Frondizi. La dirigencia partidaria obstruyó en diferentes oportunidades la investigación de la participación radical en el negociado.

La violencia era parte intrínseca del régimen conservador de " La década infame ". En 1935 el comisario Ramón Valdés Cora había asesinado en pleno recinto del Senado de la Nación al legislador santafesino Enzo Bordabehere ( nacido en Paysandú, Uruguay ), hombre de confianza de Lisandro Nicolás de la Torre. En ese momento se discutía en la Cámara alta el Tratado de Londres, más conocido como Pacto Roca - Runciman, otro de los grandes cuestionamientos incluidos en ese período. De la Torre, abrumado, se suicidó algo más de tres años después.

En ese mismo 1936 del negociado de la CHADE, precisamente, la Argentina y el Reino Unido habían renovado el Tratado de Londres como de una consecuencia del acuerdo entre Manuel Malbrán y Anthony Eden, luego primer ministro de su país en la segunda posguerra mundial como sucesor de Winston Churchill, de quien había sido el hombre de mayor confianza. Cabe señalar que el Tratado de Londres de 1933 se había basado en el Acuerdo D´Abernon, fimado con el Reino Unido durante la presidencia de Hipólito Yrigoyen en 1929 y que quedó sin efecto a raíz del golpe de Estado del 6 de septiembre de 1930.

No había sido un año feliz para la Argentina el de 1936, a pesar del Premio Nobel de la Paz otorgado al canciller Carlos Saavedra Lamas por su intervención para poner fin a la Guerra del Gran Chaco entre Bolivia y Paraguay y de la visita del presidente estadounidense Franklin Delano Roosevelt para participar en la Conferencia para la Consolidación de la Paz.

Un medio periodístico, el diario La Capital de la ciudad de Rosario, publicaba la primer foto conocida de la actriz Evita Duarte, julio de 1936.

Ese año, entre muertos, heridos y detenidos hubo 2.000 víctimas de la represión durante un acto de la CGT en el marco de una huelga general y, claro está, se produjo el entierro de los supuestos restos de Carlos Gardel en el cementerio de la Chacarita, lo que motivó una de las concentraciones más grandes de la historia argentina. También fallecieron en 1936 la escultora tucumana Lola Mora; Jorge Brown, el mítico futbolista de Alumni; y el gaucho Segundo Ramírez, en San antonio de Areco, en quien el novelista Ricardo Güiraldes se inspiró para su " Don Segundo Sombra ". Claro que también, como contrapartida, el arquitecto Alberto Prebisch concluyó la construcción del Obelisco porteño y la delegación argentina obtuvo dos medallas de oro en los Juegos Olímpicos de Berlín, desde los que Adolf Hitler pretendió mostrar al mundo la presunta superioridad del hombre alemán como exponente de la pureza aria, la etnia que hace unos 4.000 años se expandió desde Bactriana, en el actual Afganistán.

eVITA Y SUS HERMANOS

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De Sebastián Ríos, periodista especializado en temas sobre salud y ciencia, redactor del diario La Nación, Buenos Aires, Argentina:

En un intento de aliviar el intenso dolor que sufría a raíz del cáncer, Eva Perón habría sido sometida a una lobotomía pocos meses antes de morir.

Las nuevas evidencias en favor de lo que hasta ahora era sólo una sospecha acaban de ser publicadas online en la revista especializada World Neurosurgery, lo que a su vez motivó un artículo en el diario The New York Times escrito por el Dr. Barron Lerner, prestigioso profesor de medicina y salud pública de la Universidad de Columbia.

" La lobotomía es una operación que adquirió connotaciones muy dramáticas, pero que por aquel entonces era lo más elevado en técnica quirúrgica para tratar dolores muy terribles asociados al cáncer, así como afecciones psiquiátricas ", dijo al diario La Nación de Buenos Aires el Dr. Daniel Nijensohn, neurocirujano argentino radicado en los Estados Unidos, que realizó la investigación que permitió hallar evidencias sobre una cirugía que " se ha mantenido callada por más de medio siglo ".

" Nuestra investigación comenzó en 2005, cuando el cirujano húngaro George Udvarhelyi, que vivió en la Argentina entre 1948 y 1953, declaró al diario Baltimore Sun que había participado de una lobotomía que se le realizó a Eva Perón - contó Nijensohn, profesor del Departamento de Neurocirugía de la Universidad de Yale -. La investigación reveló que sus declaraciones eran correctas, y que quien realizó la cirugía fue el neurocirujano James Poppen, que ya era célebre por haber operado a John Fitzgerald Kennedy, de una hernia de disco en 1943 ". El dato más relevante de su investigación surge en una radiografía - hoy perdida - de Eva Perón, que muestra las huellas que dejó la intervención en su cráneo.

Nijensohn recabó además información del entorno del Dr. Poppen - fallecido en 1978 - que confirma los dichos del Dr. Udvarhelyi, y que sugieren que la cirugía se habría realizado entre fines de mayo y junio de 1952, poco antes de la muerte de Eva Perón, ocurrida el día 26 de julio de ese año.

" No sabemos la fecha exacta, pero sospechamos que para su última aparición pública, cuando Perón asumió su segunda presidencia, ya habría sido operada ", dijo Nijensohn, en comunicación telefónica desde Estados Unidos.

La investigación de Nijensohn tiene ribetes que él mismo describe como " detestivescos ".

" Sabemos que el cuerpo de Eva Perón, que había sido momificado por el Dr. Pedro Ara, fue radiografiado en 1955 a pedido del gobierno militar de la Revolución Libertadora, para comprobar su identidad - relató el neurocirujano -. Contactamos al hijo del radiólogo que tomó las radiografías, que nos envió radiografías de tórax, abdomen y extremidades de Eva Perón, que confirmaban el cáncer que padecía, pero las radiografías del cráneo se habían traspapelado ". " Sin embargo, agregó Nijensohn, esas radiografías han quedado registradas en el documental " Evita: una tumba sin paz " ( 1997 ), del cineasta Tristán Bauer ". " Allí pueden verse dos radiografías de cráneo colgadas de un negatoscopio. Congelamos mediante computadora el frame ( cuadro ) en que se ven las radiografías, y en una de ellas se pueden observar dos imágenes radiolúcidas circulares a nivel de la sutura coronal ( de cráneo ). Esos dos círculos son compatibles con los agujeros de trepanación del cráneo que se realizan en una lobotomía prefrontal para introducir el instrumental en el lóbulo frontal ".

Nijensohn, vale aclarar, no sólo es neurocirujano, sino que ha realizado durante años lobotomías prefrontales, James Poppen, de la Clínica Lahey, de Boston, fue un reconocido experto en el uso de la lobotomía para el tratamiento del dolor refractario, pero también fue el autor de un libro de edición propia titulado " Perón, the man " ( 1955 ). " Era muy amigo de Juan Domino Perón ", afirmó Nijensohn, quien señaló que la instrumentista de Poppen a partir de la década del 60, que también fue su confidente, " proporcionó mucha información " sobre la estadía del médico norteamericano en Buenos Aires. Sus dichos fueron contrastados por Nijensohn con los de otros colegas de Poppen, y todos se inclinan en confirmar lo que en algún momento podría leerse en una Alumni Newsletter de la Clínica Lahey: " El neurocirujano James Poppen fue convocado a Buenos Aires para operar a Evita Perón ".

" Este procedimiento estaba de moda en la Argentina, en donde la realizaban neurocirujanos como el Dr. Raúl Matera, muy cercano al general Perón y quien también escribió un artículo dedicado a la lobotomía en 1949 ", afirmó Nijensohn en un artículo publicado en la Revista de Neurología Funcional, Estereotáxica, Radiocirugía y Dolor ( Neurotarget ).

" En mi experiencia personal y en la de mis maestros, la lobotomía no quitaba el dolor, pero quitaba la reacción emocional al dolor - afirmó el Dr. Nijensohn - . Los pacientes se volvían un poco infantiles, inexpresivos, no pedían medicación para el dolor o pedían mucho menos, y no tenían los signos externos de intenso sufrimiento ".

" La lobotomía resolvía el problema de la agitación y la ansiedad que puede asociarse al dolor en el cáncer ", agregó el neurocirujano, que señaló que hoy existen tratamientos mucho más efectivos y menos invasivos.

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Del Capitán de Navío ( R ) Francisco " Paco " Manrique ( 1919 - 1988 ), oficial naval, político y periodista:

Yo era segundo jefe de la Casa Militar durante el gobierno del general Eduardo Lonardi y fui testigo cuando el Presidente, en una reunión de gabinete, dispuso que una comisión médica ( integrada por los doctores Nerio Rojas, Julio César Lascano González y Osvaldo Fustinoni ) determinara si el cadáver existente en la CGT era o no el cadáver de Eva Perón.

Pasaron los días, cayó Lonardi, noviembre de 1955, asumió en su lugar el general Pedro Eugenio Aramburu, hubo una nueva reunión de gabinete y allí los médicos informaron que verdaderamente se trataba de Eva Perón.

La Junta Militar de aquel momento tomó la responsabilidad de ese cadáver. Días después se firmó el decreto respectivo. Era un decreto reservado por el cual se colocaría el cadáver en un nicho, en el cementerio de Monte Grande, provincia de Buenos Aires, con el objeto de evitar todo uso político, tanto de amigos como de enemigos.

Habrá transcurrido un año, y un buen día, siendo yo ya jefe de la Casa Militar, me informa un civil que había visto el cadáver de Eva Perón en el Servicio de Informaciones del Ejército ( SIE ). No le creí, pero de cualquier manera le informé a Aramburu lo que me habían dicho.

Aramburu tampoco lo creyó y me pidió que fuera al Servicio de Informaciones del Ejército para saber si era cierto, porque oficialmente estaba enterrada.

Entonces fui a ver al teniente coronel Carlos Eugenio Moori Koenig. Discutimos y terminó afirmando que allí estaba todavía. Pude ver el cadáver de Eva Perón.

Moori Koenig me explicó que no había podido hacerlo porque le había resultado imposible guardar el secreto de la operación.

Cuando le informé de tal novedad a Aramburu se puso muy furioso e inmediatamente lo destituyó a Moori Koenig y nombró en su lugar al coronel Héctor Cabanillas. Y de ahí en más, Aramburu reunió a la Junta Militar, le informó lo ocurrido con aquel decreto y expresó la necesidad de preservar el cadáver de cualquier abuso político. Para lo cual, la Junta descargó la responsabilidad del entierro en Aramburu.

Aramburu - me consta - mantuvo contacto con la Iglesia Católica y habló particularmente con tres personas, que fueron: monseñor Lafitte, monseñor D´Andrea - aunque no estoy tan seguro que fuera él - y monseñor Zanín, que era el Nuncio Apostólico de la Argentina. Poco tiempo después llegó de Roma un delegado de la Iglesia, para hacerse cargo del cadáver.

Todo eso fue conversado con Aramburu, quien designó para hablar con ese delegado a otro sacerdote llamado Francisco Rotger, que falleció alrededor de 1975. Entre ellos queda la preservación del cadáver y a partir de allí se pierde la vista. Pero tres meses después aparece el P. Rotger para verlo a Aramburu y entregarle los papeles de la ubicación del cadáver.

Aramburu toma los papeles y sin abrirlos, los coloca dentro de un sobre, lo firma y escribe: " Para ser abierto un año después de mi muerte ". Y se lo entrega al coronel Arribó, que era jefe de la Secretaría de la Presidencia, con el objeto de que sea depositado ante un escribano.

Aramburu murió sin saber dónde estaba sepultada Eva Perón. Y me consta, porque yo estuve presente como así también el coronel Arribó, cuando llegó el P. Rotger con los papeles. Es decir que todos sabíamos lo mismo: nada del lugar donde estaba el cadáver de Eva Perón, pero sí que la Iglesia había cumplido con su palabra.

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De Roberto Pettinato, periodista, humorista, músico, conductor de radio y televisión, escritor, autor del libro La isla flotante, editorial Mondadori, Argentina, 192 páginas, año 2011:

Creo que todas las mujeres querían ser como Eva Perón.

Incluso mi madre, Clara, ferviente admiradora de Evita, tenía celos de ella porque era muy amiga de mi padre, Roberto, funcionario público durante el gobierno de Perón y creador de la Escuela de Penitenciaria de la Nación.

Mi viejo hizo escuela en la Penitenciaría para que los guardiacárceles no fueran bestias con los presos. Me decía siempre que la mejor cárcel es una cárcel vacía. En diez años de gobierno, no se le escapó un preso. ¿ Por qué ? Porque estaban ocupados en aprender cientos de oficios. Y cuando salían venían a comer a casa.

Nuestras madres se peinaban, hablaban y hasta se podían morir de cáncer como Eva Perón.

Nota:

Para ver imágenes de Eva Perón, clickear, por favor, aquí

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De Carlos Del Frade, docente, investigador, periodista y escritor:

En 1960, a cinco años del golpe contra el segundo gobierno de Perón, grupos de militantes rosarinos se reunían en casas familiares para conspirar contra la dictadura.

Panfletos envueltos en pañales, cumpleaños que servían de encuentros políticos, bombas caseras aprendidas de viejos anarquistas y florcitas " no me olvides " en los ojales de los sacos, formaban parte de la resistencia cotidiana.

En 1956, antes del levantamiento del 9 de junio, el general Juan José Valle estuvo en Rosario y recorrió las unidades básicas que funcionaban en las cocinas y sobre manteles de hule.

Los paros sorpresivos y las panfleteadas se repetían en la geografía todavía industrial de la ciudad de Rosario.

A fines de 1959, uno de los oficiales del Ejército expulsado por peronista, Miguel Angel Iñíguez, ya había integrado la fracción más radicalizada de la inorgánica resistencia. Se llamó el " Comando Operativo Revolucionario ". En ese mismo año surgió el primer foco guerrillero en la Argentina, los uturuncos, en el monte tucumano. Desde entonces se pensó en tomar el Regimiento 11, en la zona sur de la ciudad de Rosario. Iñiguez difundió la noticia de que se preparaba un levantamiento general en todo el país.

En ese contexto, en junio de 1960, el cónsul paraguayo en Rosario, acercó la noticia a los resistentes: El cadáver de Evita, secuestrado en septiembre del ´55 de los altos de la CGT no había sido quemado ni tirado al mar y se encontraba en una iglesia del sur de Brasil.

" Durante meses nos fuimos reuniendo para establecer la seriedad de la información. Era fundamental. Por aquellos días no sabíamos nada sobre las vejaciones que le hicieron a Evita, varios militares la habrían pagado muy caro ", expresó José Cravero, integrante de la resistencia peronista y del " Comando Operativo Revolucionario ".

En la clandestinidad, en la casa de Alejandro Vega, en Catamarca al 3700, Rosario, se reunieron " los compañeros " Aldo Pérez, Héctor Antuña, Leoncio García, el propio Vega y Cravero.

Decidieron comunicarse con Dante Piacenza, " exiliado en Brasil durante dos años después del levantamiento del general Juan José Valle y el teniente coronel Oscar Cogorno, y que en aquel momento estaba en Neuquén, pero había quedado con muy buenos contactos en aquel país ".

" El riesgo más grande era no alentar a los servicios. Pero a menudo que se sucedían las reuniones todos los datos avalaban la información original. El cuerpo de Evita estaba en una pequeña iglesia de Brasil con dos curas, un sacristán y una mujer que cocinaba y limpiaba ", expresó Cravero.

" El operativo era fácil. Sólo había que retener por unas horas a esas cuatro personas hasta salir de Brasil con el cuerpo de Evita, entrar resultaba sencillo ", expresó Cravero varias décadas más tarde.

Cravero viajó hasta Asunción del Paraguay y allí se entrevistó con el ministro del Interior del gobierno de Alfredo Stroessner. Le pidió armas para el llamado " Operativo Rescate ".

Edgard Insfrán, el funcionario paraguayo, le dijo que tenía buenos contactos con Perón, pero que necesitaba de " la palabra del General para apoyar el operativo ". Cravero le respondió que entendía la posición pero no tenía la menor idea de cómo entrar en contacto con el ex presidente.

El plan era retener o secuestrar a los integrantes de la iglesia, recuperar el cuerpo de Evita, atravesar el territorio brasileño por tierra con el cuerpo de Evita, llegar hasta Humaitá en Paraguay y desde allí transmitir por radio para toda la Argentina la recuperación del cadáver de Evita. Y desde allí, por el Paraná, en una lancha mediana, con el féretro, llegar hasta Rosario. La idea era que una vez protegida y escondida sirviera de bandera para levantar al pueblo peronista, conseguir el retorno del General y convocar a elecciones en forma inmediata ", rememoró Cravero.

" Cuando teníamos todo planificado, llegó la información de que se produciría el golpe de los militares peronistas y que nosotros debíamos concretar la toma del Regimiento 11. Eso fue el 30 de noviembre de 1960 ", Cravero recordó.

La toma del Regimiento 11 ( donde luego funcionó el Batallón 121 ) duró unas seis horas, y tuvo como saldo cuatro muertos. Cravero, uno de los sobrevivientes, terminó en la cárcel durante tres años. Y en la cárcel Cravero se enteró que el cuerpo de Evita no estaba en aquella capilla brasileña.

" Siempre nos reíamos imaginando el susto y la sorpresa de los curitas cuando vieran llegar a un grupo de militantes armados y que le reclamaran el cadáver de Evita Perón. No habrían entendido nada. El fracaso del Regimiento 11 evitó otro fracaso ", reflexionó el viejo peronista rosarino.

El " Operativo Rescate " refleja un tiempo de heroísmo y pasiones que parecen formar un relato de realismo mágico latinoamericano. Sin embargo fue el sueño de un grupo de rosarinos con un ideal incumplido. Aquello de la justicia social, cuando el peronismo era " el hecho maldito del país burgués ".

" La enterré de pie. Como Facundo. Porque esa mujer era un macho ", relató el entonces coronel Carlos Eugenio Moori Koenig al escritor y periodista Rodolfo Walsh.

Así lo contó en el cuento " Esa mujer ", resumen de aquella entrevista con el entonces integrante del Servicio de Inteligencia del Ejército ( SIE ) y encargado de esconder el cadáver robado del edificio de la CGT en Capital Federal, poco después del golpe de setiembre de 1955.

El anatomista español Dr. Pedro Ara había embalsamado el cuerpo de Eva Perón y " el cadáver de Evita tenía más fuerza que un cañón ", expresó Cravero.

Uno de los proyectos que tuvo la Armada era tirarlo al mar, prólogo perverso de los " vuelos de la muerte " que ocurrirían a partir de 1976.

El Ejército, a través del presidente de facto general Pedro Eugenio Aramburu, se opuso a esta idea del almirante Isaac Francisco Rojas, según narró la investigación del periodista Miguel Bonasso en un documental producido para la televisión inglesa.

A partir de entonces, el cadáver de Evita comenzó a deambular por dos mundos. El real y el imaginario. Gran parte de ese peregrinaje sirvió de base para la novela " Santa Evita " de Tomás Eloy Martínez.

A principios de los años 70, el coronel Héctor Eduardo Cabanillas le devolvió el cuerpo de Evita a su esposo, el general Perón. El cadáver tenía signos de violencia.

En los días finales de la dictadura del presidente de facto general Alejandro Agustín Lanusse, frente al Sindicato de la Carne, en la zona sur de Rosario, un militante radical, Héctor " Gogo " Arteaga llevó una vieja estatua de Evita, para que los muchachos peronistas hicieran un acto, y el jefe de la Policía de la Provincia de Santa Fe y Comandante de Gendarmería, Agustín Feced, desató una furiosa represión al ver ese busto.

Cadáver, estatuas, bustos, el nombre de Evita, todos símbolos de una rebeldía que anidó en muchos corazones rosarinos y que perturbara a los gobernantes de turno y proveedores de la muerte.

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De la sección País, de diario El Ciudadano & la gente, director Mario Alberto Parodi, fundador Orlando Mario Vignatti, editorial Los álamos S.A., Rosario, 5 de enero de 2012:

La causa se inició cuando el dirigente justicialista Lorenzo Pepe, en su carácter de titular del Instituto Nacional de Estudios e Investigaciones Históricas, Sociales y Políticas " Juan Domingo Perón ", reveló que el empresario Mario Rotundo, director de FUNPAZ ( Fundación por la Paz y la Amistad de los Pueblos ), colaborador de Juan Domingo Perón y receptor en 1990 y de parte de la ex presidenta de la Nación María Estela Martínez, viuda de Perón, de todos los bienes muebles y objetos personales de su ex marido y sus derechos ante terceros, subastaba, a través de internet, bienes del tres veces presidente de la Nación y de Evita.

En una resolución dictada en la última jornada hábil de 2011, el tribunal revocó - por considerarlo " prematuro " - el sobreseimiento de Rotundo que había dictado en junio de 2011 el juez federal Dr. Julián Ercolini y dispuso que prosiga la investigación.

La Camara porteña ordenó que continúe la investigación que tiene a Mario Rotundo imputado de subastar por internet objetos del ex presidente Juan Perón y de María Eva Duarte de Perón, considerados patrimonio histórico nacional y que, por lo tanto, no pueden comercializarse.

El fiscal de Cámara, Dr. Germán Mario Moldes, insistió en el carácter " histórico " de todos los objetos y sostuvo que " aunque a no todos les agrade, Juan Domingo Perón y Evita se cuentan entre las cinco personas que el mundo identifica inmediatamente con nuestro país de manera casi automática ".

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De Juan Carlos Cernadas Lamadrid, dramaturgo:

Nací en 1940. De aquel peronismo inicial poco puedo decir como experiencia personal. Pero lo que sí guardo como una experiencia propia de mi infancia es el recuerdo de Evita, su voz. Esa voz fuerte, alterada, que caracterizó muchos de sus discursos públicos. Su voz me atrapaba en la misma medida que me inquietaba y me obligaba a permanecer inmóvil ante el aparato de radio de mi abuela, como si aquel torrente de palabras, para mí entonces incomprensibles, pudieran revelar el misterio que desde mi inocencia se agigantaba: ¿ Por qué estaba tan enojada esa señora ? Pero quizá lo que entonces me extrañaba aun más, era no entender por qué lo que esa señora decía, enfurecía tanto a unos, al mismo tiempo que la gran mayoría la aplaudía y vitoreaba su nombre hasta las lágrimas.

Provengo de una familia  -  tanto paterna como materna  -  de vieja raigambre argentina. La histórica lucha entre unitarios y federales no fue para mí un dato del pasado extraído de un texto escolar. Fue una vivencia. Entre la familia de mi madre  -  unitaria  -  y la de mi padre  - rosista incluso por vínculo de sangre  -  se reprochaban muertes y persecuciones y destierros, como si acabaran de suceder.  Con el advenimiento del peronismo se inauguró para muchos esta escisión profunda pero no para mí. En mi familia, con el peronismo, también se ahondó la división ya existente. Recuerdo que en reuniones familiares se imponía en el living un cartel que rezaba " Prohibido hablar de política ", aunque jamás dio resultado. Pero aunque las pasiones eran nuevas, de alguna manera yo sentía como la prosecución de un mismo discurso: dependencia, nacionalidad, entrega, expoliación.

Cuando superé la adolescencia, había comprendido ya por qué esa señora se enojaba tanto y por qué enojaba a tantos. Claro que su enojo expresaba ahora otro dato de indudable peso en la realidad: la relación entre explotadores y explotados. Comprendí entonces que el odio atribuido a Evita no era más que la reacción propia de quienes se veían desenmascarados en sus privilegios de oligarquías dominantes, como ella misma solía decir. Por lo que ya en mi juventud el " odio " que Evita sentía por los que provocaban la marginación y la miseria, me pareció no sólo justo, sino profundamente cristiano. Así su odio se hizo mío sin comprender por inmadurez que su mensaje era mucho más profundo, moral y cristiano que el que yo le atribuía. Comencé a comprender esto  -  tardíamente sin duda, por mi propio origen burgués  -  cuando cayó en mis propias manos un libro del entonces obispo de Avellaneda, monseñor Jerónimo Podestá, que hablaba de la " violencia del amor ".

Recién ahí advertí que lo de Evita no era odio, sino amor.   Amor en rebeldía. Ella provenía de ese mismo pueblo marginado y explotado. Su voz fue un grito por todos aquellos que no habían podido gritar. Fue un desenmascaramiento definitivo y esto, en sí mismo, es un acto de amor. Por esto el odio que ella pudo provocar, no estuvo en el pueblo. El odio fue la reacción de aquellos que se sintieron tocados como opresores de ese mismo pueblo.  Tanto es así esto, que a Evita no se la sigue por sus ideas, aunque éstas no sean excluyentes. A Evita simplemente se la ama. La ideas pueden perder vigencia, o necesitan reacomodamientos o " aggiornamientos " ante la realidad cada vez más compleja, pero el amor, no. Y ésta es la revolución que Evita sigue y seguirá encarnando.

Basta ver quién la amó, quién la ama, quién la odió, para saber de qué lado de la vida se está. Quienes han estudiado o reflexionado sobre la vida y la obra de esta mujer argentina se han preguntado cuál fue el motivo que la llevó a semejante despliegue de actividad, de la mañana a la noche, sin pausa, inmersa en un mundo de luchas e intrigas políticas, sin paz ni descanso.

Sus detractores apuestan todo a la teoría que muestra a Evita como una mujer ambiciosa, guiada en su acción por represalias y venganzas personales. Mary Main, María Flores, en su libro La mujer del látigo, considera que " la Fundación Eva Perón fue creada por despecho por una mujer ambiciosa y resentida ". Con lo que desvaloriza, de allí en más, toda la labor, la obra, la actividad social que desarrolló. Para completar esta diabólica interpretación agrega que " si la aristocracia argentina ( ? ) la hubiera recibido, ella no hubiera ambicionado más poder, devorada por una sed insaciable, que habría de conducirla, si la muerte no se adelantaba, a la insanía ".

Cuando habitualmente hablamos de la palabra ambición cualquiera de nosotros piensa que significa ansias de tener riquezas, de acumular poder. Creo que no pasa por ahí la esencia de una vida como la de Eva Perón. Cabe preguntarse si no hay en todas las conductas de los hombres una ambición a realizar, si este sentimiento no es el motor que nos hace caminar en la vida. Es importante señalar este aspecto del tema, como si uno no pudiese decir que un escritor tiene la ambición de escribir la mejor obra o un político no tiene la de llegar a la Presidencia, o un empresario la de tener una gran empresa. Eva Perón tuvo una primera etapa, como todos los seres humanos, la de la ambición de abrirse camino, de gestar su propio protagonismo y eligió el camino artístico, como otros eligen el comercio, la ingeniería o la política, y en este sentido tenía una sed enorme de desarrollar su vida y su rol.

Evita tuvo una segunda etapa donde esa ambición, tal vez personal, como la de cualquier ser humano, se transforma en realidad a través de una causa. Cuando se encuentra con Perón se mimetiza en la idea de lo que había que hacer y pasa a tener la ambición de lograr los objetivos de una causa.

Justamente, lo importante de Eva es que tuvo la grandeza de haber sabido transformar las propias aspiraciones de protagonismo personal de la primera etapa de una artista en el protagonismo social de ser un instrumento para dignificación de los hombres y mujeres del pueblo.    Eva Perón si hubiese querido integrarse a la oligarquía, podía hacerlo fácilmente siendo la mujer del Presidente de la República. Y en su orden de valores alcanza con ser la esposa del Presidente. 

Son palabras de Eva Perón: “ Dicen que soy una resentida social. Soy una resentida social, pero mi resentimiento no viene de ningún odio sino del amor: del amor por mi pueblo cuyo dolor ha abierto para siempre las puertas de mi corazón ". " Y me pregunto por qué hubiese podido rechazarme la oligarquía. ¿ Por mi origen humilde ? ¿ Por mi actividad artística ? ¿ Pero acaso alguna vez esa gente tuvo en cuenta estas cosas tratándose de la mujer de un presidente ?  Nunca la oligarquía fue hostil con nadie que pudiera serle útil. El poder y el dinero no tuvieron nunca malos antecedentes para un oligarca. La verdad es otra. Yo, que había aprendido de Perón a elegir caminos poco frecuentados, no quise seguir el antiguo modelo de esposa del Presidente ". 

" Sí. Confieso que tengo una ambición, una sola y gran ambición personal: quisiera que mi nombre figurase alguna vez en la historia de mi Patria ... y me sentiría debidamente, sobradamente compensada, si la nota terminara de esta manera: De aquella mujer sólo sabemos que el pueblo la llamaba cariñosamente Evita ".

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De Ramón Landajo, periodista, secretario y ayudante de Perón:

Conozco, como pocos, la tremenda soledad en la cual vivió el General desde que inició su destierro en setiembre de 1955, y como nadie, depositario de muchos de sus secretos. Ese es, para mí, el mejor premio que defiendo y guardo con orgullo ya que he sido y soy quien sin buscar recompensa fui distinguido por Perón como amigo y colaborador.

Según me confiaba el General, definida y finalizada la Segunda Guerra, el poder mundial que representaban los líderes de las potencias vencedoras, decidieron cuál sería el destino de todos los países del mundo.

Si bien habían fijado sus ojos en nuestro Continente, y particularmente en Argentina, Brasil y Chile, comenzaron a tener temores que la prédica y ejercicio peronista pudiera extenderse por el mundo. Aquella guerra, como todas las que se han generado a través de los tiempos, estuvieron impulsadas por intereses económicos y la finalidad principal era la de controlar la riqueza de las naciones a través de la sumisión y explotación de sus pueblos.

Varios emisarios llegaron al general, tratando de convencerlo de que cometía serio error al tratar de crear conciencia en las masas sobre derechos que hacían al respeto a la dignidad del hombre de trabajo, como también impulsar la idea que el capital debía tener una finalidad social y solidaridad con los sectores sumergidos. Igualmente, esos emisarios pretendían imponer condiciones para impedir el desarrollo de la industria nacional, ya que, de existir y progresar, constituía un peligro para el desarrollo de sus fábricas en otras latitudes, y fueran una competencia en los mercados internacionales. El papel que habían reservado para la Argentina era la de un reservorio y encontraba en Brasil el lugar ideal para instalarse, ya que tenían asegurada una mano de obra aunque no muy calificada sí barata por las perspectivas de hambre y miseria que se proyectaba en su creciente población. Las necesidades, solía sostener el General, llevan al individuo a aceptar imposiciones denigrantes para así sobrevivir dentro de este mundo lleno de egoísmo.

Fácil le hubiera resultado al General Perón aceptar los ofrecimientos si hubiera ambicionado riqueza, comodidad y figurar en el mundo de los vanidosos. Siempre sostuvo su pasión nacional y luchó para implantar un sistema justo, donde se respetara y dieran seguridades a todos los sectores de la población para gozar de una vida digna de ser vivida dentro del marco de libertad y el respeto.

El precio que tuvo que pagar lo conocemos. Vivió dieciocho años en el exilio. Dieciocho años en que alejado de su Pueblo, silenciado por falsos intermediarios que escondían sus mensajes o los relataban de acuerdo a los intereses que representaban, pudo regresar cuando sus enemigos, conociendo sus precarias condiciones de salud, que anticipaban una corta vida, planificaron la última etapa de su existencia.

Regresó Perón en 1973.

Semanas antes de su fallecimiento, en la entrevista que tuvo lugar en su despacho en la Casa Rosada, me manifestó su amargura ante el panorama que ofrecía la realidad argentina. Habían cargado sobre él todas las responsabilidades. Lo presionaban a diario con problemas que se creaban a su alrededor, con la finalidad de apurar su tránsito por este mundo. Como bien lo relatara el escritor Enrique Pavón Pereyra en uno de sus libros, testimoniando el cerco que sufría Perón, el Presidente se encontró que ni papel esquela tenía en su escritorio de trabajo. Escamoteado por López Rega, era una especie de seguro para él, que nada le podía escapar. Al notar Perón esto, expresó:

" Como verá , hasta el papel me quitan. Los remedios me los esconden, y a diario buscan irritarme, para ver si así apuran mi final. Son los cuervos que me rodean, esperando ver mi cadáver para devorarlo como carroña ".

" No puedo descalificar a todos. Pero sí descalifico a los que desmedidamente, suciamente, se valen de la confianza para cometer toda clase de atropellos, burlas y delitos. Los he visto actuar a mi alrededor durante el ejercicio de mis funciones de gobierno, y si bien no he podido desprenderme de esas sanguijuelas miserables, de esos gusanos, es por la simple razón de que eran parte o componentes de toda una organización que se cuela, en cualquier organismo o institución, y ocultando su personalidad tras el disfraz de la hipocresía, son los que sabotean todo proyecto que pueda significar un beneficio para los sectores que reclaman justicia y comprensión ".

" La función de un Presidente, y comienzo por mi caso, no era simplemente la de aparecer en actos públicos, rodearme de los alcahuetes de turno y leer los discursos que muchas veces me elaboraban. Tampoco la de ser un simple monigote que se presentaba en actos con la finalidad de mostrarse como el poder absoluto, como un buen hombre de relaciones públicas, sino que era preciso que un jefe de Estado sea un hombre que, escapando de las vanidades a que lo lleva la circunstancia, dedique todo su tiempo en pensar, proyectar y trabajar, supervisando todo, para que lo prometido a su pueblo se concrete en realidad. Yo he trabajado permanentemente, y he tratado de sacar el mayor provecho al tiempo que dedicaba a estudiar los problemas y hallar soluciones. Si mucho no pude lograr es por mi falta de tacto o conocimiento al elegir a hombres que llegaban a mi lado, no con la finalidad de servir a los intereses de todos, sino el servirse de una ubicación dentro de la estructura y tener cierto poder para cometer las burlas mayores a la confianza que en ellos había depositado. Mucho más tras la muerte de Eva, ya que me dejó la espalda desprotegida ".

" El jefe de Estado está siempre en el blanco de la mirada de todo el mundo. Sobre él ejercen toda clase de presiones sectores supuestamente amigos, que no llegan con la finalidad de dar soluciones o apoyo a proyectos que puedan servir a la comunidad, sino que cada uno busca sacar beneficio personal o de grupo de cada situación. Pocas veces aportan ideas positivas, sino que, en la mayoría de los casos, son los que crean intrigas y dificultades sobre otros para generar un clima de enfrentamiento y discordia que, finalmente, pueda favorecerlos ".

" Para que esto suceda, cuentan con una maquinaria publicitaria, a la que se prestan los mercaderes de la prensa que relatan hechos sin importancia, pero que los convierten en grandes escándalos para así destruir internamente a los hombres probos y de capacidad que puedan servir con lealtad a esa confianza que en ellos se deposita ".

" Del hombre público dicen de todo. Escriben libelos ofensivos y se ocultan en un supuesto derecho de ser fiscales, cuando ellos carecen de los más mínimos principios de lo que es moral. El funcionario público está expuesto a todo tipo de ataques. Cuando es honesto, sufre. Cuando no lo es, sale a la palestra a defenderse y buscar la conciliación mediante el otorgamiento de prebendas para que silencien u oculten todo aquello que pueda afectarlos en sus ambiciones o proyectos ".

" El funcionario público, de primer nivel, debe ser consciente que cumple una tarea que debe desempeñar con eficiencia y lealtad. Aquél que forma parte de un equipo de gobierno no puede ni debe buscar sobresalir por lo que no es, sino que debe encontrar el reconocimiento por lo que hace en servicio a esa comunidad a la cual debe servir. Las tarjetas con escudo a seco y títulos, no deben ser pasaportes para cometer iniquidades, ni tampoco para presionar para todo cuanto se riñe con la honestidad y la moral. Hay muchos de esos funcionarios que utilizan su poder o cargo para buscar los caminos que le aseguren un bienestar económico futuro, especulan con el cargo para cometer desfalcos a la ingenuidad de sus representados, y carecen de los elementales principios de lo que es servir con honestidad a la Nación y al Pueblo. Buscan rodearse de alcahuetes e incapaces, pero sí aventureros que puedan canalizar sus negocios para repartir limosnas que generalmente dan a quienes son obsecuentes y adulones. De vez en cuando hacen una cosa bien, ayudando a determinada entidad, pero siempre buscando que ese acto o ese hecho se realice frente a medios que puedan publicitarlos. Carecen de total humildad y grandeza ".

" El hombre común, el hombre de pueblo, es el que tiene problemas, para él insolubles, no siempre encuentra eco en las autoridades. ¿ Qué le importa al mal funcionario el padecimiento de uno en millones, si eso no le permite ganar el reconocimiento de quienes, al abandonar la función, pueden contratarlo para servir en las sociedades bastardas que han favorecido suciamente ? ... ¿ Qué puede importarle al hombre que conduce un gran proyecto, que muchos sean víctimas de la ambición de los especuladores, si, en definitiva, para lo único que sirve acercarse a las bases es para reclamar de ellas el voto en elecciones ? ..."

" Yo he visto y comprobado, como también combatido durante mi gobierno, a muchos que simulaban sentimiento popular, pero que eran insensibles a los reclamos de los castigados sectores humildes. Preferían codearse con los perfumados millonarios nacionales o extranjeros, antes de convivir con el sudoroso trabajador que, en definitiva, es el que hace con su esfuerzo y sacrificio las grandes obras que construyen una gran Nación ".

" Es posible que algún día usted pueda llegar, pese a su poco deseo de ser funcionario público o político, a ocupar un cargo dentro de la estructura de gobierno. Tenga en cuenta, si llega serlo, que, primero de todo, es tener las puertas abiertas a todos los sectores más castigados de nuestro pueblo. No escape a los reclamos de los que claman justicia. No malgaste su tiempo en actos o ceremonias que solamente sirven para determinadas escenas de esta parodia que es la tarea de gobernar. Sus minutos serán necesarios para dedicarlos a responder a la confianza de quienes, lejos de usted, saben que está trabajando por ellos. No busque el halago fácil, y deseche las adulerías y alcahueterías. Cuando reciba a alguien que mucho pueda ofrecerle, desconfíe de él. Tratará de encontrar su lado flaco, para hacerlo caer en sus trampas para después dominarlo ".

" Sienta el dolor de los que sufren. No escape a la realidad en momento alguno. No crea cuanto muchos gritan organizadamente, pero sí valore aquello que susurran los que no tienen fuerza para poder gritar, ya que le han quitado la voz. No crea en la justicia de los hombres, porque como tales, siempre están expuestos a ceder ante las propias ambiciones personales, familiares o de grupo. No se deje ganar por el ego, porque ese será su mayor enemigo. Si llega al cargo, sepa que ese es un honor que le da el pueblo. Sea honesto con sus propias convicciones, y si bien como todo humano debe tener ambiciones personales, que las mismas no sean excesivas. Lo que abunda, daña. Cuántos de esos millonarios que hoy se ufanan de estar junto a nuestros enemigos, son los mismos solicitantes que llegaban arrastrándose hasta mi despacho. Hasta el dinero que ha sido y es del Movimiento y de la Nación, y que por razones de Estado se les confiaron, hoy lo usan, no para servir a los sectores necesitados, a los perseguidos, a los encarcelados o a las familias de quienes murieron por defender un ideal, sino para ubicarse dentro de las élites insensibles, usureras y especuladoras ".

" La función pública, le repito, es el honor que le confiere la mujer y el hombre de nuestro pueblo, en la idea que habrá de responder a esa confianza que han depositado en el funcionario o la autoridad, o bien en los dirigentes ".

" Cuando regresé, no imaginé que tanto habría de ser mi padecimiento. Al final de mi vida, todo resulta más doloroso. No en lo físico, sino en el espíritu. Compruebo a diario cómo se ha distorsionado, cómo se ha bastardeado todo cuanto se ha hecho, y que no es un esfuerzo solamente mío. Cientos de miles de peronistas han ofrendado todo en pos de hacer una Gran Argentina. No ha fallado el pueblo. Los que han defraudado, en su mayoría, son los dirigentes que no han sabido estar a la altura de las circunstancias. Cada uno ha jugado su propio partido y poco o nada les ha interesado el país o el pueblo ".

" Yo que los he recibido a casi todos, cada uno con su gallito bajo el brazo, los conozco bien. Les he tenido que aceptar imposiciones, en la esperanza de que el pueblo pudiera darse cuenta de cuán ruines eran aquellos que suponían los representaban o actuaban con lealtad. No imagina cuántos sapos me he tenido que tragar a lo largo de todos estos años de exilio ".

" Poco es el tiempo que me queda. Quisiera cerrar mis ojos con tranquilidad, pero, imagino que diariamente aumentarán las angustias ante el acoso de quienes ya festejan mi desaparición, y hacen planes para repartirse lo que puedo dejar. Quisiera que al morir mis restos fueran depositados en algún lugar de esa abandonada tierra patagónica, donde disfruté años de mi niñez. Quizá, desde ese lugar adonde no llegan tantos que esconden tras su supuesta lealtad, toda la falsedad, bajo la luz de las estrellas, en esas noches frías, pueda hallar la tranquilidad que todo guerrero ansía. Pero, ni en la muerte habrán de dejarme tranquilo. Justificarán su aparente indentificación, no divulgando y promoviendo lo que ha sido y es nuestro proyecto, sino colocando bustos en plazas o paseos, o bien poniendo mi nombre a calles y edificios. Con eso pretenderán justificarse antes las facilidades que encontrarán para engatusar con falsas promesas y asumiendo una posición que jamás tuvieron, a masas que confían y creen aún en esos nombres ".

" Usted lo habrá de comprobar. No pasará mucho tiempo. Pocos serán los que me recuerden con afecto, ya que contados son los amigos leales que he tenido. Los verá, y no dudo que sentirá bronca al escucharlos. Pero, como siempre he dicho, la mentira tiene patas cortas. Ellos mismos caerán por el propio peso de sus pecados, y pagarán las consecuencias, sintiendo el repudio de todo el pueblo ".

" Horas amargas e inciertas habrá de sufrir la Patria. Nuestro pueblo, tan heterogéneo, producto de tantas cruzas de razas, se mueve por el impulso que le da el bolsillo y el estómago. No es un pueblo sufrido, porque le hemos dado todo, sin mucho esfuerzo. Ese ha sido el gran pecado, y el sabor amargo que llevo en mi boca por el fracaso de tanto esfuerzo y la frustración de tantas esperanzas; son una carga pesada que hacen más duro el andar por el tramo final de la vida. Yo no alcanzaré a verlo, pues sé que mi vida se encuentra en el último tramo. Trato y he tratado en estos años hacer comprender la necesidad que cada argentino asuma la responsabilidad de lucha que le corresponde. Pero, no lo he podido lograr. Yo no puedo obligar a mujeres y hombres a tomar decisiones y luchar por sus derechos. Ellos deben ser artífices de su propio destino ".

" El honor y la dignidad de la patria no puede estar en manos de unos pocos, ya que todos deben sumarse en la defensa de la misma, si no quieren guardar el estigma de la traición ".

" Y el pueblo habrá de reaccionar. Al igual que un gato encerrado en una habitación, cuando se sienta acosado y sin posibilidad de salvarse, se arrojará sobre quienes lo opriman para liberarse ".

" La patria es la esencia misma que da Dios al hombre, para que la construya, para que la haga grande y finalmente la disfrute. Y la principal herramienta es cada uno. En su conciencia lleva la gran responsabilidad. Quiera Dios dar fuerza a todos para que con convicciones y conducta puedan salir airosos ".

Murió en soledad el 1 de julio de 1974. El teniente coronel Alfredo Díaz veló sus restos, mientras se daba en forma oficial la noticia de su fallecimiento por la cadena de radio y televisión.

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Textos cortesía de Carlos Vitola Palermo de Rosario, Santa Fe, República Argentina.

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